viernes, 21 de junio de 2019

De Montesinos a Montenegro


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La última gran genialidad de la ministra de la Mujer, Gloria Montenegro, fue disfrazar a los más altos oficiales del Ejército peruano con mandiles rosados, como parte de una campaña de "concientización" contra la violencia de género y por la igualdad. En buena cuenta, les hizo firmar su acta de sujeción a la ideología de género. El escándalo no se hizo esperar, tanto a nivel nacional como internacional. Pero pasado el escándalo inicial, lo que vale la pena comentar ahora es la reacción en todos los frentes. 

Desde luego, todos los progres aplauden la payasada de la ministra porque esta gente vive convencida de que con esa clase de estupideces van a "concientizar" a la gente y transformar la realidad social y cultural de un pais. Obviamente son delirios de chiflados. Pero los progres no tienen más capacidad mental que esa. Por eso que se pasan la vida en activismos ridículos. Creen que van a salvar el mundo con una bicicleteada, o cambiar el clima del planeta con un apagón. En fin. 

Los más pintados referentes del progresismo mediático han salido de inmediato a posar como  los buenos de la película, apoyando lo que consideran una "buena causa". Los buenistas y poseros han pedido su propio mandil rosa para sumarse a la campaña de idiotización, perdón, de concientización de una población que simplemente se encoge de hombros frente a estas estupìdeces progres.

El mayor problema es que las estupideces no vienen de progres independientes y de oenegés, sino del propio Estado peruano, que gasta verdaderas fortunas para hacer este tipo de campañas idiotas. No se trata solo del costo de los mandiles que son pedidos por docenas de miles, sino el corso de la Mujer que se moviliza llevando todo un equipo de burócratas para armar el circo. 

Tenemos pues al Estado peruano convertido en circo de género, dedicado a campañas y activismo barato, y lo que es peor, llevando a oficiales del Ejército a posar haciendo el ridículo internacional, porque esas fotos se han viralizado en el exterior causando la mofa de medio mundo. Lo único que ha logrado la ministra de la Mujer con esa payasada es ponernos en ridículo ante el mundo. 

No es haciendo payasadas como va a cambiar la realidad. Si el Ministerio de la Mujer no tiene nada más que hacer que convertirse en  una ONG feminista, deberíamos cerrarla y ahorrarnos tremendo gasto, ya que existen oenegés feministas de sobra que pueden dedicarse a esas payasadas. Tenemos un Estado que gasta demasiado y aporta poco a la sociedad. Debería concentrar sus gastos en la seguridad ciudadana, la salud y otras causas más importantes que campañitas de género.

No vamos a cambiarle el cerebro a los progres. Ellos, en sus limitaciones mentales, seguirán convencidos de que estas payasadas y ridiculeces son necesarias. Han salido a denostar a quienes se burlan de los generales en mandil rosa, llamándolos "conservadores" y otras cosas. Pero lo cierto es que los progres están incapacitados mentalmente para admitir un error cuando se trata de defender toda forma de activismo a favor de sus causas bobas, como el igualitarismo social, por más ridículo que este sea. 

No tenemos problemas con que el progresismo se dedique a las payasadas y estupideces para llamar la atención de sus causas sociales y políticas, pero si cuando lo hace el Estado peruano con dinero público y cuando afecta la imagen de instituciones tutelares de la patria. El activismo tienen un límite y el Estado no puede convertirse en  un circo de payasos para promover idealismos sociales. Eso es lo mínimo que deberían entender estos señores del progresismo delirante y socialcojudo.

sábado, 8 de junio de 2019

La izquierda se frota las manos


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Muy peligrosa es la situación en que está colocando al país el presidente Vizcarra. Lo más lamentable es que al parecer a nadie le interesa el país. El stablishment progrecaviar y la prensa mermelera sólo se dedican a una cosa: combatir y fustigar al fujimorismo, sin importar si para eso deben acabar con la democracia y el Estado de derecho, cerrando el Congreso al caballazo. ¿A tanto llega el odio y la estupidez de estos enfermos?

Frente al paquete de reformas que el Ejecutivo ha planteado de manera prepotente, interponiendo una ridícula cuestión de confianza carente de sentido, los sectores progres y caviares solo han salido a aplaudir la actitud desafiante de Vizcarra, sin tomarse la molestia de analizar esas reformas. Todo lo que quieren es que Vizcarra cierre del Congreso. Se lo piden a gritos todos los días. 

