martes, 27 de junio de 2023

El momento en que se jodió el Perú


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Cuando las nuevas generaciones pregunten cuándo se jodió el Perú, muéstrenles esta fotografía de la traición de PPK, entregando su alma al Diablo para poder ser presidente a cualquier precio. Esta imagen muestra la fase final de la feroz campaña contra Keiko montada por la izquierda en el 2016. Ellos no hacían campaña por Verónika Mendoza sino contra Keiko. La consigna de la mafia caviar era impedir a toda costa el triunfo de Keiko.

Este domingo, Christian Hudtwalcker tuvo la hidalguía de exhibir el fraude mediático perpetrado por la mafia en aquella campaña electoral. Demostró que no existen pruebas ni audios en los que se escuche decir a nadie que Keiko le había entregado $15 millones de dólares a Joaquín Ramírez para que los lavara. Algo que cualquier persona sensata con dos dedos de frente percibe de inmediato como una patraña burda y hasta estúpida. Ningún mafioso anda por allí contándole a cualquier pobrediablo sus fechorías. Y el autor de ese dicho era un auténtico pobrediablo, un reciclador de los barrios latinos de Miami, contratado por la mafia para montar un psicosocial destinado a calumniar a Keiko haciéndola pasar como narcotraficante "investigada por la DEA", en un "informe especial" de Cuarto Poder, el domingo anterior a las elecciones, cuando las encuestas colocaban a Keiko 5 puntos por encima de PPK. La mafia caviar estaba desesperada. 

Todo estaba preparado para montar la campaña "Narcoestado". Al día siguiente las cloacas de izquierda ya tenían lista sus pancartas de "No al narcoestado". Las sectas anti Keiko alistaron sus marchas fascistas una vez más con el nuevo eslogan. Poco antes, la izquierda ya se había ocupado de contratar al lobista PPK para que sea parte del andamiaje mafioso, encaramado en el poder bajo los auspicios de Ollanta Humala y Odebrecht, a cambio de la banda presidencial.   

Eran los días gloriosos de la mafia brasileña, aliada estrecha de la mafia caviar y de sus oenegés, cuando Odebrecht tenía bajo su planilla de la Caja 2 a periodistas, medios, políticos, ministros, al presidente y a la alcaldesa de Lima. El dinero sucio fluia sin control desde la campaña del 2011, cuando Favre y Lula se encargaron de montar al muñeco Ollanta Humala y hacerle ganar la carrera, para luego financiar la millonaria campaña contra la revocatoria de Susana Villarán y luego su segunda postulación a la alcaldía. Ya nadie se acuerda de los periodistas que en esos días defendían a capa y espada a Nadine y Susana. Una de ellas acabó siendo asesora de PPK en su campaña contra Keiko. En medio de ese ambiente mafioso y enrarecido de una izquierda corrupta, en la campaña del 2016 los dos candidatos de derecha (Keiko y PPK) pasaron cómodamente a la segunda vuelta, donde Keiko llevaba la ventaja. Entonces sonaron las alarmas en los cuarteles de la mafia. 

El final de la historia ya lo conocemos todos: la mafia se compró a PPK y montaron sin descaro el psicosocial de "Keiko investigada por la DEA". El domingo siguiente PPK ganó por un puñado de votos y garantizó la continuidad de la mafia en el Estado, recibiendo casi sin cambios el legado de Ollanta Humala. Hasta nombró al mismo ministro de Educación, el afamado Jaime Saavedra, engreído de la caviarada. No solo eso, sino que pese a saber que Keiko tenía mayoría absoluta en el Congreso, no pudo hacer un pacto con ella para garantizar una buena gobernabilidad, porque ya tenía un compromiso firmado con la mafia. Por el contrario, se negó a conversar con ella y empezó a ejecutar el plan de guerra política total contra el fujimorismo, que sería luego llevado a cabo por Vizcarra y toda la maquinaria de la mafia.

