martes, 28 de mayo de 2019

Absurda prohibición de bolsas de plástico


Por: Alejandra Ramos Jaime, 
economista por la Universidad Autónoma de Coahuila

Hace una semana publiqué una encuesta en Facebook sobre la aprobación tan popular de la prohibición de bolsas plásticas, popotes, recipientes, empaques plásticos y de unicel. Tal como lo esperaba, el resultado fue un arrasador “Sí: Deben prohibirse”, con más del 60% de aprobación. No es de extrañar que a la gente le encanten este tipo de medidas, sin importarles incluso que los vayan a afectar a ellos mismos. Pero las prohibiciones están mal encaminadas. En principio toda prohibición es mala, por una simple y sencilla razón: ni el gobierno ni todos los que opinamos conocemos bien los costos – económicos y ambientales– de tal decisión. Es la medida más facilista y populachera que los políticos pueden adoptar para quedar bien con el vulgo.

Imaginen un escenario hipotético donde el plástico no existiera. Y no sólo que no existiera, sino que nunca hubiera existido antes. Suponiendo un consumo similar al actual, millones de toneladas de desechos orgánicos serían generados diariamente: bolsas de papel de un solo uso, popotes de aluminio, empaques desechables de cartón, etcétera. La prensa nos alarmaría sobre la cantidad de árboles talados, la inmensa cantidad de agua utilizada en la industria del papel y cartón, la alta tasa de extracción de minerales escasos, entre otros problemas. Imaginen, luego, que alguien descubriera un material que prometiera reducir en cinco veces el uso de agua; en dos veces, fuentes de energía no renovable; en tres veces, la emisión de gases de efecto invernadero. Un material maleable, higiénico, resistente y que, además, ¡no requeriría la tala de un solo árbol! Olas de consumidores preocupados por el ambiente y la conservación de recursos naturales irían a consumirlo y sería mal visto utilizar bolsas de papel, por ejemplo, que costaran recursos valiosos y bosques.

El invento, afortunadamente, ya existe: el plástico. La campaña en contra del plástico nos ha hecho olvidar sus múltiples beneficios, incluso ambientales. De acuerdo a los recursos utilizados, una bolsa de papel debe ser utilizada al menos siete veces para ahorrar el impacto ambiental de su fabricación con respecto a una bolsa plástica. Por su parte, una bolsa de tela debe ser utilizada más de 350 veces para compensar el impacto ambiental. Y en cada uso de bolsas de papel y de tela hay desgaste y consumo de recursos valiosos.

El plástico no solo responde a la comodidad de los consumidores. Los empaques plásticos de algunos alimentos permiten extender su vida útil y facilitar su distribución. En la carne, un empaque plástico al vacío extiende su vida de cuatro a 30 días. Un pimiento en una bolsa plástica perforada extiende su caducidad de cuatro a 20 días. Una botella plástica pesa 10 veces menos que una botella de vidrio. Las ventajas permiten que los alimentos sean más fáciles de transportar y requieran menos combustible; que sean más duraderos y más fáciles de almacenar, con lo cual hay menos costos de refrigeración, almacenamiento y desperdicio de recursos. Y esos ahorros se traducen, además, en bienes más accesibles económicamente para personas de menos ingresos.

Los plásticos son mucho más baratos que sus sustitutos por una razón: en su proceso de fabricación han logrado ser eficientes y utilizar muchos menos recursos –los cuales, sabemos, tienen un costo–. Cada empresa que analiza el empaque o servicio de sus productos está considerando ser lo más eficiente posible para extender sus ganancias. Las empresas toman en cuenta el combustible que hará falta para hacer llevar su mercancía a su consumidor final de acuerdo al peso; toman en cuenta los costos de energía en que incurrirán para mantener sus productos refrigerados o frescos. Son estas decisiones, en conjunto junto con el sistema de precios, las que nos transmiten información y nos vuelven mucho más eficientes y… ecológicos.

Con esto no quiero incitarlos a correr a su supermercado, tomar las bolsas y popotes, usarlos y arrojarlos al mar solo porque son baratos. Encontrar desechos plásticos en los océanos, ríos, alcantarillas o calles es un problema de administración de basura y sucede no solo con botellas o bolsas, sino con pañales, baterías, desechos electrónicos y metálicos. Para el gobierno es mucho más sencillo prohibir sin analizar previamente los costos o aceptar su responsabilidad sobre el monopolio que mantiene en la recolección, administración de basura y sobre todo la defensa y delimitación correcta de la propiedad privada en donde se puede o no disponer la basura. ¡Nuestra falla está en la disposición y manejo al ser un producto no degradable fácilmente!

En nombre del medio ambiente, los invito a cambiar el debate desde la coerción y la limitación de libertad a uno sobre la eficiencia y productividad en el uso de nuestros recursos. Después de todo, no hay nada más ecológico que aquello que es eficientemente producido, consumido y desechado.

sábado, 18 de mayo de 2019

Todos contra Yeni


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Si alguien todavía dudaba de que vivimos en una dictadura, lo ocurrido esta semana con Yeni Vilcatoma debería servir para quitarse todo rastro de duda. Solo en una dictadura ocurre que toda la jauría de la prensa al servicio del régimen, se lanza contra una persona por el delito de conducir un espacio televisivo donde ¡horror! se critica al presidente de la República. 

