lunes, 6 de julio de 2020

El desastre de Vizcarra


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El Perú atraviesa su peor época en lo que va del siglo. No solo por la pandemia del covid-19 y sus efectos letales en la vida, la salud y la economía, agravadas por la incapacidad del gobierno, sino por el desastre de la institucionalidad democrática provocada por los arrebatos dictatoriales de Martín Vizcarra Cornejo, el sujeto más mediocre que haya gobernado el Perú en toda su historia. 

Tenemos que empezar el análisis siendo muy claros y directos. Todo el desastre político y jurídico que hoy vive el país es obra de Vizcarra. Dejemos de culpar al Congreso. Un Congreso que además es el hijo putativo de Vizcarra, pues es el resultado de su golpe de Estado, de sus reformas políticas y de sus pactos bajo la mesa con la mafia caviar. Es el jefe de Estado quien conduce a la nación y nadie más que él es el responsable de lo que ocurre.

Se ha dicho desde el principio que Vizcarrra es un sujeto muy limitado intelectualmente, un provinciano que desconfía de la capital y de la gente, encerrado en su pequeño círculo de amigos cercanos, sin roce social ni contactos en los círculos académicos y políticos de la capital. No tiene partido ni bancada. En consecuencia, su único recurso ha sido echar mano de la burocracia heredada del humalismo para armar un gobierno, además de los clásicos adulones y cortesanos que encontró en palacio. Para colmo, decidió aliarse con la izquierda. De allí la horrenda mediocridad de sus ministros y los desastres que vivimos en su gestión. Pero eso no es todo.

Vizcarra tampoco es un político de oficio. Es un politiquero más de los que suelen treparse a las combis electorales. Así fue como llegó a la plancha presidencial de PPK y por azar de destino acabó en la presidencia. Una vez en el cargo fue aupado por la mafia caviar que llevó a PPK a la presidencia, gracias a su poder de movilización callejera, su llegada a las oenegés más gravitantes, su control de la prensa y su manejo de buena parte de la Fiscalía y el Poder Judicial. Vizcarrra comprendió que ese era el barco que necesitaba para mantenerse a flote. De manera que la alianza entre PPK y la mafia caviar fue lo que marcó el derrotero de su gestión.

Así fue como pronto se desató la cacería del fujimorismo y empezó el plan para cerrar el Congreso de mayoría fuimorista. Vizcarra se encargó de defender sin decoro a los fiscales favoritos de la mafia, que tras la rápida movilización callejera organizada por los diferentes frentes de izquierda, lograron que tanto Vela como Pérez, se mantuvieran en sus cargos para finiquitar el cuestionado acuerdo con Odebrecht. Por otro lado, como en las dictaduras más siniestras, vimos cómo el partido Fuerza Popular era allanado una y otra vez, apresada su lideresa, la ex candidata presidencial que acababa de disputar la segunda vuelta electoral. Los principales dirigentes del principal partido de oposición fueron encarcelados de manera sumaria con burdos cargos. Un espectáculo degradante que fue aplaudido por la jauría rabiosa del antifujimorismo, celebrado por la prensa al servicio de la mafia y alimentada por el gobierno. El Perú había caído en manos de una mafia siniestra y poderosa, y todos lo celebraban creyendo en el engaño montado por el establishment: la lucha contra la corrupción.

Este fue el proceder arbitrario del fiscal José Domingo Pérez, el protegido por la mafia que no tenía reparo alguno en insultar y desafiar públicamente a su superior, el Fiscal de la Nación Pedro Chávarry, otro objetivo que la mafia había puesto en su mira. Nade se salvó de la aplanadora de la mafia. La chusma histérica llegó a celebrar la muerte de Alan García, quien prefirió el suicidio antes que verse vejado por los chacales de la mafia. La siguiente víctima fue el Fiscal de la Nacion, Pedro Chávarry, a quien le montaron la mas sucia campaña de demolición jamás vista en la prensa peruana, hasta que lo obligaron a renunciar. Fue entonces cuando la mafia se tomó el control de la Fiscalía. 

