martes, 28 de agosto de 2018

El pecado de Vizcarra


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El Perú no es un país. Es un reality show donde un grupo de tribus salvajes viven atacándose mientras el río se lleva sus cosechas y sus hijos mueren de hambre. La política peruana se ha degradado a tal punto que más parece una comedia burda de televisión barata, donde el público interviene como el principal protagonista, gritándoles insultos a los actores y órdenes para su actuación.

El último episodio de la serie ha sido de antología: nada menos que el Presidente de la República tuvo que salir corriendo una mañana para sentarse ante las cámaras de televisión, con cara de asustado, a dar explicaciones nerviosas de por qué se había reunido con Keiko Fujimori, la lideresa del principal partido político del país y dueño de la mayoría del Congreso. Como si tal cosa fuera un delito. A ese punto hemos llegado.

Solo en el Perú pueden pasar estas cosas. En un país normal los líderes políticos conversan. Para eso es la política. De lo contrario seguiríamos siendo un grupo de tribus salvajes en pie de guerra. Pero eso es justamente lo que somos ahora por obra y gracia de la caterva de enfermos mentales del antifujimorismo patológico, que vive odiando a Keiko y al fujimorismo y se pasan la vida ladrándoles como perros rabiosos con espuma en el hocico. Son el lumpen de las redes sociales y su léxico se limita a palabras como "táper", "corrupta" y "señora K". Lo curioso es que Vizcarra ansía que esta masa de indigentes mentales sea su base de apoyo político.

¿A alguien con dos dedos de frente se le ocurre que un gobierno puede actuar sin dialogar con la principal fuerza política de oposición, dueña de la mayoría en el Congreso? Obviamente eso es imposible, pero en el Perú, donde la estupidez cunde como una epidemia mortal, mucha gente lo cree posible y hasta necesario, empezando, curiosamente, por los líderes del partido de gobierno. Esto ya es para reírse, porque los pobres ni siquiera son un partido político, carecen de sustento social. Están solos. Por eso han decidido alimentar al gallinero del antifujimorismo con palabrería y payasadas contra el Congreso.

Resumiendo los hechos, Vizcarra y Keiko se reunieron porque obviamente era necesario. Ya no importa de dónde vino la iniciativa. Uno podría suponer que tuvo que venir de Vizcarra, interesado en poder gobernar con suficiente apoyo del Congreso, pero como este no es un país normal y la política está de cabeza, puede que Vizcarra haya pensado que puede gobernar enfrentándose a la mayoría del Congreso. No sería raro y es lo que parece pensar Vizcarra asesorado por mediocres de la talla de Vicente Zeballos. Entonces la pregunta sería ¿qué interés tenía Keiko de conversar con Vizcarra? Si ya este había armado su gabinete con puro rojo y caviar.

En todo caso, Vizcarra mintió, como mintió también ocultando su participación en una empresa familiar que hizo contratos con el gobierno regional de Tacna. Y habría que buscar en cuántas otras cosas más le mintió al país, el presidente que exigió la renuncia del Fiscal de la Nación por una mentira menor. La política no es obra de santos y es ridículo exigir santidad a funcionarios. Solo se les puede exigir legalidad en sus actos. Así que eso de irse a los extremos exigiendo renuncias por lo que sea, es propio de politiqueros baratos que usan cualquier pretexto para bajarse al rival y agradar al lumpen de las redes sociales.

Lo concreto es que Vizcarra ha preferido seguir el estilo confrontacional de PPK en vez de buscar el acercamiento a Fuerza Popular. ¿Qué gana con eso? Imposible saberlo. A menos que, como parece, tenga espiraciones políticas y sueñe con ser candidato el 2021 encarnando una vez más al antifujimorismo patológico. El hecho es que no solo ha negado sus reuniones con Keiko tratando de mantenerlas en la clandestinidad, sino que ha salido apuradamente a disculparse por ese "desliz" y ha cargarle el muerto a Keiko, en gesto poco elegante. 