Así fue como el Perú cayó en el pozo séptico, luego de una guerra sucia y sin cuartel para destruir al fujimorismo y al Apra, negarle su inscripción al PPC, liquidar a la clase política prohibiendo la reelección, destruir a los partidos con reformas nefastas que les quitaban su autonomía para hacerlos dependientes del Estado (y del poder) y eliminando sus liderazgos naturales con el cuento de la "democratización de los partidos". Y todo eso en aras de "la lucha contra la corrupción". El resultado fue el Congreso que hoy tenemos y el triunfo del analfabeto y ladrón en banda Pedro Castillo. 

Toda esta triste historia nos deja como moraleja lo fácil que es engañar a la gente montando un falso psicosocial. Cuando tienes un pueblo de gente ignorante y carente de pensamiento crítico, es muy fácil montar mitos y mentiras porque esta gente se lo cree todo. ¿Alguien podría enumerar la cantidad de mitos y mentiras que la izquierda ha montado contra Alberto Fujimori y Keiko? No solo por memes en las redes sino por falsos reportajes de prensa, notas tendenciosas en los diarios, campañas de difamación de las oenegés y otras organizaciones creadas por la mafia. Y lo pueden hacer porque tienen dinero. Reciben millonarios aportes anuales desde el extranjero sin que nadie los fiscalice, Mientras que los partidos han sido liquidados, las oenegés han tomado el poder.

viernes, 23 de junio de 2023

Zoraida Avalos y la mafia caviar


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Una vez más nos toca ver el desfile de los "indignados" del progresismo y la caviarada. Están incluso a punto de volver a ponerse las zapatillas para marchar contra la "dictadura del Congreso" que está "destruyendo la democracia", a decir de varios connotados opinólogos que no ocultan su cinismo y desvergüenza a la hora de defender a una fiscal que carga una historia muy negra, mientras que -al mismo tiempo- atacan visceralmente a la actual fiscal de la Nación Patricia Benavides por haberse atrevido a perseguir al delincuente Pedro Castillo, llevándolo a dar un golpe de Estado desesperado en busca de librarse del acoso fiscal.

Los indignados de hoy son los que ayer celebraban cuando toda la maquinaria mediática al servicio de la mafia caviar, desataba una furibunda y asquerosa campaña de demolición contra el fiscal Pedro Chavarry, y cuando la izquierda en el Congreso le inventaba acusaciones constitucionales para eliminarlo, solo por el pecado de haberse inmiscuido en el asunto de Odebrecht. Porque ese fue todo el detonante. El fiscal Pedro Chavarry les requirió por escrito a sus subordinados del equipo Lavajato, información acerca del "acuerdo secreto" que habían firmado con Odebrecht. Pero se lo negaron porque se sentían muy empoderados con el apoyo de la mafia caviar desde sus cuarteles en IDL y de su santo patrón Gustavo Gorriti, gran manipuador de todo el asunto de Odebrecht, y guardián de los intereses de la mafia.

Luego Pedro Chavarry cometió el mayor error de su vida: tratar de remover a los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, algo que era un asunto rutinario dentro de la entidad. Entonces fue cuando toda la mafia se movilizó en defensa de estos fiscales, al punto que hicieron volver de Brasil al presidente Martín Vizcarra para que lidere esta defensa, montando el show de la "lucha contra la corrupción". Así fue como vimos el estrambotico espectáculo de un presidente interfiriendo descaradamente con el Ministerio Público, en lo que era una evidente infracción constitucional. Pero eso a nadie le importaba porque la mafia tenía el control de la prensa. Al contrario Vizcarra fue convertido en el líder de la lucha contra la corrupción y en defensor de la democracia. Así fue como arriaron una vez más a los jóvenes, que más adelante serían conocidos como los "idiotas del bicentenario", para marchar por las calles en defensa de los fiscales que en realidad defienden los intereses de la mafia de Odebrecht.

El asunto acabó con la destitución de Pedro Chávarry, su posterior denuncia penal y su condena express a cuatro años de prisión por haber interferido con el equipo Lavajato y su acuerdo secreto con Odebrecht. Es decir meterse con Odebrecht era un delito. Luego de este esperpéntico episodio de nuestra historia política, Zoraida Ávalos fue coronada como fiscal de la Nación al servicio de la mafia. El mismísimo patrón del mal, Gustavo Gorriti, la habia recomendado para el cargo.