Lo único que faltaba era cerrar el Congreso. Esta misión recayó en el propio Vizcarra, siempre apoyado por la persistente y descarada campaña de demolición de la prensa. Habían inventado el cliché del "Congreso obstruccionista" como justificación primaria. Luego se agregaron otros cargos, como el del blindaje a los corruptos. Nada de eso era cierto, pero la principal víctima de una dictadura siniestra es la verdad. Así se montó el cuento del "Kongreso Korrupto" para preparar los ánimos. Vizcarra y la prensa trabajaban en tandem. Por cada escándalo que la prensa desataba contra el Congreso, aparecía Vizcarra con su discurso de lucha contra la corrupción. Aprovechó a su favor el escándalo de los "Cuellos Blancos" y los "Audios de la vergüenza" que comprometieron al disuelto Concejo Nacional de Justicia. 

El primer acto del circo de Vizcarra fue el referendum convocado más para ganarse el ánimo de la gente que para hacer las reformas, ya que algunas ya eran cantadas, como la creación de la Junta Nacional de Justicia que no requería ningún referendum. Tampoco era necesario incluir la creación de la Cámara de Senadores, una reforma que ya se preparaba y que Vizcarra acabó saboteando. Las otras reformas eran caprichos de Vizcara para golpear a la clase política, como prohibir la reelección de congresistas y regular el financiamiento de partidos, que en buena cuenta, significó prohibirlo. El principal resultado de este referendum fue el triunfo de Vizcarra, ya que en realidad la gran mayoría de la población ignoraba de qué trataba el referendum. Solo se limitaron a marcar la consigna del gobierno "Si, Si, Si, NO", que fue ampliamente difundida por la propaganda oficial, que incluso se lucía en los centros de votación. Es decir, el referendum fue en realidad una manipulación total. 

Los siguientes actos del circo de Vizcarra fueron los pedidos de confianza al Congreso en busca de un pretexto para cerrarlo. Los pedidos de confianza se exigían por reformas constitucionales que son potestad del Congreso. Reformas que estaban destinadas a seguir pechando y mellando al Congreso y  ganar popularidad ante la población, mientras la campaña de la prensa contra el Congreso arreciaba. El Congreso manejó con habilidad estas artimañas de Vizcarra y concedía los pedidos de confianza dejando sin piso al gobierno. Pero todo se precipitó el día en que el Congreso empezó a elegir a los nuevos integrantes del Tribunal Constitucional, donde la mafia caviar mantiene mayoría. De pronto se encendieron las alarmas y Vizcarra envió apresuradamente a su premier al Congreso, a interrumpir el proceso y a plantear a gritos una cuestión de confianza. Fue allí cuando Vizcarra aprovechó para cumplir con su cometido y cerrar el Congreso.

Quien no quiere ver en todo este escenario turbio y grotesco el actuar frío y calculador de una dictadura mafiosa es porque está ciego. El último número del circo de Vizcarrra tuvo lugar este domingo 5 de julio del 2020, cuando apareció en televisión para dar otro de sus mensajes desestabilizadores a la nación, en el último día de la legislatura. Una vez salió a pechar al Congreso e imponerle sus caprichos vía referendum. El resultado fue peor de lo que Vizcarra sospechaba. En lugar de imponer la eliminación de la inmunidad a los parlamentarios, el Congreso aprobó eliminar la inmunidad a casi todos los altos funcionarios, incluyendo al presidente. Lo que ahora vemos es a los típicos adulones de palacio culpando de todo al Congreso, como si el patán de Vizcarra no tuviera culpa alguna.

Estamos en manos de un típico dictador de baja estofa queriendo pasar por demócrata al convocar al pueblo en referendum. Sabemos bien que todos los dictadores aman los referendum porque es muy fácil embaucar a las masas ignorantes para que apoyen cualquier propósito político del dictador, ya que este es travestido con nobles intenciones, como la lucha contra la corrupción. Lo que al final busca la mafia caviar y la izquierda en pleno, a través de su tonto útil de palacio, es no solo eliminar a los principales partidos políticos y sus líderes -cosa que ya lograron-, sino aniquilar a toda la clase política. Todas las reformas de Vizcarra, elaboradas por la mafia caviar, buscan destruir a los partidos políticos. Este es el plan siniestro elaborado por la mafia caviar, aliados de Odebrecht y el Foro de Sao Paulo. 

