martes, 24 de noviembre de 2020

Cómo la mafia controla el poder en el Perú

 

Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Empecemos por el principio. Hace una década que todo está corrupto en el Perú. Exactamente desde la llegada de la mafia brasileña -enviada directamente por Lula y el Foro de Sao Paulo- para apoyar la campaña presidencial de Ollanta Humala. Pusieron al frente al todopoderoso estratega Luis Favre y los millones de dólares de Odebrecht y otras empresas mafiosas empezaron a fluir en diversas direcciones, especialmente hacía la gran prensa. Eso no ha cambiado nada hasta hoy. 

En el gobierno de Ollanta Humala esta mafia se consolidó en el Perú. Es la mayor organización criminal jamás vista copando el poder. Se conforma por oenegés y medios de prensa, con fiscales, jueces, abogados y periodistas en planilla, contratados para defender los intereses de la mafia. Se la conoce como “mafia caviar”. Incluso PPK fue comprado por esta mafia y se convirtió de pronto en furibundo antifujimorista y aliado de la izquierda. De hecho, PPK ganó la presidencia gracias al fraude montado por la prensa en contra de Keiko Fujimori, acusándola de narcotraficante una semana antes de las elecciones. Y aunque PPK ganó, el problema era el Congreso. 

Un Congreso controlado por el fujimorismo que se atrevió a vacar al presidente de la mafia era insostenible. Había que hacer algo. Vizcarra fue muy fácil de alinear porque tenía tremendo rabo de paja y los fiscales le respiraban en la nuca. La mafia le ofreció protección a cambio de cerrar el Congreso. El pretexto: la lucha contra la corrupción. Vizcarra siguió el show de los fiscales al servicio de Odebrecht. La prensa mermelera se dedicó a contar el cuento de que la corrupción era Fuerza Popular encarnada en Keiko Fujimori, y que el Congreso “fujiaprista” era obstruccionista y aliado de la corrupción. Ese cuento se repitió hasta el cansancio. Finalmente, la mafia se ocupó de eliminar a Fuerza Popular, a Keiko Fujimori y al Congreso. ¿O hay alguien que no vio esta película? 

Esta misma prensa al servicio de la mafia apoyó y endiosó a los fiscales de Odebrecht, apoyó el acuerdo con la empresa mafiosa, justificó el pago de 542 millones a Odebrecht, transmitió en vivo el proceso de Keiko hasta su prisión, le dedicó 1,200 portadas difamatorias a Chávarry para sacarlo del puesto y recuperar la Fiscalía para la mafia. Esta misma prensa apoyó el golpe de Vizcarra y manipuló las encuestas a su favor hasta convertirlo en ídolo de masas, mientras recibía millones a cuenta de publicidad estatal. Esta es la prensa corrupta que se encarga de manipular conciencias. 

Por supuesto que los tontos que abundan en este país se tragaron completito los cuentos de la prensa, y aplaudieron el show de los fiscales y de Vizcarra creyendo que estaban luchando contra los corruptos. Pobres tontos. El mayor logro de la mafia fue prostituir a la prensa y controlar el Estado con agentes contratados como asesores, o nombrados ministros o viceministros para luego pasar a ser ministros, y así seguir dando vueltas en el Estado en diferentes cargos. Esto ocurre con total descaro a vista y paciencia de todos. Y ahora se repite en el gobierno de Sagasti.  

¿Por qué la izquierda movilizó a sus clásicos tontos útiles a las calles tras la vacancia de Vizcarra? Porque de pronto habían perdido todo el poder. Un fiscal y un par de medios independientes se dedicaron a ventilar las corruptelas de Vizcarra hasta que se oyó la palabra “vacancia”. De pronto salieron los opinólogos a sueldo para decir que Vizcarra no podía ser vacado, que debía terminar su período y ser investigado después, que no podíamos arriesgarnos a la inestabilidad, que estábamos en pandemia y mil pretextos más. Luego aparecieron las encuestas mostrando que el 70% apoyaba a su majestad Vizcarra y no querían vacancia. Nunca antes un corrupto a cargo de un gobierno fracasado había tenido tanto apoyo. La mafia y su prensa estaban aterrados. 