Esto es lo que ha ocurrido en el país. Ha sido un espectáculo triste y ridículo ver a tantos periodistas de prensa escrita, radial y televisiva, que gustan posar como defensores de la democracia, lanzándose contra Yeni Vilcatoma junto con unos cuantos congresistas antidemocráticos y serviles al régimen, pidiendo a gritos que el Congreso cierre ese programa. 

Estos periodistas, de la categoría mental de Juliana Oxenford y Jaime Chincha, no tienen el valor de ser honestos con su público y se escudan en pretextos bobos como el costo del programa. "Eso lo pagamos todos", gritan indignados, en una muestra no solo de cobardía sino de hipocresía total, además de ignorancia, pues el programa de Yeni Vilcatoma no cuesta nada, ya que usa el canal del Congreso que existe hace mucho tiempo. Que lo use durante media hora semanal para exponer las denuncias que recibe de la gente, no aumenta el costo y es un servicio social muy útil.

Pero obviamente no es el gasto público lo que les preocupa a estos chacales del gobierno, eso es lo que menos les interesa, viven felices recibiendo la mermelada del Estado y asegurando sus puestos defendiendo al régimen, todo lo que les ofusca la mente es que haya alguien criticando al gobierno que les da de comer. Lo más gracioso es que muy poca gente ve ese canal del Congreso y casi nadie conocía este programa, hasta que lo usó Yeni Vilcatoma para denunciar al régimen. También es cierto que Yeni Vilcatoma se ha convertido en un personaje muy incómodo para el gobierno y ha despertado los odios del vizcarrismo. 

La gota que derramó el vaso de la indignación de los ayayeros de Vizcarra, fue que Yeni Vilcatoma invitara a su espacio a uno de los personajes más vetados por el establishment que controla los medios, al economista Eugenio D'Medina, con quien analizó el escenario político cuestionando al gobierno por sus afán de vivir colgado del saco del Congreso en busca de popularidad. 

Eso fue demasiado para los perros guardianes de palacio que salieron corriendo a ladrar echando baba, tratando de acabar con Yeni Vilcatoma y su programa. Hipócritas y cobardes pusieron el grito en el cielo por lo que "nos cuesta ese programa". Bancadas de lacayos del gobierno junto a los comunistas del Frente Amplio, exigieron al Congreso que cierre ese programa. Felones de palacio como el divo traidor Franceso Petrozzi, se burlaron de Yeni Vilcatoma. En fin, todo muy penoso.

Luego de este bochornoso espectáculo de intolerancia y matonería contra Yeni Vilcatoma, por parte de la prensa servil y mermelera, ha quedado en evidencia el mecanismo con el que opera la dictadura montada por la caviarada oenegera, donde Martín Vizcarra no es más que un tonto útil. Ya tienen a la gran prensa sometida gracias al millonario soborno mensual de la publicidad estatal, ya tienen a sus perros guardianes bien amaestrados en cada medio de prensa, los que se ganan sus frejoles ladrándole a todo el que critique al gobierno, tienen a sus encuestadoras que hacen las preguntas debidas para montar la ficción del respaldo popular al gobierno, tienen a sus piquichones en el Congreso esperando ser llamados a algún ministerio. Todo este andamiaje se sustenta en el chantaje y el soborno, y es alimentado por el odio.

Nadie que pida la censura de un programa de TV puede llamarse periodista, nadie que lapide a una mujer por criticar al gobierno puede llamarse democrático, nadie que haya abierto la boca antes para protestar por los gastos inútiles del presupuesto público puede decir ahora que le preocupa el costo de un programa de media hora en el canal del Congreso. Hacer esto lo define como imbécil. No hay nada más que decir. Vivimos en una dictadura totalitaria que lo controla todo. O casi todo. Y con la misma metodología de toda dictadura: compra de conciencias y felones al servicio del régimen que son premiados de diversas maneras.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Alan García en el banquillo de la historia


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Las confesiones de Miguel Atala y del Hijo de Luis Nava acerca de los dineros que recibieron de Odebrecht, en el sentido que estos tenían como destinatario final a Alan García, ponen al ex presidente en una situación muy poco defendible. Nunca fuimos parte de la jauría rabiosa que perseguía al extinto ex presidente, y hasta, en ocasiones, lo defendimos de las imputaciones gratuitas que le hacían sus críticos de siempre, generalmente desde la izquierda y la prensa, sectores que carecen de moral para señalar y condenar a nadie en este país. Sin embargo, ante la información que ya se tiene es imposible asumir defensa alguna.