La destrucción de la institucionalidad democrática será el principal legado de Vizcarra, además de los 60 mil muertos que sin duda dejará la pandemia mal manejada, el 30% de la población o más en la pobreza, la crisis económica agravándose, el desempleo en crecimiento, la más alta tasa de informalidad, la peor ola delictiva y el Estado corroído por la corrupción. Esos serán todos los logros de Vizcarra.   

sábado, 4 de julio de 2020

El Frente Amplio en el poder


Escribe: Dante Bobadilla

En el Perú ha ocurrido un auténtico golpe de Estado sin que nadie se de cuenta. O se han dado cuenta pero a nadie le interesa. Este golpe lo ha dado la izquierda al adueñarse no solo de gran parte del aparato del Estado desde hace años, sino que ahora incluso es dueña del propio poder político. Para nadie es un secreto que el Frente Amplio es dueño de la salud pública en estos tiempos. Tampoco nadie ignora que el presidente de la PCM, Vicente Zeballos es un comunista admirador del Che Guevara, cuyo retrato tenía colgado en la pared de su oficina. 

La incursión de la izquierda en el Estado se inició con Toledo, cuando nombró a Nicolás Lynch como ministro de Educación y a Diego García-Sayán como ministro de RREE, quien ya venía de la gestión anterior, la de Paniagua, donde no perdió tiempo para abrirle las puertas a la izquierda y crear la Comisión de la Verdad. Sin embargo, la mayor penetración sucedió en los tiempos de Ollanta Humala, cuando toda la izquierda se adueñó del aparato público bajo los auspicios del Foro de Sao Paulo y el PT de Lula, quienes finaciaron toda la campaña de Ollanta Humala y establecieron su cabecera de playa en el Perú. 

El triunfo de PPK no cambiaría las cosas, habida cuenta de la traición de PPK al vender su alma a la izquierda para ganar en la segunda vuelta frente a Keiko Fujimori. La transferencia del poder entre Ollanta y PPK fue un gran negociado para la izquierda que se mantuvo casi intacta en todos sus puestos. Incluso permaneció en el cargo el ministro de Educación, el célebre Jaime Saavedra, que luego sería censurado por el bloque fujimorista, dando inicio a la guerra entre la izquierda y Fuerza Popular. 

Con la llegada de Vizcarra, el predominio de la izquierda en el poder se amplió todavía más, pues todo el gobierno pasó a manos de la izquierda, sin ningún tipo de reparo. No es casual que Vizcarra haya dedicado su primer año de gestión casi exclusivamente a la tarea de cerrar el Congreso, una misión encargada directamente por la mafia caviar como un cambio de favores, pues el único soporte de Vizcarra eran los cuadros de izquierda y los medios de prensa controlados por la mafia caviar desde antes de las elecciones. Otra tarea de Vizcarra -también por encargo de la mafia caviar- fue la defensa inusual de los fiscales José Domingo Pérez y Jorge Vela Barba en el equipo especial Lavajato, cuya misión primordial era proteger los interses de Odebrecht, y perseguir a los líderes de oposición Keiko Fujimori y Alan García, desmantelando Fuerza Popular.

El poder de la mafia caviar en el control de la Fiscalía era evidente. Gustavo Gorritti fungía como el líder de los fiscales Lavajato y obtenía las primicias y filtraciones de parte de estos. Vizcarra no escatimó gestos para apoyarlos y hasta suspendió repentinamente una visita de Estado al Brasil para volver raudamente en defensa de los fiscales de IDL y Odebrecht. Era más que obvia la conexión que había entre Vizcarra y la mafia caviar. La tarea de Vizcarra era cerrar el Congreso a como diera lugar. De allí su empeño en enviar reformas descabelladas al Congreso con pedidos de confianza que no venían al caso. Lo único que buscaba era un pretexto para dar el golpe.