Por desgracia para la caviarada, este Congreso que fue resultado del golpe de Vizcarra, tuvo el valor de vacar al coimero de Moquegua, así sin miedo. Fueron 105 congresistas de diversas bancadas los que vacaron al corrupto de Vizcarra amparados en la Constitución. El resto fue mero trámite. El presidente del Congreso, Manuel Merino, asumió la presidencia como manda la ley. Nunca hubo un golpe, como luego cacarearon en las calles. La vacancia por incapacidad moral es una figura que existe en la Constitución y se alcanzaron los votos reglamentarios. Así que a llorar al río. Pero a la mafia le interesa un pepino la ley y la Constitución. Solo ellos determinan lo que es y lo que no es un golpe. Así que salieron todos los progres y caviares a gritar que era un golpe. 

Vizcarra tuvo que aceptar los hechos y salió a despedirse con todo su equipo de gobierno. Quienes no aceptaron la vacancia fueron los jefes de la mafia, las oenegés de izquierda que perdían sus consultorías y encuestas, los medios mermeleros que veían peligrar sus ingresos de dinero público, los típicos odiadores de izquierda que no aceptan a nadie que no sea de su casta, y que sufrieron una crisis nerviosa al ver a tantos miembros de la rancia derecha confesional con Merino en el poder. De inmediato presionaron el botón de alarma y convocaron a sus típicos tontos útiles a marchar a las calles. Los centros federados capturados por la izquierda, las oenegés pro terrucas, los sindicatos comunistas, los colectivos de toda clase salieron a las calles a rechazar el “golpe”.  

El típico recurso de la “marcha pacífica” fue usado una vez más, sabiendo que se iban a sumar los vándalos, las barras bravas, los delincuentes y toda clase de lacra social. Provocaron a la policía y los atacaron con piedras y bombardas hasta conseguir el ansiado muerto. La prensa no tuvo reparos en alentar a los vándalos y defender las marchas. No informaban, sino que alentaban a los jóvenes a salir a protestar. La cobertura de las marchas en la televisión fue permanente y obscena. El relato era una “defensa de la democracia” y “rechazo al golpe”. De esta manera la mafia transformó su feroz batalla por la recaptura del poder en “gesta democrática”. Luego vino la huachafería de idealizar a los jóvenes con la etiqueta de “generación bicentenario”, como si fueran algo especial. Son los mismos tontos útiles que la izquierda saca a marchar en toda ocasión.  

La huachafería caviar ha llegado a niveles más asquerosos que los de costumbre. Manipularon a jóvenes incautos y aprovecharon la muerte de dos vándalos para capturar el poder. Ahora los han convertido en héroes y piden espacio en el LUM. Más huachafos y cínicos no pueden ser. Están felices porque consiguieron sus gollerías, volvieron a ocupar cargos en el Estado y están de vuelta.  El primer mensaje de Sagasti fue para castigar a la policía y lanzarles besos a los jóvenes. Una vez más los jóvenes han sido usados como los tontos útiles de la izquierda y de la mafia caviar. Pero les han hecho creer que son los “defensores de la democracia”. 

domingo, 15 de noviembre de 2020

Un golpe callejero de la mafia


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Entender lo que está pasando en el Perú en estos días es muy simple. Pero debemos primero hacer un necesario y breve recuento del régimen de Vizcarra. Con la vacancia de Vizcarra por corrupto, coimero y embustero, la izquierda perdió el poder que mantenía desde hacía nueve años. Es decir, desde que en el 2011 se instaló Ollanta Humala con toda la mafia de Odebrecht en el aparato del Estado, incluyendo las oenegés caviares y su red de jueces, fiscales y periodistas. PPK solo fue la continuación de Ollanta. PPK pactó con la mafia caviar para ganar con los votos de la izquierda, y mantuvo intacta toda la estructura de poder de la mafia caviar. Incluso heredó un ministro (Saavedra) y varios viceministros. Más adelante la burocracia del humalismo y las oenegés caviares seguirían dando vueltas por los ministerios en un interminable reciclaje permanente.  

