Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Al fin se destapó el buzón que cubría las cloacas de la caviarada y salió con toda su fétida pestilencia, flotando en sus aguas negras, lo que ya todos sabíamos desde el principio: que la multimillonaria campaña del NO a la revocatoria de Susana Villarán estaba financiada con plata sucia proveniente de la mafia brasileña, exactamente igual a como se financió la también multimillonaria campaña de Ollanta Humala. Ahora que no vengan a decir que no sabían nada, que están sorprendidos e indignados. ¿Acaso creían que todo era gratis?
La misma mafia que puso a Ollanta Humala en la presidencia fue la que repuso a Susana Villarán en la alcaldía de Lima. No es ninguna novedad. Hasta tuvieron al mismo asesor: el famoso Favre, y al mismo personaje funesto entre bambalinas: Salomón Lerner. La campaña por el NO a la revocatoria fue la más escandalosa de la historia. Nunca se utilizaron tantos paneles publicitarios, ni se involucró a tantos personajes con tan sofisticada logística. El copamiento caviar fue total. Además, ya estaban en el poder, tanto a nivel de gobierno nacional como del municipal. Por eso pudieron hacer lo que les vino en gana.
A tanto llegó el poder de la caviarada que fue cuando iniciaron la compra de medios de prensa sin rubor. Su primer golpe fue sacar a Aldo Mariátegui de la dirección de Correo sin dar ninguna explicación. Luego empezó a crecer el presupuesto de publicidad estatal en medios a niveles de espanto. De alguna curiosa y extraña manera, una multitud de artistas caviares y pituprogres aburguesados se unió a la campaña a favor de Susana Villarán, creando adhesiones importantes en los jóvenes. Ahora nos preguntamos si todo ese entusiasmo fue gratuito.
Claro que siempre hay tontos útiles. La principal de todas fue sin duda Lourdes Flores, quien no tardó en posar junto a la alcaldesa con los brazos cruzados. Todos los colectores de izquierda vomitaron a sus personajes estelares para sumarse a la campaña por el NO, empezando por los perturbados mentales de los nakos y las oenegés pro terrucas. Las marchas, camisetas, canciones y lemas que se corearon estuvieron bien aceitados con dinero de la mafia brasilera, la misma que en esos mismos días se aseguraba las más grandes concesiones de la ciudad, empezando por meterse los peajes al bolsillo por treinta años.
Si alguien creyó que tan tremenda campaña era gratuita, pecó de idiota. Ahora resulta que quienes repiten a cada rato que es imposible que Fujimori no supiera nada de lo que hacía Montesinos, han salido a decir que no sabían nada de lo que hacía Susana Villarán. Incluso esta ha salido a decir que ella no sabía nada de lo que negociaba Favre o Salomón Lerner. Ahora resulta que nadie sabía lo que pasaba ni de dónde salían los millones. Ahora todos se hacen los cojudos.
Lo bueno de todo esto es que se les ha caído la máscara a estos farsantes que siempre se presentaban como los incorruptibles, como los defensores de la moral, los luchadores contra la corrupción, los que vivían señalando con su dedo acusador al fujimorismo, los perseguidores que metían preso a todos y luego investigaban. Esos son los que ahora están señalados como corruptos. Si, señores: los progres, caviares y rojimios son unos corruptos. La única diferencia es que mientras Montesinos se compraba políticos por 50 mil dólares, los brasileños se compraban caviares por millones de dólares.
Esperemos que la Fiscalía sea tan presurosa y diligente para investigar a Susana Villarán y a toda su gavilla de corruptos, como lo es para investigar a Keiko. La gran diferencia con Keiko es que ella nunca fue funcionaria pública pero Villarán sí. Otra diferencia con Keiko es que no existen indicios claros y directos de aportes a su campaña, como si lo hay en el caso de Villarán. Ya es hora de que los caviares dejen de ser intocables. Queremos ver si en este país hay justicia o solo vendetta contra unos y agüita tibia para otros.