La falta de valor, inteligencia y tino político de los congresistas fujimoristas hizo fácil que Vizcarra saliera con su capricho. El fujimorismo estaba atolondrado tras la detención de Keiko Fujimori, el allanamiento de sus locales y la feroz campaña de demolición emprendida por la prensa controlada por la mafia caviar, y alimentada por el gobierno mediante la millonaria publicidad del Estado. No había manera de salvar la democracia. Todos estaban confabulados en el mismo objetivo: cerrar el Congreso. Y el momento llegó cuando empezaron a elegir a los nuevos miembros del Tribunal Constitucional. 

La mafia caviar hizo sonar las alarmas para defender su predominio en el TC. Rápidamente movieron sus fichas y perpetraron  una jugarreta de lo más sucia para impedir que el Congreso eligiera a los nuevos miembros. Con el cuento de "transparentar" la elección de los miembros del TC, el premier Del Solar irrumpió en el pleno del Congreso y a gritos presentó un PL con cuestión de confianza. Pero como el Congreso ya tenía su agenda definida prosiguió la elección del primer miembro. Esto provocó que de inmediato Vizcarra saliera en la televisión anunciando el cierre del Congreso. Era obvio que se buscaba defender la permanencia de los miembros de la mafia caviar en el TC, como era obvio que se acababa de perpetrar un golpe de Estado. 

Los hechos de la realidad están a la vista, pero por desgracia la gente cree más en el relato de la prensa y de sus activistas en los medios, ya que no son periodistas. La mayoría de los que están a cargo de los programas más sintonizados son activistas al servicio de la izquierda caviar. Es la prensa y los opinólogos los que le dan a la realidad la apariencia de una feroz lucha contra la corrupción, y pintan a Vizcarra como el héroe que nos libra de la mafia que controla el Congreso. Todo el golpe de Estado fue encubierto como una lucha contra la corrupción. Incluso la persecución política y el desmantelamiento de la oposición. Todo eso se le ha vendido a la gente como un triunfo de la democracia. Es decir, todo al revés de la verdad.

Lo que hoy tenemos es un gobierno de izquierda que nadie eligió. Verónika Mendoza, la candidata del Frente Amplio quedó fuera de la segunda vuelta, aunque luego del pacto entre PPK y la izquierda, ella misma recomendó votar por PPK. Si bien PPK le debía su cargo de presidente a la izquierda, todavía la mantuvo fuera del gobierno cuando formó su primer "gabinete de lujo", a pesar de la presencia de Saavedra como legado del humalismo. No obstante, PPK mantuvo en sus puestos a toda la burocracia heredada del humalismo. Gran parte de los hoy ministros de Vizcarra han procedido de ese ejército de burócratas del humalismo. Pero lo más grave es que Vizcarra le ha entregado buena porción de poder a la izquierda, y es el abanderado de las política de género impulsadas desde la izquierda. 

La presencia del Frente Amplio en el sector salud, en plena crisis desatada por la pandemia del coronavirus, ha resultado contraproducente para el país. Los experimentos sociales emprendidos por los estrategas convocados, los llamados "científicos sociales", solo provocaron más contagios. Para colmo, se han dado el lujo de darle una mano a la dictadura cubana contratando un contingente de médicos cubanos que finalmente no dieron la talla. Otro aspecto negativo de la presencia de la izquierda ha sido su tenaz aversión por el sector privado y la iglesia católica, que ha impedido empreder una estrategia conjunta para enfrentar la pandemia. Solo cuando se han visto rebasados es cuando han visto la necesidad de firmar acuerdos con las clínicas privadas. 

Finalmente, las empresas privadas no solo se han visto afectadas por la paralización decretada por el gobierno, sino por la inoperancia del Ministerio de Trabajo que ha sido incapaz de aprobar los miles de pedidos de suspensión perfecta de labores. Por su parte, el Ministerio de Transporte fue incapaz de otorgar un subsidio al sector de transportistas pese a las restricciones impuestas a su servicio. Han tenido que llegar al paro de transportes para que el ministro reaccione. Y por último, Vizcarra se ha visto obligado a levantar la cuarentena en plena crecida de la pandemia porque la economía del país está en ruinas. Todo un desastre provocado por la obstinación ideológica y la incapacidad de este gobierno de izquierda. Y lo peor es que pese a las críticas generalizadas, Vizcarra se muestra renuente a cambiar de ministros. Más aún, es incapaz de convocar a gente competente del sector privado.

