La política peruana se ha visto remecida una vez más por un escándalo sexual. Lo novedoso de esta ocasión es que el sucio acosador resultó ser uno de los más esforzados predicadores de la moral, uno de los más conspicuos charlatanes contra la corrupción, un personaje que sin tener luces ni mérito alguno, supo encandilar a los medios y a las masas con su floro de plazuela, siempre trepado en el corso de los indignados con poses de moralista, vociferando a voz en cuello contra los corruptos, mientras los señalaba con el dedo. Obviamente, para variar, se trata de uno de los más furibundos y rabiosos integrantes de la jauría antifujimorista y antiaprista del Congreso.
Yonhy Lescano es un personaje de fábula. Un indigente intelectual y político cuyo único mérito es ser el que más grita y el que más acusa al fujimorismo y al Apra. Solo por eso resulta siendo uno de los engreídos de la prensa, pues siempre tiene algo que decir en los pasillos del Congreso. Lo más gracioso de este sujeto es que se siente presidenciable y pretende quitarle a Alfredo Barrenechea la candidatura presidencial del 2021. Eso ya sería el colmo en un país que ha sido gobernado por sujetos de la misma calaña, como Toledo, Humala y Vizcarra, bufones baratos que apelaron al disfraz de luchador anti corrupción para engatusar a las masas estúpidas y erigirse como líderes.
Las evidencias contra Lescano son contundentes. Extractos de un chat asqueroso donde el congresista se dirige a una periodista de manera vulgar. Está probado que salieron de su celular. Pero el cobarde ha apelado a todas las tretas de una rata asustada para eludir su culpa. Primero pretendió culpar a su personal de seguridad, con el cuento de que ellos habían manipulado su celular. Obviamente estos efectivos negaron toda responsabilidad y se retiraron de sus funciones indignados. El cobarde llegó al extremo de decir una estupidez como "¿para qué necesito acosar si tengo esposa?".
Por último, al verse acorralado por las evidencias, el bufón ha salido con su disfraz de luchador anticorrupción a culpar a la "mafia" de querer sacarlo del Congreso, según dice, porque él es uno de los más duros acusadores de los mafiosos. Bueno, en realidad, es todo lo que hace este payaso. Vive del show y de la pose anti corrupción, siempre señalando al fujimorismo y al Apra. Se sumó a la sucia campaña contra Chávarry porque eso le da réditos políticos. En realidad Lescano es un luchador por su propia imagen. No le interesa más. No tiene bandera política. Se pasó de las filas de Toledo a las de Acción Popular para poder postular por Puno.
Lo sorprendente es que Lescano se haya hecho una imagen política sin tener ideas políticas. En un país donde la política se ha convertido en circo anti corrupción, personajes como Lescano empiezan a abundar. No en vano hemos tenido los presidentes mencionados, pues todos ellos surgieron de campañas anti corrupción, financiados por la corrupción, como fueron los casos de Toledo y Humala, a los que podemos añadir a Susana Villarán. Todos ellos farsantes de la moral.
De modo que no podemos menos que festejar que este farsante de Yonhy Lescano haya sido pillado en falta y esté con un paso al desafuero. Sería lo que corresponde, si es que hay una verdadera intención de limpiar la política de corruptos, pero también de farsantes. Y claro que deberían echar ya a Mamani, quien en un video alardeó de su mano "zas" haciendo alusión a la metida de mano que le dio a una aeromoza. Si hay gente que duda de la palabra de la víctima, no deberían dudar ya de la palabra del mismo Mamani. Hay que limpiar la política de toda clase de impresentables. Esperemos que más rápido que pronto expulsen a ese impresentable bufón de Lescano.