Al asumir Vizcarra sin bancada ni partido, fortaleció todos los vínculos con la mafia caviar. Sin ideas ni programa, Vizcarra se dedicó exclusivamente a defender los intereses de la izquierda y ejecutar su plan maestro. Gracias a eso gozó de amplia popularidad en la prensa prostituta. Vizcarra defendió con uñas y dientes a los fiscales del caso Odebrecht y el acuerdo mafioso que sigue guardado bajo siete llaves. Un caso que fue usado por la mafia para perseguir a los enemigos del régimen. El Equipo Especial Lavajato fue creado explícitamente para investigar funcionarios implicados en delitos con las empresas brasileñas, sin embargo, se dedicaron a perseguir a Keiko que nunca fue funcionaria ni firmó un solo contrato. Le inventaron un cargo falso y la metieron presa con excusas ridículas, en un denigrante espectáculo televisivo semejante a un circo romano del siglo XXI, para entretener a una masa de borregos amaestrados durante años en el odio y la mentira. El siguiente paso fue cerrar el Congreso “fujiaprista”, para lo cual inventaron el cuento del “Congreso obstruccionista”. A esto se dedicó Vizcarra  ataviado con su disfraz de luchador anticorrupción. 

El Congreso fue cerrado al caballazo por Vizcarra para impedir que cambien al Tribunal Constitucional controlado por la mafia. Ya antes se habían encargado de capturar el Ministerio Público sacando grotescamente a Pedro Chávarry del cargo de Fiscal de la Nación. En todas estas operaciones mafiosas, jugaron un papel importante los medios de comunicación prostituidos por el gobierno con publicidad estatal. Detrás estuvieron también la red de oenegés caviares, siendo la más visible de todas IDL, con importante influencia en la Fiscalía y el Poder Judicial.  Así crearon al monstruo del “fujiaprismo” que había que derrotar para sanear al país. Esa fue la doctrina oficial del Estado y de los medios de prensa. 

Una vez liquidado el fujiaprismo la mafia gobernaba a sus anchas y se repartían el presupuesto público sin descaro, hasta que llegó la pandemia. Y es allí cuando Vizcarra da muestras de su total incapacidad para gobernar. Nos dimos cuenta de que el Estado era una desdicha total porque nadie se ocupó de equipar bien los hospitales ni del sistema de salud. Ya no había fujiaprismo al que culpar. La primera reacción fue culpar al neoliberalismo, a la Constitución del 93, a las farmacias, a las clínicas y finalmente a los ciudadanos. Las compras en medio del estado de emergencia revelaron la profunda corrupción en que se desenvolvía el gobierno de Vizcarra. Y así llegó el caso Richard Swing, luego los audios de la vergüenza y el primer pedido de vacancia que no prosperó. Las riñas internas en la Fiscalía hicieron posible que se filtrara a la prensa –ya no mediante IDL- las delaciones de testigos que aseguraban haberle dado coimas a Vizcarra. No uno sino cinco testigos. 

Este Congreso fue un aborto de Vizcarra. Es el resultado del cierre inconstitucional del Congreso anterior y de su nefasta reforma política. Nadie calculó que Vizcarra sería vacado, pero sucedió. De inmediato sonaron las alarmas en los cuarteles de la mafia caviar. El ingreso de Merino al poder significaba la pérdida del control del Estado que había tenido la mafia en sus manos en los últimos nueve años. Por supuesto, no se iban a quedar quietos. La poderosa maquinaria de la mafia empezó a moverse para emprender el contraataque. Lo primero que había que hacer es, como siempre, inventar una mentira y atizar el odio. La fórmula típica usada con mucho éxito por la mafia con la complicidad de su amplia red de medios, periodistas, opinólogos y políticos humalistas, siempre prestos a declarar ante la prensa como invitados estelares. El cuento fue convertir en “golpe de Estado” la vacancia presidencial, pese a ser una figura establecida en la Constitución y haberse seguido el debido proceso. No importa. Fue golpe y así se repitió sin cesar. 