Por último, su reciente payasada de fiestas patrias lo pinta de cuerpo entero a Vizcarra. Eso de enviar proyectos de reforma política que solo sirven para confrontar al Congreso antes que para mejorar la situación del país, es clara muestra de que su estrategia es confrontacional. No solo manda proyectos que afectan al Congreso sino que pretende hacerlo por la vía del referendum, es decir, eludiendo las competencias del Congreso. Y como si eso fuera poco, le plantea un ultimatum en el plazo. Se trata pues de una clara muestra de confrontación. Y para colmo, los opinólogos de la mafia antifujimorista de medios sigue cacareando que Keiko busca la confrontación. 

Como se ve, todo está armado para provocar una guerra Ejecutivo - Congreso. ¿Quiénes salen ganando con esto? En realidad nadie. Todos perdemos. Pero aunque el país se hunda en esta estúpida guerra, quienes se revuelcan como cerdos en el fango de su felicidad demencial son los enfermos mentales del antifujimorismo. Keiko no ha dado muestras de querer responder la confrontación. Al contrario, solo ha repetido que "no se opone". Sin embargo, lo más sensato y lo mejor para el país sería que el Congreso arroje a la basura los proyectos disparatados de Vizcarra. 

Expertos constitucionalistas de la talla de Enrique Bernales (ex Izquierda Unida, ex CVR) así como Aníbal Quiroga y García Toma han opinado que los proyectos enviados por el Ejecutivo son mamarrachos mal pensados y peor redactados. Incluso añaden que son peligrosos. ¿Tendrá Fuerza Popular el coraje necesario para tirar al tacho esos proyectos? Veremos. 

sábado, 25 de agosto de 2018

La hora de los miserables


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La migración venezolana que llega masivamente al Perú, empezó a sacar de sus agujeros a los xenófobos, chauvinistas, racistas y hasta falsos liberales. No son pocas las penosas expresiones de miseria humana que se ven en las redes sociales contra los venezolanos. Es la ocasión perfecta para que muchos silentes atormentados expongan sus miserias y sentimientos innobles dirigidas contra esta masa de migrantes desesperados. Allí están, a la vista de todos vomitando sus insultos.

No es la primera vez. Ha ocurrido siempre en la historia de la humanidad. Es parte de las taras del ser humano. Es el sentimiento tribal que mira al extraño con desconfianza y enojo, buscando la manera de echarlo de su territorio y cerrarle las puertas, aun cuando se trata de seres desesperados que buscan refugio. Ni siquiera piden ayuda. Solo piden un espacio y una oportunidad para salir adelante por sus propios medios. Pero la xenofobia les niega todo. Es un sentimiento primitivo de rechazo al otro.

Claro que los miserables están llenos de buenas razones para encubrir su odio. Nunca faltan excusas para ocultar las bajas pasiones. Dicen, por ejemplo, que el Estado no debe ayudar a los venezolanos porque hay miles de peruanos con frío, hambre y abandono; que mientras haya un peruano necesitado no se debe ayudar a ningún extranjero. Son meras excusas. Son poses para ocultar su miseria humana, alardes de nacionalismo chauvinista que revelan su pobreza humana. Y son los mismos que en otras ocasiones se muestran como furibundos homofóbicos. 

No vayan a creer que estos chauvinistas xenófobos que insultan a los venezolanos y piden expulsarlos de nuestro territorio, alegando razones nacionalistas y hasta humanistas en favor de nuestros compatriotas, son buenas personas con nobles intenciones. No lo son. En lo absoluto. Son hipócritas que usan estas razones para camuflar su xenofobia. En realidad estas personas son incapaces de ayudar a nadie. Siempre tienen buenas razones para no hacerlo. 

