Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
El Perú atraviesa su peor época en lo que va del siglo. No solo por la pandemia del covid-19 y sus efectos letales en la vida, la salud y la economía, agravadas por la incapacidad del gobierno, sino por el desastre de la institucionalidad democrática provocada por los arrebatos dictatoriales de Martín Vizcarra Cornejo, el sujeto más mediocre que haya gobernado el Perú en toda su historia.
Tenemos que empezar el análisis siendo muy claros y directos. Todo el desastre político y jurídico que hoy vive el país es obra de Vizcarra. Dejemos de culpar al Congreso. Un Congreso que además es el hijo putativo de Vizcarra, pues es el resultado de su golpe de Estado, de sus reformas políticas y de sus pactos bajo la mesa con la mafia caviar. Es el jefe de Estado quien conduce a la nación y nadie más que él es el responsable de lo que ocurre.
Se ha dicho desde el principio que Vizcarrra es un sujeto muy limitado intelectualmente, un provinciano que desconfía de la capital y de la gente, encerrado en su pequeño círculo de amigos cercanos, sin roce social ni contactos en los círculos académicos y políticos de la capital. No tiene partido ni bancada. En consecuencia, su único recurso ha sido echar mano de la burocracia heredada del humalismo para armar un gobierno, además de los clásicos adulones y cortesanos que encontró en palacio. Para colmo, decidió aliarse con la izquierda. De allí la horrenda mediocridad de sus ministros y los desastres que vivimos en su gestión. Pero eso no es todo.
Vizcarra tampoco es un político de oficio. Es un politiquero más de los que suelen treparse a las combis electorales. Así fue como llegó a la plancha presidencial de PPK y por azar de destino acabó en la presidencia. Una vez en el cargo fue aupado por la mafia caviar que llevó a PPK a la presidencia, gracias a su poder de movilización callejera, su llegada a las oenegés más gravitantes, su control de la prensa y su manejo de buena parte de la Fiscalía y el Poder Judicial. Vizcarrra comprendió que ese era el barco que necesitaba para mantenerse a flote. De manera que la alianza entre PPK y la mafia caviar fue lo que marcó el derrotero de su gestión.
Así fue como pronto se desató la cacería del fujimorismo y empezó el plan para cerrar el Congreso de mayoría fuimorista. Vizcarra se encargó de defender sin decoro a los fiscales favoritos de la mafia, que tras la rápida movilización callejera organizada por los diferentes frentes de izquierda, lograron que tanto Vela como Pérez, se mantuvieran en sus cargos para finiquitar el cuestionado acuerdo con Odebrecht. Por otro lado, como en las dictaduras más siniestras, vimos cómo el partido Fuerza Popular era allanado una y otra vez, apresada su lideresa, la ex candidata presidencial que acababa de disputar la segunda vuelta electoral. Los principales dirigentes del principal partido de oposición fueron encarcelados de manera sumaria con burdos cargos. Un espectáculo degradante que fue aplaudido por la jauría rabiosa del antifujimorismo, celebrado por la prensa al servicio de la mafia y alimentada por el gobierno. El Perú había caído en manos de una mafia siniestra y poderosa, y todos lo celebraban creyendo en el engaño montado por el establishment: la lucha contra la corrupción.
Este fue el proceder arbitrario del fiscal José Domingo Pérez, el protegido por la mafia que no tenía reparo alguno en insultar y desafiar públicamente a su superior, el Fiscal de la Nación Pedro Chávarry, otro objetivo que la mafia había puesto en su mira. Nade se salvó de la aplanadora de la mafia. La chusma histérica llegó a celebrar la muerte de Alan García, quien prefirió el suicidio antes que verse vejado por los chacales de la mafia. La siguiente víctima fue el Fiscal de la Nacion, Pedro Chávarry, a quien le montaron la mas sucia campaña de demolición jamás vista en la prensa peruana, hasta que lo obligaron a renunciar. Fue entonces cuando la mafia se tomó el control de la Fiscalía.
