Pedro Castillo se ha convertido en la pesadilla de todos los peruanos. Cada vez que sale al extranjero y abre la boca nos avergüenza. Lo mismo cuando concede entrevistas. El sujeto es incapaz de emitir pensamientos estructurados y coherentes. Todo lo que sale de su boca es una cháchara insustancial, hecha de frases de cliché y conceptos huecos pegados con retórica barata. Es incapaz de una sola idea original. Ni siquiera de una idea propia.
¿Qué hacer con este sujeto? ¿Lo vamos a tener que aguantar cinco años? Y no solo es él sino la banda de impresentables que lo acompaña en su penoso gobierno. Nadie se quejaría de tener un gobierno de izquierdas si es que ganaran limpiamente las elecciones y tuviesen los cuadros necesarios para conducir al país con transparencia y probidad. Pero no es el caso. El gobierno de Pedro Castillo ha padecido desde el primer día para encontrar cuadros. Sus ministros han sido cuestionados por su pasado terrorista o su filiación senderista, además de falta de idoneidad para ejercer un cargo.
Estamos en manos de un sujeto que carece del más elemental nivel cognitivo para gobernar, además de contar con una gavilla de ministros sacados de los bajos fondos del izquierdismo más radical, entre familiares, amantes y visitadoras de terroristas, quienes tienen su propia agenda para imponer su particular visión de la historia. Ellas han tenido el cuajo de convertir el “Ojo que llora” en un patrimonio cultural, sabiendo que ese monumento tiene amplio rechazo ciudadano, porque padecimos el ataque despiadado de huestes terroristas de izquierda que ese monumento trata de convertir en “víctimas”.
El famoso “Ojo que llora” es una huachafada caviar que pretende rendir homenaje a todas las “victimas del conflicto armado interno”, mezclando en ese concepto a las víctimas de Sendero Luminoso y el MRTA, con los terroristas abatidos por las fuerzas del orden. ¡Qué tal cuajo de estos comunistas! De este modo tratan de imponer su falaz concepto de que acá no hubo una agresión terrorista a la sociedad por parte de dos agrupaciones criminales de izquierda sino “un conflicto entre peruanos”. Algo que debemos rechazar de plano.
Hay que estar atentos con cada movimiento que hace este gobierno. Está claro que Pedro Castillo es un militante de la facción senderista magisterial. Su agenda es la de esa facción. Con su cara de tonto, su verbo barato y su sombrero, Pedro Castillo quiere pasar como el inocente campesino ignorante puesto en el poder por el pueblo. Pero sus acciones y expresiones denotan la agenda de esa izquierda a la que pertenece. Prueba de ello es su deseo -expresado en la entrevista a CNN- de otorgarle mar a Bolivia, así como eliminar las fronteras, no para crear mercados más abiertos sino para crear lo que llaman “la patria grande”, un espacio regional manejado por la izquierda.
El proyecto de “patria grande” fue esbozado en el Foro de Sao Paulo y llevado a la práctica por Hugo Chávez, aprovechando su abultada billetera cargada de petrodólares. Así dilapidó buena parte de la fortuna venezolana, comprando estados caribeños y apoyando candidatos de izquierda en Sudamérica. La creación de la CELAC fue parte de ese mismo proyecto, que era una especie de OEA sin EEUU, donde Venezuela sería el país dominante junto a Cuba. Pero tras la muerte de Hugo Chávez y la debacle económica de Venezuela todos esos grandiosos proyectos quedaron en el tacho.
Lula pretendió tomar la posta de Hugo Chávez posicionando a Brasil como líder del socialismo regional, para lo cual empleó el poder de sus empresas corruptas. Sin embargo, el proyecto naufragó con la caída en desgracia de Lula en Brasil y el escándalo Lavajato que acabó salpicando a todo el continente (menos en el Perú donde Odebrecht cuenta con el apoyo de la izquierda oenegera que maneja a la fiscalía). Acto seguido, Evo Morales apareció entre los escombros del socialismo del siglo XXI, retomando el poder perdido tras el fraude descubierto en Bolivia. El triunfo del MAS acabó dándole a Bolivia la representación regional del proyecto socialista. Las cercanías al Perú y el espacio común formado por la “nación aymara” facilitaron que Evo se convierta en líder regional en una amplia zona del sur del Perú. No se puede negar que hay mutuos intereses en el negocio narcococalero.
Para nadie es un secreto que el triunfo de Perú Libre se debe a las maniobras electorales emprendidas en el interior del país con asesoría boliviana, resumidas en alterar las actas de aquellas mesas en donde el partido de izquierda tiene todo bajo control. No hay manera de probar ese fraude, salvo que existan cámaras de seguridad en cada mesa. Pero están los testimonios de quienes asesoraron y recibieron esa asesoría, además de un resultado electoral que era estadísticamente improbable.
Como sea, Pedro Castillo y Perú Libre saben que tiene una deuda con el MAS de Bolivia y con Evo Morales. Les toca devolver ese favor y lo harán manipulando la cuestión marítima de Bolivia, que siempre ha sido el principal ingrediente político y electoral en ese país. Lo que debemos preguntarnos es si Pedro Castillo está dispuesto a entregar soberanía marítima a Bolivia para apoyar al MAS y devolverles el favor de un triunfo impensado en el Perú, además de integrarnos en el proyecto de la “patria grande”.