El siguiente paso fue convocar a los jóvenes, los típicos tontos útiles de la izquierda. Desde los medios alentaban a las protestas, los opinólogos declaraban sacrosanto el “derecho a la protesta”, los periodistas idealizaban a los jóvenes marchantes, la televisión transmitía en vivo las marchas. Lo que se buscaba era un muerto. Y este llegó anoche. No fue uno sino dos muertos y más de noventa heridos como resultado de lo que insisten en llamar desde los medios “marcha pacífica”. No son para nada marchas pacíficas. Los jóvenes van preparados con mochilas llenas de piedras, petardos y otros instrumentos contundentes. En pleno estado de emergencia marcharon sin ningún permiso hacia el Congreso, enfrentándose a la policía. Han llegado a la cobardía de convocar protestas en la casa de Manuel Merino y en la de Antero Flores Araoz. Los que piden respeto por su derecho a la protesta y a su libre expresión, han saboteado las cuentas de Twitter de varias personas que no apoyan las marchas, tales como Beto Ortiz, Willax y Kike Bravo entre varios otros.  

El resultado de todo este vandalismo desbocado, apoyado e idealizado por periodistas y políticos irresponsables en busca de sus propios intereses, ha sido un par de muertos y varios desaparecidos, además de heridos. Y claro, ahora la culpa es de Manuel Merino y de Antero Flores Araoz. Incluso hay gente que está culpando a Keiko Fujimori “por el país de mierda que tenemos”, dice José Alejandro Godoy sin ningún rubor. La culpa es de todos menos de Vizcarra que fue el corrupto pillado en el cargo de presidente. Nadie se atreve a señalar a Vizcarra que gobernó de la mano de la mafia solo para institucionalizar el odio y la mentira como política de Estado, para liquidar a la clase política. No se culpa a la prensa prostituta que fue cómplice de la persecución política y del culto a la personalidad de Vizcarra. Y por supuesto, nadie culpará a la tenebrosa mafia caviar que tras bambalinas movió todos los hilos del poder para llegar hasta donde hemos llegado. 

El gobierno se desmorona y han empezado a vocearse sucesores de Merino. El inefable Mario Vargas Llosa, aval de todos los corruptos, ha salido a recomendarnos nada menos que a Gino Costa como el sucesor a la presidencia. Debe ser como la cereza del pastel en su larga lista de corruptos recomendados. Al margen de quién sea el sucesor lo que se juega acá es el retorno de la mafia caviar al poder. Cosa que se lograría nombrando a uno del Partido Morado, por ejemplo. No en vano los opinólgos y constitucionalistas de alquiler han salido a expresar que el sucesor debe salir del pequeño grupo que no votó por la vacancia. Como si los que votaron por la vacancia fueran apestados. No existe fundamento jurídico para ese disparate. Otros pretenden que el Tribunal Constitucional anule todo lo actuado y restituya a Vizcarra. Hoy los juristas están de feria y pueden vendernos cualquier disparate jurídico. En medio de este lio la mafia caviar es la más desesperada por volver a tener el control del gobierno. ¿En manos de quién caerá nuestro país? 

jueves, 12 de noviembre de 2020

La marcha de los borricos

 


Escribe: Dante Bobadilla Ramirez

No nos dejemos engañar. Todos estos marchantes callejeros han salido a defender al corrupto de Vizcarra, al que habían convertido en su héroe luego de que les diera el gusto de cerrar al odiado Congreso “fujiaprista” disfrazado de luchador anticorrupción. Y ahora estos infantes salen con el relamido cuento de que marchan contra la corrupción. Pero si son un chiste. 