Luego se supo que Zoraida Ávalos no tiene tesis y presentó unos diplomas fraguados como títulos falsos. Pero como es una de las piezas fundamentales en el tablero de ajedrez político de la mafia caviar, nadie la cuestionó. Los mismos que hoy chillan porque no ven la tesis de la fiscal Benavides, hicieron mutis ante las denuncias contra Zoraida Avalos.

Ayer el Congreso se encargó de darle una bofetada a la mafia al inhabilitar a la ex fiscal Zoraida Ávalos por no haber procedido a cumplir con su misión de perseguir el delito en los casos de Martín Vizcarra y Pedro Castillo. Eso es mucho más grave que simplemente pedir informes sobre un acuerdo de colaboración. El solo hecho de ver a toda la gusanera de la izquierda y a la mafia caviar indignada por la inhabilitación de su pieza clave en el MP, revela claramete para quiénes jugaba Zoraida Ávalos y qué intereses respondía. Pero claro que nosotros hace tiempo que ya sabíamos de qué pata cojea y para qué arco patea esta señorona.

Toda esta chilladera del rojerío se suma a las inicuas interferencias de la Junta Nacional de Justicia y hasta de la CIDH preocupados por el proceso contra Zoraida Avalos en el Congreso. Desde luego que ya la mafia oenegera está preparando sendos recursos ante todas las instancias internacionales que juegan a favor de la izquierda. Sea como sea, ayer la democracia ha tenido una pequeña victoria y se le ha quitado un poco de poder a la mafia.


martes, 20 de junio de 2023

Los destructores de la política peruana


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Este par de sinvergüenzas y aventureros de la política, Salvador del Solar y Martín Vizcarra, deberían terminar presos por haberse atrevido a dar un golpe de Estado, solo para favorecer los intereses de la mafia caviar, impidiendo el cambio del TC que tenía mayoría de izquierda. Pero hicieron mucho más que solo eso. Pervirtieron toda la política.

Con el cierre del Congreso de mayoría fujimorista, la mafia caviar consolidó su poder luego de haber capturado previamente la Fiscalía de la Nación, donde colocaron a su tonta útil Zoraida Ávalos, tras la furiosa campaña mediática de demolición del fiscal Pedro Chávarry. Eran los tiempos en que los fiscales Vela y Pérez campeaban como héroes de la lucha anticorrupción liderada por Martín Vizcarra y aplaudida por la prensa prostituida, pero reducida a la persecución política de Keiko y Alan, y a la guerra contra el Congreso "fujiaprista".

Así se consolidó el plan siniestro de la mafia caviar que consistió en destruir al fujimorismo y al Apra persiguiendo a Keiko y Alan, cerrar sus partidos, disolver el Congreso "fujiaprista" y capturar todos los poderes del Estado. Para eso sirvió el referendum amañado en el que el propio Vizcarra -descaradamente- aleccionaba a la población en cómo votar, incluyendo afiches aleccionadores en los mismos locales de votación. El resultado "Si,Si,Si,No" expresó el nivel de borreguismo al que un fantoche convertido en dictador había llevado a la sociedad, con su permanente discurso de lucha contra la corrupción, el circo montado por los fiscales de la mafia que defendió a capa y espada, sus poses y ademanes de salvador de la patria. Luego impuso las reformas políticas destinadas a destruir a la clase política y a los partidos. Por eso tenemos hoy al Congreso que tenemos: con puros improvisados que al no tener ningún futuro político se dedican a las fechorías. Vizcarra se encargó de que en el Perú no hubiera ninguna carrera política y, por tanto, ninguna clase política. Los partidos fueron convertidos en jardines de infantes financiados y supervisados por el Estado en el más mínimo detalle, desde su doctrina y sus gastos, hasta sus planes de gobierno, los que deben incluir -necesariamente- la agenda del progresismo.