Claro que estos zombies comecerebros esconden sus colmillos justificando su actitud demencial de curiosas maneras. La primera de todas es la pose de superioridad moral. Sí, así como lo oyen. Se creen superiores. Pero en esa masa de borregos están los sectores más ignorantes de la sociedad. Si no miren nomás a la cloaca del colectivo No a Keiko, y a los que salen a marchar contra Keiko y contra el Congreso. ¿Alguien puede decir que ese colector séptico de rojos, progres y caviares que discurre por las calles en una marcha fascistoide es superior en algo al fujimorismo? 

Se han pasado los últimos 18 años estigmatizando al fujimorismo y los últimos tres, atacando al Congreso, al punto que hoy ese redil de borregos se se ha convencido de que los malos son los fujimoristas y que la República solo se salvará si los desaparecen. Allí tienen al delirante trosko de Nicolás Lúcar ladrando todos los días contra el Congreso y pidiendo a gritos que lo cierren. Hoy el insigne termocéfalo y resentido social de César Hildebrandt tiene el cuajo de decir que si el Congreso cambia algo de la reforma, Vizcarra debe cerrarlo.

Los sectores más pensantes de la sociedad, los especialistas, los que tienen cierto recorrido en la política, etc., todos ellos han señalado que las reformas presentadas por el Ejecutivo al Congreso no pasan de ser barbaridades sin criterio. Desde las elecciones "primarias" abiertas y obligatorias para elegir a los candidatos de cada partido, hasta la lista con paridad de géneros, solo son delirios sin sentido de gente sin oficio político. En nada van a favorecer a la democracia. Se trata de puros caprichos ideológicos y experimentos peligrosos inventados por intelectuales de salón que no tiene idea de lo que es un partido ni de qué trata la democracia. 

El trasfondo de estas reformas es la demagogia y la guerra política contra los partidos. No tiene ningún sentido real para mejorar absolutamente nada. Exigir que los condenados en primera instancia no puedan ser candidatos corre el riesgo de imopedirle su participación a un inocente, pues hasta que no exista condena firme del Poder Judicial existe la presunción de inocencia. Hay reformas del reglamento que bastarían para manejar mejor el asunto de la inmunidad. Pero utilizar eso como insumo para la demagogia y las reformas dacronianas es peligroso.

De modo pues que no podemos exigirle al Congreso que apruebe esas disparatadas reformas sin cambio alguno. Lo tienen que cambiar. Incluso los deben arrojar a la basura. Es de tal magnitud el despropósito de algunas reformas que parecen hechas ex profeso para que sean descartadas, y así tener el pretexto para cerrar el Congreso. Esto es lo que ya están adelantando los profetas del odio antifujimorista. Es decir, los enfermos han colocado al país en la disyuntiva absurda de aprobar unas reformas disparatadas y aberrantes, o cerrar el Congreso. En cualquier caso, el país va a pagar las consecuencias. No tenemos salida.

Es por eso que hay voces que reclaman una reacción republicana en defensa de la democracia y del Estado de Derecho. Los sectores pensantes deben salirle al frente a estos enfermos de odio y frenar sus ínfulas antidemocráticas y totalitarias. No porque detestan al fujimorismo vamos a dejar que hagan lo que quieran con el Congreso y con el país. El fujimorismo no es ni mejor ni peor que los otros sectores políticos. La izquierda tiene tantos o más corruptos que los que puede mostrar este fujimorismo que ni siquiera ha pasado por el poder. La gran mayoría de la bancada de Fuerza Popular son invitados. Es decir, no son fujimoristas. De los que son fujimoristas, la gran mayoría son nuevos. No se les puede achacar absolutamente nada. 

En cambio la izquierda y los caviares sí tienen las manos sucias. Han copado las instituciones con sus miembros y son parte del gran negociado de las consultorías. También son afectos a blindar a sus allegados, desde Toledo hasta Pablo Sánchez. Siempre lo han hecho. Controlan gran parte de la prensa e influyen en el gobierno. No son pues santos de ninguna manera. No son dueños de la moral. No tienen autoridad para tachar a nadie. Así que no debemos permitir que en nombre de una falsa superioridad moral, que no tienen, ni con el pretexto de una superioridad intelectual, que tampoco tienen, nos impongan un mamarracho de reformas o nos amenacen con acabar con la democracia.