En este país ya estamos cansados de tantos luchadores contra la corrupción. Tenemos veinte años soportando a esta plaga de luchadores contra la corrupción. Y ahora nos vienen con otra marchita contra la corrupción, justo después de que el Congreso vacara al ídolo de los rojos, progres y caviares, precisamente por corrupto, embustero y traidor. Pero ojo: los marchantes dicen que no es por Vizcarra sino contra Merino. ¿Cuál es el problema de Merino? Hasta donde se sabe, solo es el heredero de la banda presidencial. Quienes vacaron al felón de Vizcarra fueron 105 congresistas de todas las bancadas, incluyendo rojos, naranjas, azules, verdes y descoloridos. Solo faltaron los morados. ¿De qué acusan a Merino? 

Obviamente ni los chibolos que han sido arriados a las calles saben por qué marchan ni qué es lo que quieren. Solo han salido a desatar su frustración porque sacaron a su corrupto favorito. ¿Por qué no marcharon contra Vizcarra cuando ya eran evidentes las pruebas de sus coimas? Lo decente hubiera sido que los jóvenes indignados salieran a marchar exigiendo la salida de Vizcarra por corrupto y ladrón. Pero no. A este corrupto lo aguantaron sin asco. Y es que no hay nada más falso en el Perú que la pose anti corrupción. Todos los ladrones han usado el mismo disfraz de luchador anticorrupción. Es como un accesorio de la banda presidencial. Y todos los tontos útiles de la mafia han salido a las calles a protestar utilizando el pretexto de luchar contra los corruptos. Así fue como los hicieron marchar una y otra vez contra Keiko, mientras defendían a los corruptos fiscales que negociaban con Odebrecht la manera de salvar sus intereses y utilizar el caso para perseguir a los rivales políticos de la mafia.

Los que se pasaron los últimos veinte años posando como defensores de la moral y la democracia, llenándose la boca de condenas al fujimorismo y los noventa, y lloriqueando cada cinco de abril por el cierre del Congreso, por los diarios chicha, la persecución de políticos, la captura de la Fiscalía, la compra de la prensa, etc., terminaron finalmente apoyando al corrupto autoritario de Vizcarra que pisoteó todas las instituciones, aplaudieron su golpe de Estado para mantener al Tribunal Constitucional de la mafia, apoyaron la prostitución de la prensa que hoy es mil veces peor que la prensa chicha de Montesinos, alabaron la captura feroz del Ministerio Público luego de una guerra de gánsteres contra Chávarry, callaron ante la presencia de mediocres en el gabinete elegidos solo por sus cualidades serviles, cerraron los ojos ante las evidencias de la corrupción de Vizcarra en su gestión. Ya pues, no frieguen.

Ahora no hay nadie que pueda vendernos el cuento de la lucha contra la corrupción, y mucho menos los que le sirvieron de guaripoleras a Vizcarra. Toda esa mafia de oengés de izquierda que han vivido del Estado corrupto, los ilustres caviares que pasaron por algún ministerio o sirvieron de asesores ya están descalificados para dar lecciones de moral. Todos han sido concubinos de la corrupción. Al fin se les acabó el cuento del antifujimorismo con que les lavaron el cerebro a los chibolos de la generación milennial. Ya no hay fujimorismo a quién echarle la culpa de nada. En el escenario solo están Vizcarra y sus caviares. Y ahora mandan a sus chibolos imberbes a marchar contra la corrupción. No sean payasos.