Todo eso ocurrió -hay que decirlo- gracias a la ignorancia y cobardía del fujimorismo, ya que nunca supieron ejercer el poder que tuvieron con una aplastante mayoría en el Congreso. Hoy el TC acaba de ratificar algo que siempre estuvo claro en la Constitución: la cuestión de confianza es para defender políticas públicas y no puede ser usado para cuestiones propias y privativas del Congreso. Cuando Martín Vizcarra empezó a apabullar al Congreso con cuestiones de confianza por cambios a la Constitución y convocatorias a referendum, el Congreso pudo y debió rechazarlas por impertinentes. Pero el fujimorismo agachó la cabeza y admitió todo lo que el patán de Vizcarra les llevaba caminando desde palacio en medio de un show mediático alucinante. Ese Congreso fue una vergüenza por su incapacidad política. Por eso terminaron arrojados a la calle de un puntapié. Nunca supieron darle batalla al aprendiz de dictador. No estuvieron a a altura de la historia. Se acobardaron.

Ahora el TC puso las cosas claras. El Ejecutivo no puede interpretar a su antojo ni una "negación fáctica" ni un "rechazo de plano" como trató de hacer Pedro Castillo bajo la guía de Aníbal Torres, cuando el Congreso de Williams rechazó la cuestión de confianza presentada por Anibal Torres aduciendo que era impertinente. Eso mismo debió hacer el Congreso fujimorista: no admitir a debate la cuestión de confianza por cambios a la Constitución por impertinente e inconstitucional, y la historia hubiera sido diferente.

Esperemos que con este fallo del TC y el antecedente de Williams se cierre de una vez ese agujero dictatorial que abrió Vizcarra con su "negación fáctica" y su golpe de Estado. Ahora lo que correspondería -si nos queda algo de dignidad republicana- sería perseguir jurídica y políticamente a este par de fascinerosos de Salvador del Solar y Martín Vizcarra, que actuaron como peones de la mafia caviar para permitirles capturar todas las instituciones, destruir a la oposición y envilecer la prensa y la política. Hay que intentarlo todo para que paguen. Debemos copiar el estilo de la izquierda y apelar a toda clase de recursos para sentar un precedente y darles una lección a esta clase de farsantes de la democracia.

viernes, 2 de junio de 2023

Caviar en salsa de choros

 

Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

No me interesa hacer escarnio de un sujeto ya caído en desgracia, pero tampoco caeré en la pose ridícula de decir que no le deseo mal a nadie. Hay muchísimas personas en este país que nos han causado un daño inmenso a los peruanos y se merecen todo el castigo posible en este mundo. Me refiero a esa casta de personajes tan finos como hipócritas a quienes conocemos con el génerico rótulo de "caviar". Un caviar es el clásico izquierdoso que pertenece a la clase acomodada, muchas veces de noble cuna, larga alcurnia y apellido sonoro y/o compuesto. Es la gentita bien que tiene el poder misterioso de poder abrir todas las puertas con solo pronunciar su nombre, el invitado especial de los medios para ilustrarnos con su sabiduría profunda sobre casi cualquier tema, el candidato eterno a ministro de estado, a consultor o a conformar cualquier comisión de notables, el tipo fino y carismático que siempre está a favor de las causas nobles y lindas que defiende la izquierda, el amante de los pobres y predicador de la igualdad, el infatigable luchador contra la corrupción, el defensor insobornable de la democracia, el dueño de la moral, la memoria, la dignidad y la verdad. Por último: el típico antifujimorista de manual.

Esta es la gentita que se encargó de configurar el cerebro de las últimas dos generaciones con los discursos de odio al fujimorismo, haciéndole creer a los incautos que el fujimorismo era sinónimo de corrupción y que, por tanto, había que votar por cualquiera menos por Keiko. Empezaron encumbrando a Alejandro Toledo como el salvador de la patria, el mesías que nos sacaría de la opresión del fujimorato para llevarnos a la tierra prometida de la santidad, no sin antes castigar con rigor a todos los que cayeron en el pecado durante los noventa. Luego apoyaron a Ollanta Humala a quien le borraron sus antecedentes como el siniestro capitan Carlos, acusado de crímenes de lesa humanidad, y lo convirtieron en el ángel guardián de la democracia. Más tarde le comprarían la conciencia a PPK para que se pase al lado izquierdo de la historia y empuñe la espada del antifujimorismo. Después dieron soporte a Vizcarra para que se convierta en el verdugo de Alan y Keiko, jugando en pared con una fiscalía capturada ya por la mafia en alianza con los medios prostituidos por el régimen.

