En su última columna Martín Tanaka da "Lecciones a la derecha", auque más parece mensajero caviar porque sus propuestas son las mismas banderas de la caviarada. Un gran esfuerzo por entendernos pasa por sincerar el lenguaje, pues ocurre que el lenguaje de la izquierda caviar es un cuidadoso compendio de conceptos que decoran con surrealismo las cavernas más primitivas del marxismo y del anticapitalismo más obtuso. Poco importa si hoy la lucha por un "nuevo orden económico mundial" ha adoptado las novedosas banderas de los DDHH y el medio ambiente si en el fondo sigue siendo el mismo mensaje de los años 70: no a la inversión, no al capitalismo extranjero y no a la reacción de las FFAA a "la lucha del pueblo por su liberación". No hay nada nuevo bajo el sol, Martín. Mira bien.
Martín Tanaka es un muchacho estudioso y entusiasta que quizá desconoce algo de historia reciente porque aun no está en los libros. Los pocos que narran la historia reciente generalmente mienten porque pertenecen a la sociología marxista, tal como el informe final de la CVR. Pero los que hemos vivido en carne propia las épocas más duras del marxismo pre y pos bélico, sabemos reconocer el mismo mensaje empacado con nuevas envolturas lustrosas y coloridas. No hay nada nuevo en el ambientalismo de Cajamarca que el mismo rechazo a la inversión extranjera, al colonialismo imperialista y al neoliberalismo, tal como en ocasiones lo han expresado cabalmente Gregorio Santos y otros dirigentes del mismo giro mental.
De manera que la derecha no tiene por qué asumir los errores de una empresa minera, es cierto. Pero tampoco tenemos que tragarnos los sapos del ambientalismo empleado como camuflaje por los extremistas de Patria Roja. ¿O no conoce MT a Patria Roja? Por otro lado, el llamado "desarrollo inclusivo" no es más que una vergonzosa retracción del Estado, pues ante su incapacidad por cumplir con el pueblo empleando oportuna y sabiamente los cuantiosos recursos del canon minero, lo que ahora se pretende es que sea la empresa minera la que se ocupe del desarrollo de las comunidades. Y además de ello, pagar mayores impuestos para regocijo de la burocracia inepta. Me gustaría preguntarle a MT ¿cuál es exactamente la lección que debemos aprender?
Pero antes que todo MT empieza refiriéndose al reciente papelón del Estado peruano ante la Corte IDH. Aunque MT no se refiere al papelón del Estado sino a la "corrección de un fallo". Esto, dice, debe llevarnos a repensar nuestra actitud de minimizar la responsabilidad de quienes "dirigieron e implementaron políticas de violación sistemática de DDHH". ¡Pa su mare! Casi la sentencia de San Martín. Pero ¿es esto cierto?
La izquierda pretende reemplazar el "pensamiento Gonzalo" por el "pensamiento San Martín". Que en buena cuenta es el "pensamiento CVR". Es decir, establecer como una verdad indiscutible que hubo una política sistemática de violación de DDHH dirigida e implementada desde el gobierno. Esto es algo que no vamos a tragarnos tampoco. Como no nos tragamos el informe final de la CVR, cuyo contenido central ya ha sido desvirtuado puntualmente por nosotros, demostrando sus clamorosas falencias y sus distorsiones.
Acá nadie pretende disminuir la responsabilidad del grupo Colina. Pero sí hay quienes pretenden exagerarlo. El "pensamiento San Martín" es el que quiere contarnos el cuento del autor mediato, según el cual hubo esta supuesta dirección desde las más altas esferas del poder. Ese cuento quedará para siempre en la anécdota. No hay ni una sola prueba que lo demuestre. Ni una sola prueba. Ni una.