Pero los chibolos marchantes no están solos. Ellos solo son los tontos útiles de la izquierda, prestos a salir al primer campanazo de las oenegés pro terrucas, de los centros federados de estudiantes terruquitos, de los sindicatos comunistas infiltrados por terrucos y de los partiduchos de izquierda violentista que siempre se apoyan en la juventud por su idealismo y estupidez natural. A ellos se suman los trepadores que quieren liderar a las masas. En el 2000 le funcionó muy bien a Toledo, quien se puso la vincha y apareció como el gran timonel guiando la marcha de los cuatro suyos. Ahora es Julio Guzmán disputándose ese rol con Verónika Mendoza, aunque parece que a estos chibolos no les caen en gracia. 

No podemos dejar de lado el rol de la prensa mermelera que no ha dejado de dar amplia cobertura a las marchas infantiles contra Merino. Conductoras sin decoro no tienen reparos en apoyar a los vándalos y convocar a los “ciudadanos” a plegarse al caos callejero. Juristas y políticos en busca de cámaras hablan de un supuesto “derecho a la protesta” que no existe en ningún lugar de la Constitución. Incluso el siempre desubicado Defensor del Pueblo ha mentido cobre este tópico, repitiendo el mito de que hay un “derecho a la protesta”. Mientras tanto, la marcha que no tiene ningún sentido práctico real ni objetivo político claro, empieza a ser capitalizada por la izquierda radical para pedir “nueva Constitución”. Parece que todos están dispuestos a dinamitar a la República. Unos por sus intereses políticos y otros por su estupidez.

Hay que estar atentos. No debemos permitir que la izquierda utilice a los jóvenes como carne de cañón, buscando generar un caos que lleve a una ruptura constitucional grave. Es todo lo que les queda por hacer ya que no tienen ninguna otra posibilidad. Seamos firmes en la defensa de la República. Cuidado con los jóvenes que son los tontos útiles, con las guaripoleras de la prensa prostituta y con los politiqueros y juristas de alquiler. Esos no tienen conciencia.


martes, 10 de noviembre de 2020

La caída de Martín Vizcarra y la mafia caviar

 


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Finalmente el Congreso decidió vacar al presidente Martín Vizcarra, en una corta sesión y con una abrumadora mayoría de más de los dos tercios requeridos. Así termina la turbulenta era de Vizcarra que comenzó con un acto de traición en marzo del 2018. Su vacancia fue una especie de justicia divina, ya que Vizcarra había cerrado el Congreso anterior en una bravuconada típica de todo dictador que usa el apoyo popular y mediático para hacer su entera voluntad, pasando incluso por sobre la ley y la Constitución. Anoche, el Congreso que fue fruto del golpe de Estado perpetrado por Vizcarra, le devolvió el gesto. 

Describir el panorama tras la vacancia nos da una idea precisa de quiénes estaban detrás de Vizcarra, encaramados en el poder y en el usufructo del dinero público. En primer lugar están las guaripoleras de la prensa que no tardaron en gruñir contra el Congreso, al que llenaron de epítetos de toda clase. Algunas incluso lucieron al borde de las lágrimas en la pantalla del televisor. La mayoría de estos periodistas -que hace tiempo olvidaron los principios de su profesión para convertirse en activistas de Vizcarra- llamaron “golpe” a la vacancia, y no faltaron quienes alentaban a los ciudadanos a salir a protestar. Esa es la prensa prostituida por el gobierno que nos deja Vizcarra. Nunca la prensa había caído tan bajo en este país. Como dicen quienes tienen memoria: las guaripoleras de Vizcarra ganaron por goleada a las geishas de Fujimori. Y es que la era Vizcarra ha superado con creces todo lo visto en los noventa.

Luego aparecieron los indignados caviares, muchos de los cuales sirvieron al régimen como asesores y hasta gurús de las reformas políticas perpetradas con autoritarismo por Vizcarra. Fueron los primeros en ser llamados por la prensa vizcarrista para que muestren su indignación ante el público. Abrazados periodistas y caviares, se pusieron a rajar en vivo y en directo del Congreso, y no paraban de asustar a la gente con el cuco de la postergación de las elecciones, cuento inventado por ellos mismos y repetido hasta el cansancio. Enseguida fueron llamados a opinar los constitucionalistas de bolsillo acostumbrados a las interpretaciones alucinógenas de la Constitución para avalar las tropelías de Vizcarra. Allí fue cuando Omar Cairo llamó “golpe de Estado” a la vacancia e invocó a las FFAA a no obedecer a “un gobierno usurpador”. Ya antes habían dado varias vueltas al universo dilucidando lo que significaba la “incapacidad moral permanente”, tratando de que Vizcarra no encaje en esa definición.