Si bien es cierto, como han dicho líderes del Apra, aun falta corroborar los dichos de los testigos, no parece que sea algo difícil hallar la ecuación que señala a Alan García como parte de la maquinaria mafiosa urdida por Odebrecht a lo largo de tres gobiernos nacionales, varios gobiernos regionales y municipales. Donde habían grandes obras, allí estaban las coimas de Odebrecht, indefectiblemente. Y para nadie es novedad que este país está podrido en corrupción por todos lados.

Alan García huyó del Perú perseguido por la dictadura de Fujimori, que torpemente asaltó su casa no se sabe claramente con qué propósitos. No es creíble la tesis de que querían matarlo. Lo más probable es que el dictador hubiera querido mostrarlo en público esposado, para ofrecerle un show a las masas histéricas, más o menos del mismo estilo en que hace poco Vizcarra pudo hacer con Keiko Fujimori, ganándose los aplausos de la chusma que delira ante este tipo de espectáculos.

Finalizado el fujimorato, Alan García volvió al país y movilizó a sus huestes judiciales para que le expidieran una resolución express, declarando prescritos todos sus delitos y así poder postular una vez más a la presidencia. Perdió frente a Toledo pero luego se impuso al chavista Ollanta Humala. Su segundo gobierno se benefició de la estructura económica saneada del país y de los altos precios de los minerales, por lo que salió airoso en las estadísticas. 

Luego vino el gobierno de Ollanta Humala, quien reinició la práctica nociva de la persecución política del rival, organizando una comisión en el Congreso que se dedicó a investigar los cinco años de Alan García, solo para ver qué se le encontraba, mientras Humala se dedicaba al insulto y el desprestigio del gobierno anterior. Paralelamente ganaron mucho poder los sectores caviares. Es allí cuando las fuerzas democráticas salen al frente para impedir que la política se convierta en una vendetta. Por un lado están quienes quieren hacer política mediante la persecución de Alan García, tal como habían hecho antes con el fujimorismo, y del otro lado están los demócratas que exigen debido proceso y respeto a la presunción de inocencia.

Siempre ha existido esta clase de políticos y periodistas especializados en el linchamiento. Hemos visto por años las portadas difamatorias contra Keiko y Alan, personajes favoritos de estos enfermos, a quienes simplemente le dedicaban toda clase de psicosociales. Nunca fuimos parte de esos sectores a los que consideramos enfermos de odio, y nos ganamos el apelativo de "fujiapristas". Pero tienen fuerza y a la gente le gusta el espectáculo que brindan. En especial, cuando al fin consiguieron poner a Keiko Fujimori tras las rejas, recurriendo a triquiñuelas, farsas jurídicas y a un juez carcelero que es parte de su comparsa política. Así hicieron realidad el sueño de muchos enfermos de odio. 

Todo estaba preparado por esta mafia de fiscales para capturar Alan García y brindar otro espectáculo similar. No pudieron esperar las evidencias y las delaciones para proceder en derecho. Al parecer era urgente apresar a Alan García para que los resultados del show se vieran reflejados en las encuestas de ese fin de semana, frenando la caída de Vizcarra. Pero Alan García no les dio ese gusto. No quiso ser parte del espectáculo funesto de esta mafia que aprovecha el cargo y la ley para sus fines nefastos. Alan García prefirió meterse un tiro y acabar con todo. Esta vez no huyó por los techos sino que prefirió huir hacia la eternidad en la que él creía. 

Ahora se tienen más luces acerca de la situación. ¿No hubiera sido mejor esperar un par de semanas más para ordenar la captura de Alan García y hacerlo sin tanto drama y show? Hubiera bastado con que un par de policías judiciales se apersonaran a la casa de García con la orden judicial. Pero la mafia requiere el espectáculo televisado y el escarnio público. Apenas hemos cambiado algunos detalles tecnológicos de cuando en la Edad Media el rey ordenaba la ejecución de sus enemigos en la plaza pública repleta de gente. Ya no se decapita al condenado ni se muestra a la chusma su cabeza sangrante, pero se le humilla de las formas más perversas para el deleite y disfrute de esa chusma que sigue siendo la misma.

Ya no se le podrá juzgar a Alan García. Saldrán a la luz los detalles y tal vez se confirme lo que muchos sospechaban: que había también sucumbido ante el poder de la mafia corruptora brasileña que se apoderó de la política peruana y de otras instituciones durante años. Sus enemigos tendrán que sufrir la decepción de no poder ver a García como querían: vejado y maltratado. La muerte rápida de Alan no es algo que hayan celebrado. Hubieran preferido el circo morboso y el show. 

Pero todavía quedan muchos personajes por juzgar. Y a ver si estos fiscales se dignan en dar inicio a un juicio. Toledo y Ollanta siguen sin juicio. Villarán sigue tomando sol en su casa de playa. Pero más allá de la casta política corrupta de este país, a muchos nos gustaría que la pus saltara también en otras instituciones que fueron igualmente corrompidas por Odebrecht, como la prensa. Por lo pronto ya se sabe que hubo árbitros corrompidos. ¿Y los jueces y fiscales? ¿Son incorruptibles? No. No lo son. Claro que son corruptos, como se descubre a cada rato. ¿Pero quién le pone el cascabel al gato?