Por último, alzaron en hombros a Pedro Castillo, el analfabeto sindicalista magisterial vinculado a la rama senderista del Movadef, aliado de la banda de los Dinámicos del Centro dirigidos por Vladimir Cerrón, un condenado por corrupción. Todo eso se hizo simplemente para evitar el triunfo de Keiko Fujimori. Es decir, los niños bien de la caviarada y sus aliados del progresismo de cafetín, prefirieron mantener sus odios atávicos contra el fujimorismo y nos empujaron al pozo séptico de la corrupción y del extremismo comunista más incapaz de nuestra historia, solo para evitar un gobierno de Keiko.

Toda esa miseria de gentuza que se arrastra por el lodazal de sus odios enfermizos predicando con candor decencia y moral, merecen ser expuestos como lo que son: falsos valores y hasta corruptos. Son la crema y nata de la hipocresía social y política. Han preferido seguir posando como defensores pulcros de la moral con la condena principista a los noventas solo para evitar que Keiko gane una elección, antes que considerar lo que le conviene al país. Poco o nada les importó lo que Pedro Castillo significaba como amenaza real para las instituciones democráticas y republicanas, en vista de sus discursos incendiarios y sus prédicas de odio, para no hablar de su ignorancia absoluta y su falta de cuadros. Lo único que les importó a estos señores caviares y progres de la izquierda fue mantener sus odios.

Lograron engañar a medio país con sus cuentos de terror contra Fujimori y con su farsa jurídica contra Keiko, urdida por un fiscal desquiciado que cada día queda más expuesto ante la opinión pública como el fraude que es. Pese a los destapes de corrupción en cada uno de los gobiernos que apoyaron, ellos siguieron sosteniendo que la única corrupción era el fujimorismo. Eran hábiles para montar marchas de odio a Keiko y al fujimorismo, apoyados por las oenegés de izquierda y sus hordas de zombies amaestrados en el odio, mientras los gobiernos sucesivos que apoyaban cometían los mismos o incluso peores actos de los que acusaban al fujimorismo. ¿En qué gobierno no hubo corrupción galopante? ¡En todos! Y en mayor cuantía. ¿En qué gestión no prostituyeron a la prensa? ¿Acaso no vimos periodistas encumbrados apoyando descaradamente a Ollanta y Nadine, así como a Susana Villarán, cuando actuaban como socios de Odebrecht y otras empresas brasileñas? Nunca se vio una prensa tan servil y arrastrada como la que se entregó a Martín Vizcarra, a quie llegaron a llamar "papá". Pero la prédica de la izquierda fue siempre contra "los diarios chicha de Montesinos" o las rumas de billetes en la salita del SIN. Con eso nos tapaban los ojos para no ver la corrupción de los útimos 20 años.

Otra de las cosas de las que se acusa permanentemente al fujimorato es de copar las instituciones. Pero ¿en qué gobierno no trataron de copar las instituciones? Todos han tenido esa pretensión. Pero nunca fue tan descarado y evidente como en los tiempos de Martín Vizcarra, cuando se desató una guerra política con sicariato de por medio para liquidar al fical de la Nación Pedro Chávarry y capturar la Fiscalía. Luego Vizcarra dio un golpe de Estado, apoyado por la mafia caviar, para evitar perder el Tribunal Constitucional cerrando inconstitucionalmente el odiado Congreso "fujiaprista", algo que estuvieron buscando afanosamente durante un año. Como se ve, los caviares han sido socios de la corrupción y causantes del descalabro institucional del país, mientras predicaban su odio al fujimorato como pose anticorrupción y defensa de la institucionalidad. No hay pues mayores hipócritas y falsos valores como los caviares, esa casta de farsantes de alcurnia y buen apellido que ya han empezado a caer uno tras otro, desde Susana Villarán hasta Mauricio Fernandini, pero seguro que se vienen más. Como cuenta García Marquez en una de sus novelas, solo tenemos que sentarnos en el vano de la puerta y esperar hasta ver pasar el cadáver de nuestros enemigos.