Lo único que faltaba era cerrar el Congreso. Esta misión recayó en el propio Vizcarra, siempre apoyado por la persistente y descarada campaña de demolición de la prensa. Habían inventado el cliché del "Congreso obstruccionista" como justificación primaria. Luego se agregaron otros cargos, como el del blindaje a los corruptos. Nada de eso era cierto, pero la principal víctima de una dictadura siniestra es la verdad. Así se montó el cuento del "Kongreso Korrupto" para preparar los ánimos. Vizcarra y la prensa trabajaban en tandem. Por cada escándalo que la prensa desataba contra el Congreso, aparecía Vizcarra con su discurso de lucha contra la corrupción. Aprovechó a su favor el escándalo de los "Cuellos Blancos" y los "Audios de la vergüenza" que comprometieron al disuelto Concejo Nacional de Justicia.
El primer acto del circo de Vizcarra fue el referendum convocado más para ganarse el ánimo de la gente que para hacer las reformas, ya que algunas ya eran cantadas, como la creación de la Junta Nacional de Justicia que no requería ningún referendum. Tampoco era necesario incluir la creación de la Cámara de Senadores, una reforma que ya se preparaba y que Vizcarra acabó saboteando. Las otras reformas eran caprichos de Vizcara para golpear a la clase política, como prohibir la reelección de congresistas y regular el financiamiento de partidos, que en buena cuenta, significó prohibirlo. El principal resultado de este referendum fue el triunfo de Vizcarra, ya que en realidad la gran mayoría de la población ignoraba de qué trataba el referendum. Solo se limitaron a marcar la consigna del gobierno "Si, Si, Si, NO", que fue ampliamente difundida por la propaganda oficial, que incluso se lucía en los centros de votación. Es decir, el referendum fue en realidad una manipulación total.
Los siguientes actos del circo de Vizcarra fueron los pedidos de confianza al Congreso en busca de un pretexto para cerrarlo. Los pedidos de confianza se exigían por reformas constitucionales que son potestad del Congreso. Reformas que estaban destinadas a seguir pechando y mellando al Congreso y ganar popularidad ante la población, mientras la campaña de la prensa contra el Congreso arreciaba. El Congreso manejó con habilidad estas artimañas de Vizcarra y concedía los pedidos de confianza dejando sin piso al gobierno. Pero todo se precipitó el día en que el Congreso empezó a elegir a los nuevos integrantes del Tribunal Constitucional, donde la mafia caviar mantiene mayoría. De pronto se encendieron las alarmas y Vizcarra envió apresuradamente a su premier al Congreso, a interrumpir el proceso y a plantear a gritos una cuestión de confianza. Fue allí cuando Vizcarra aprovechó para cumplir con su cometido y cerrar el Congreso.
Quien no quiere ver en todo este escenario turbio y grotesco el actuar frío y calculador de una dictadura mafiosa es porque está ciego. El último número del circo de Vizcarrra tuvo lugar este domingo 5 de julio del 2020, cuando apareció en televisión para dar otro de sus mensajes desestabilizadores a la nación, en el último día de la legislatura. Una vez salió a pechar al Congreso e imponerle sus caprichos vía referendum. El resultado fue peor de lo que Vizcarra sospechaba. En lugar de imponer la eliminación de la inmunidad a los parlamentarios, el Congreso aprobó eliminar la inmunidad a casi todos los altos funcionarios, incluyendo al presidente. Lo que ahora vemos es a los típicos adulones de palacio culpando de todo al Congreso, como si el patán de Vizcarra no tuviera culpa alguna.
Estamos en manos de un típico dictador de baja estofa queriendo pasar por demócrata al convocar al pueblo en referendum. Sabemos bien que todos los dictadores aman los referendum porque es muy fácil embaucar a las masas ignorantes para que apoyen cualquier propósito político del dictador, ya que este es travestido con nobles intenciones, como la lucha contra la corrupción. Lo que al final busca la mafia caviar y la izquierda en pleno, a través de su tonto útil de palacio, es no solo eliminar a los principales partidos políticos y sus líderes -cosa que ya lograron-, sino aniquilar a toda la clase política. Todas las reformas de Vizcarra, elaboradas por la mafia caviar, buscan destruir a los partidos políticos. Este es el plan siniestro elaborado por la mafia caviar, aliados de Odebrecht y el Foro de Sao Paulo.
La destrucción de la institucionalidad democrática será el principal legado de Vizcarra, además de los 60 mil muertos que sin duda dejará la pandemia mal manejada, el 30% de la población o más en la pobreza, la crisis económica agravándose, el desempleo en crecimiento, la más alta tasa de informalidad, la peor ola delictiva y el Estado corroído por la corrupción. Esos serán todos los logros de Vizcarra.