Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
El debate alrededor del asilo solicitado por Alan García a Uruguay, gira alrededor de visiones un tanto anacrónicas que ya no corresponden a las realidades políticas del siglo XXI. Por ejemplo, se habla de que no es un perseguido político porque hay separación de poderes entre el Ejecutivo y el Poder Judicial, y han pintado al presidente Vizcarra como respetuoso de la Constitución.
Pasó lo mismo cuando Alan García anunció un golpe de Estado, todos los cándidos del progresismo se rieron pensando que Vizcarra iba a sacar los tanques a las calles, una imagen que ya no concuerda con estos tiempos. Los golpes que las dictaduras del siglo XXI perpetraron en Venezuela y Bolivia, por ejemplo, apelaron al plebiscito, la reforma constitucional, el control de los medios y el apoyo popular ganado con actos efectistas y discursos combativos. Es es la manera en que se han dado todos los golpes en este siglo.
Por lo mismo, cada vez que alguien invoca la tradicional separación de poderes entre las instituciones políticas constitucionales, está mirando hacia el siglo pasado y perdiendo de vista la realidad actual. Lo que debemos explicarle a Uruguay es que las instituciones políticas constitucionales del Perú, han dejado de ser autónomas e independientes, y regidas únicamente por su marco legal. Lo que tenemos hoy son instituciones capturadas por agentes extraños que responden a otra clase de intereses.
Lo que el mundo debe saber es que el Ministerio Público en el Perú ha sido infiltrado por agentes que responden a los intereses de una poderosa ONG de izquierda, que ha provocado una crisis total al interior de esta institución que hoy se debate en una guerra interna por su autonomía. Ya no es posible seguir ocultando esta verdad. Salta a los ojos. Es evidente cómo IDL, la ONG comunista más poderosa del Perú, maneja los hilos de la Fiscalía a través de agentes infiltrados que le filtran los expedientes, acatan instrucciones y reciben de parte de IDL material que es usado por los fiscales ante el juez.
No se puede tapar con un dedo el escándalo que la mafia organizada de IDL ha provocado desde el nombramiento de Pedro Chávarry como nuevo Fiscal de la Nación. Ya desde antes de la salida del fiscal Pablo Sánchez se preparaba el terreno para impedir que Pedro Chávarry asumiera el control. Se hicieron petitorios de los notables caviares de siempre, se orquestó una campaña en medios para mostrar la conveniencia de que Pablo Sánchez siguiera al frente de la Fiscalía. Pero cuando nada de eso dio resultados, empezó la guerra sucia contra el nuevo Fiscal de la Nación, a quien lo han acusado de todo. Una guerra sin cuartel a través de todos los medios controlados por la mafia.
Lo que Uruguay debe saber es que el Ministerio Público en el Perú está en crisis, que ha perdido su autonomía y sufre de una infección parasitaria a cargo de diversos miembros infiltrados que responden a las instrucciones de la ONG comunista IDL. Hay prueba de sobra.
Y si vamos más allá, podríamos admitir que incluso el gobierno está infiltrado por estas ONG de izquierda, que ante la crisis terminal de los partidos políticos y la debacle de la clase política tradicional, se han constituido como los agentes del poder político en la sombra. En estos tiempos ya no son los partidos políticos los que aportan los cuadros políticos para los ministerios, ya no es con los partidos políticos que el gobernante de turno hace alianzas para lograr gobernabilidad. Ahora todo eso se hace con las ONG de izquierda.
Incluso las políticas públicas ya no nacen en los planes de gobierno del partido en el poder, sino en las campañas organizadas por las ONG de izquierda, las que muchas veces responden a políticas que son impulsadas por organismos internacionales controlados por el progresismo mundial. Y esto es una realidad a nivel internacional en Latinoamérica, donde vemos las mismas agendas políticas.
No es casualidad que los políticos perseguidos por este fiscal desequilibrado Domingo Pérez, que ha dejado en evidencia sus vínculos estrechos con IDL, sean los que lideran la oposición al gobierno. No es para nada un hecho casual que en medio de todo el escenario de partidos con aportes de Odebrecht que han tenido que recurrir a la estrategia de los aportantes fantasmas, se escoja a Fuerza Popular para perseguir a sus miembros. No enjuiciados, como debiera ser, en última instancia, sino apresados "preventivamente" y por tres años. Nada de eso es casual.
Y por si quedaran dudas, tampoco es casualidad que luego este mismo fiscal digitado a control remoto por Gustavo Gorriti desde sus cuarteles en IDL, cargue después contra Alan García, sin tener más que cargos fantaseosos por una conferencia dada cuando ya no era presidente. Estaba cantado que el siguiente paso de este fiscal era pedir la prisión preventiva. Lo hizo venir desde España, le dictó impedimento de salida y luego iba a ejecutarlo con el juez carcelero Concepción Carhuancho.
Algunos creen, equivocadamente para variar, que Alan García no tiene ahora mayor poder político, que su bancada es exigua y que sería ridículo que Vizcarra o la mafia caviar se ocupen de él para sacarlo del escenario político. Esto no es tan cierto. Alan García sigue liderando buena parte del Apra y los cuatro congresistas que tiene le son leales. Y si bien solo son cuatro congresistas, bastan solo tres de ellos para movilizar la agenda política del Congreso y del país, pues se trata de congresistas experimentados en las lides políticas y parlamentarias.
Nada es casualidad. Son los dos políticos más gravitantes del Perú que resultan incómodos no solo al gobierno de Vizcarra sino, fundamentalmente, al verdadero poder tras el trono que es la mafia caviar. Vizcarra es, hay que decirlo sin miedo, un tonto útil para la mafia. Carece de ideas políticas claras, no tiene partido político y ni siquiera bancada en el Congreso. Es un huérfano en el poder que ha sido seducido por la mafia. Lo han acogido, apapachado, engreído por los medios al servicio de la mafia, y reverenciado por la corte de adulones palaciegos de la prensa prostituta.
A Vizcarra no le queda otra cosa que dejarse seducir por la mafia si quiere llevar su gobierno a término. Su gabinete es el más mediocre de los últimos tiempos. Resaltan sus ministros de izquierda colocados en puestos clave como Trabajo, Justicia, Educación, Inclusión social y otros. Todos ellos puestos por la mafia caviar que hace tiempo coloca y saca ministros y nombra presidentes de la PCM. Durante el gobierno anterior, solo Nadine Heredia pudo hacerle frente a la mafia caviar, para nombrar a quien le daba en gana. Pero en estos tiempos en que no hay un partido en el poder ni un líder al mando de la nación, los caviares están de fiesta en palacio de gobierno.
Entonces, para resumir, el golpe en el Perú ya se dio. La mafia caviar tomó el poder en los días de Paniagua y nos puso de presidentes a Toledo, Ollanta y PPK. No les gustó que el fujimorismo y el Apra les tumbaran a PPK y han reaccionado con todo. Han amenazado cerrar el Congreso, han impuesto modificaciones constitucionales para ganar el apoyo popular y han montado el circo romano contra Keiko Fujimori y Alan García. El mayor valor político que tiene todo este show fiscal es el de ganar apoyo popular para el gobierno. De hecho, mientras el loquillo fiscal Pérez arremete contra Alan y Keiko, es Vizcarra el que luego se pasea por todo el Perú haciendo alarde de su lucha contra la corrupción.
Uruguay tiene que saber que el asilo no lo protege a Alan del poder político sino de la mafia caviar que hoy controla los poderes del Estado. Acá no hay justicia, solo persecución.