Por último está la plaga entera de la izquierda variopinta, que no tardó en salir a las calles a armar sus clásicos berrinches y llenar las redes sociales con su activismo desbocado. Políticos de pacotilla como Julio Guzmán y Verónika Mendoza se mostraron “indignados” por lo que llaman “golpe”. Y son los mismos que le pedían a gritos a Vizcarra cerrar el Congreso anterior como sea, y que luego aplaudieron emocionados el golpe express de Vizcarra. Es así como se conducen estos hipócritas de la izquierda que nunca han sabido defender la democracia ni las instituciones ni la Constitución. Ellos solo defienden sus propios intereses políticos. Y Vizcarra era parte de sus intereses, ya que les servía como el tonto útil que estaba destruyendo a la clase política tradicional para luego quedarse como únicos dueños del mercado electoral. 

Pero los peruanos debemos sentirnos satisfechos por haber expulsado del poder a un fantoche sin escrúpulos que solo se dedicó a pisotear las instituciones, a quebrantar el equilibrio de poderes y el orden democrático, y a prostituir a la prensa a con dinero público. Eso y poco más es lo que hizo Vizcarra. Si no hubiese sido por la pandemia, su labor hubiera quedado en la simple destrucción de las instituciones y la liquidación de la clase política con reformas perversas, hechas no para mejorar el nivel de la política sino para eliminarla. No tienen otros propósitos la prohibición de la reelección de congresistas, la imposición de de la paridad y la alternancia en las listas, la obligatoriedad de las elecciones primarias intrapartidarias bajo supervisión de la ONPE y otros disparates por el estilo, inventados por asesores caviares que jamás han salido de sus ONG ni han pisado nunca un partido político.

El saldo final de la era Vizcarra es la captura del Ministerio Público a manos de la mafia caviar, la consagración de fiscales que en vez de querellar a Odebrecht para cobrarle sus fechorías, usaron el caso para perseguir políticos de oposición y favorecer a Odebrecht. También debemos a Vizcarra los abusos fiscales contra líderes políticos que fueron vejados sin un juicio justo, y uno que prefirió el suicidio antes que la humillación. Todo eso no se podía haber perpetrado sin el apoyo incondicional de una prensa abyecta, que se dedicó al activismo descarado en apoyo de Vizcarra y en contra de los enemigos señalados por el dictador. Ya está en los anales de la historia negra del periodismo peruano las 1,500 portadas difamatorias contra Chávarry, en busca de recuperar el control del Ministerio Público para la mafia caviar. 

Nunca olvidaremos la obsesión y desesperación de Vizcarra por cerrar el Congreso. Una tarea vil que le fue encomendada por la mafia, como parte de la estrategia integral para eliminar al fujimorismo y al Apra de la escena política. Luego vendrían las prisiones de Keiko y Alan, los allanamientos a los locales partidarios, estudios jurídicos y a las empresas que tuvieron el atrevimiento de aportar a la campaña de Fuerza Popular. Toda la clase empresarial fue amenazada por la mafia a través de sus fiscales chacales por apoyar a FP. Luego vinieron las reformas políticas para prohibir todo apoyo privado a las campañas. Vizcarra solo fue el tonto útil de la caviarada. De allí la desesperación de la izquierda en pleno por su vacancia. Pero el legado de Vizcarra no cambiará. Nos deja un país envilecido, dividido y con las instituciones debilitadas y en manos de la mafia caviar.