Estamos pues frente a la peor crisis que haya vivido el país, descontando la época del terrorismo de izquierda. Para colmo, la reforma política promovida por Vizcarra por encargo de la mafia caviar, ha terminado de destruir los partidos políticos y eliminar a la clase política. Ese es el panorama sombrío que tenemos a un año de cumplir el biocentenario de la independencia. 


jueves, 2 de julio de 2020

Nunca aprendemos


Escribe: Erick Flores

Lo que viene ocurriendo en nuestro país es terrible, pero ya no hablamos del virus chino que ha terminado por desnudar la precariedad de los servicios de salud y ha puesto en evidencia la incapacidad institucional de la que adolece nuestro país; el problema ha alcanzado dimensiones astronómicas en términos económicos porque a la luz de los hechos, la pobreza y extrema pobreza, aspectos que parecían tener fecha de caducidad en algunas décadas más, han crecido exponencialmente debido al quiebre planificado desde el gobierno.

Con una economía sumergida en la informalidad que ha generado el mismo Estado, los que terminan sufriendo las peores consecuencias de este golpe son los que menos espalda financiera tienen. El grueso de los negocios ya han quebrado y el resto están cerca de hacerlo. El escenario es tal cual lo pinta el economista Hernando de Soto, quien advirtió ayer en el diario El Comercio que las muertes que se vienen serán causadas más por incompetencia de un gobierno que ve con buenos ojos arruinar la economía, que por el mismo virus chino.

Tal y como están las cosas, el gran obstáculo a superar sigue siendo desechar la absurda idea de insistir con subsidiar la quiebra. El gobierno de Vizcarra, desde el inicio de esta crisis, ha optado por aplicar medidas desastrosas para la salud económica de los peruanos. Los bonos no sirven si no hay movimiento. La única salida que no seguirá destruyendo a las empresas, convirtiendo a la clase media en pobres y condenando a muerte a los pobres extremos, es la que siempre ha estado a la mano de las autoridades pero que nunca se han atrevido a considerar debido a que, a diferencia del asistencialismo oportuno, esta no permite a los políticos calcular y cosechar popularidad.

No hay mejor programa social que un empleo. Esto nos lo decía el gran Ronald Reagan y este es el principio que debió de haber acogido el gobierno de Vizcarra para no terminar en la situación en la que estamos. La prueba del éxito la tenemos muy cerca, en el vecino país de Uruguay, donde el gobierno tiene las cosas claras y entiende a la perfección que no existe esa ficción que por aquí se han inventado: “la salud o la economía”, para justificar la borrachera de demagogia en la que nos han sumergido nuestros políticos. Un estado de emergencia sanitaria que no destruye la economía, es lo que ha implementado el gobierno de Lacalle Pou y los resultados hablan.

El panorama se ve oscuro y con las señales que el gobierno de Vizcarra ha venido dando, parece que iremos de mal en peor. Esta crisis debería servir para poner en agenda temas que requieren una reforma integral como pueden ser las pensiones o la informalidad, temas que nunca se han discutido fuera de los límites del consenso político establecido. Por aquí es imposible pensar en un sistema previsional como el de Australia, un régimen impositivo como el suizo o el excelente ambiente institucional para hacer negocios que existe en Nueva Zelanda o Irlanda.

El gobierno de Vizcarra debería comenzar por asumir su responsabilidad en esta crisis, dejar de echarle la culpa a la gente y corregir todo lo que ha hecho mal. Deberían de haber consultando a más gente como Hernando de Soto y no haber depositado su fe en charlatanes como Matuk o Zamora. Para nuestro infortunio, la clase política anda concentrada en la asignación de bonos universales, expropiar clínicas privadas, fijar precios de los medicamentos, mandiles rosados, bicicletas y género. No queda de otra que esperar que el gobierno más inútil de la historia, peor incluso que el de Ollanta, termine de una vez por todas. A no ser que llegue un gobierno de izquierda, será muy difícil que haya otro gobierno tan inepto e incapaz como este.