El grupo Colina fue una formación clandestina de mandos medios, original y auténtica, como los hubo en casi todos los escenarios antisubversivos de Latinoamérica, incluyendo el Perú de Alan García de los 80, cuando apareció el comando "Rodrigo Franco". Esa clase de agrupaciones son pues reacciones habituales en estos escenarios. El grupo Colina pretendía responder al mismo nivel los ataques de SL a su gente. No había allí nada sistemático. Era un ojo por ojo. Al atentado senderista que voló un bus con el regimiento escolta de Palacio, le siguió la matanza de Barrios Altos. ¿Dónde está lo sistemático? Ese es más bien el perfil de las guerras de pandillas. Es obvio que funcionó al margen de la estrategia general del Estado y de la política antisubversiva. No nos olvidemos además que los mandos senderistas eran capturados vivos por los agentes regulares. Hay una abierta contradicción en los hechos que no se quiere admitir. No podemos pues tampoco tragarnos el sapo del "pensamiento San Martín". De manera que no minimizamos la responsabilidad del grupo Colina pero no vamos a caer en el sucio juego de culpar de sus acciones a Fujimori.
Respecto del rechazo a la Corte IDH nuestro buen Martín Tanaka dice que deberíamos admitirlo tal como aceptamos el CIADI. Pero hay una gran diferencia entre un centro de arbitrajes donde se arreglan temas económicos, y una corte donde se ventila el honor de las personas, la soberanía e independencia de las instituciones fundamentales del Estado y por último la imagen del país, y donde además se nos obliga a resarcir a terroristas que atentaron contra la nación. El CIADI es una institución moderna, pero la CIDH es ya una entidad fuera de lugar, pues se creó para juzgar dictaduras en los 70 y no democracias en el siglo XXI. Hay una gran diferencia entre juzgar a un Estado manejado por una dictadura y un Estado a cargo de democracias consolidadas, aun con sus propios problemas particulares. Hoy la CIDH ya está fuera de lugar. Peor aun, ha sido copado por una casta de abogados que siguen las ideologías "liberadoras" del marxismo de los 70, como Diego García Sayan. ¿O es que los ojitos de Martín no pueden ver todo esto?
También Tanaka debe reconocer que hay una incoherencia en defender la autonomía de las comunidades, incluyendo sus criterios y mecanismos de justicia ancestral, y por otro lado someter a una nación a los criterios internacionales de una corte que juzga sin advertir las coyunturas históricas que atravesó el Perú. Por ejemplo, traerse abajo el mecanismo de jueces sin rostro y fuero militar que el Perú aplicó como una salida realista al problema del juzgamiento de terroristas, (reconocido por la propia CVR) es una forma grosera de ignorar la realidad que vivió el Perú, una manera indignante de atropellar su soberanía como país para resolver sus problemas con autonomía. Hay pues razones de sobra para rechazar la injerencia de la CIDH en los asuntos internos de un país maduro y soberano como el Perú, que tuvo que apelar a todo para defenderse de la insanía del terrorismo de izquierda en dos frentes: SL y MRTA.
Qué fácil es criticar ahora que ya ha terminado todo. Personalmente me fastidia la actitud de ciertos intelectuales que disfrutaron la vida muy cómodamente en el extranjero, mientras acá olíamos anfo, escuchábamos coches bomba, sorteábamos tranqueras, soportábamos apagones, enterrábamos amigos y parientes asesinados por SL, y hasta preferíamos no viajar a ver a la familia por miedo. Sin embargo, pasado ya todo, regresan al país estos jóvenes ilustres cargando sus títulos y pretenden darnos lecciones de moral. Se atreven a criticar la forma como resolvimos nuestros graves problemas de vida o muerte. Y más aún, pretenden juzgar y condenar al hombre que salvó al Perú.
Martín Tanaka debería darse cuenta de que no solo el fujimorismo tiene pendiente una reconversión democrática. Todos necesitamos redescubrir la vida en democracia sin odios ni vendettas. Pero lo necesita principalmente la izquierda que hasta hoy no ha cambiado, sigue recitando marxismo, sigue jugando con sus teorías de democracia participativa, sigue alentando a las masas al margen del orden legal. Creo que no es a nosotros a quienes Martín Tanaka debe dar lecciones.
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