Entre las muchas mentiras y barbaridades que repiten los xenófobos está el consabido "gasto del Estado". No quieren que el Estado gaste en venezolanos porque hay muchos peruanos que necesitan esa ayuda. Bueno, primero tendrían que protestar por todos los gastos inútiles que hace el Estado y por la incompetencia de su ayuda social, frente a lo cual están callados. Luego hay que aclarar que el Estado no gasta un sol en los venezolanos. Al contrario, les cobra por todo trámite que estos realizan. Migraciones ya debe haber incrementado sus ingresos en un 45% en estos últimos años, porque el Estado no mueve un dedo si antes no pagas en la ventanilla del Banco de la Nación.

Esta situación sirve también para descubrir a los falsos liberales. Incluso aquellos que se precian de ser "liberales en lo económico y conservadores en lo social". La economía nunca se ha visto afectada por las migraciones. Esta no es la primera vez que ocurre una migración. En el Perú ya hemos soportado la migración masiva del campo a la ciudad en los años 70 y 80, cuando miles de campesinos arruinados por la debacle de la reforma agraria de Velasco tuvieron que buscarse un futuro en las ciudades de la costa. Y luego volvieron a salir empujados por la izquierda terrorista. 

Todos los migrantes que llegaron de la sierra se incorporaron a la economía limeña. Al principio hubo caos y desorden, pero paulatinamente todo se fue ajustando por su propia dinámica, y por la respuesta puntual de las autoridades ediles. El gran emporio comercial de Gamarra no hubiera surgido jamás sin el impulso de estos migrantes serranos. Fueron ellos los que empezaron como ambulantes en La Parada y hoy son dueños de edificios e industrias exportadoras, generando miles de puestos de trabajo que antes no existían.

Así es como operan las migraciones. No hay por qué alarmarse. La migración de cubanos a Miami desde los años 60 impulsó la economía del sur de La Florida. Claro que hay migraciones tóxicas como las que pretendió generar Fidel Castro enviando presos, locos y enfermos a las costas de EEUU, o las que se producen en Europa por la llegada de lumpen, militantes o gente en condiciones de pobreza extrema que acaban siendo una carga para esos países. Algo similar a lo ocurrido en Chile con el traslado masivo de haitianos por una curiosa política de Michelle Bachelet. Pero este no es el caso de la migración venezolana al Perú.

Más de la mitad de venezolanos que arriban a nuestro país son profesionales calificados. Además se trata de personas que comparten nuestra cultura, historia y valores, hablan nuestro idioma y vienen dispuestos a aportar. Es totalmente irrelevante para la economía si un puesto de trabajo es asumido por un peruano o un venezolano. Lo importante es que el puesto sea cubierto por el más capacitado. El mundo es siempre una competencia. Para todo puesto hay que competir. Nada importa el sexo, la religión, la raza, la procedencia o la nacionalidad. Solo importa ser el más calificado para el puesto.

Los autodenominados "liberales económicos" ya deberían conocer los efectos de esta clase de migración en la economía y en la sociedad. Todo en la sociedad se acomoda por sus propios mecanismos. El ajuste toma un tiempo pero al final todos salimos ganando. Solo hay que tener la disposición para ayudar a nuestros semejantes, especialmente en situaciones extremas como las que atraviesa el pueblo venezolano ahora. No dejemos que los miserables nos contaminen con su estupidez y odio. Hay que demostrar que los peruanos de bien somos mayoría y que tenemos valores humanos.

jueves, 23 de agosto de 2018

Entre la mentira y el odio


Por: Erick Flores Serrano 
        Director del Instituto Amagi - Huánuco

Miles de inmigrantes venezolanos siguen pasando la frontera peruana y llegan a nuestro país para buscar una mejor vida, para buscar las oportunidades que en su tierra -gracias al socialismo- ya no existen. Este fenómeno, pese a la disposición peruana de exigir el pasaporte a los inmigrantes (medida que entrará en vigencia a partir del 25 del mes en curso), sigue generando controversia en la opinión pública. A favor o en contra, lo importante es hacer algunas aclaraciones sobre esta situación porque mucho se ha dicho hasta el momento y casi nada es cierto.

“Los venezolanos cobran un salario mínimo más elevado que cualquier peruano”. “Los venezolanos tienen acceso a educación gratuita y seguro de salud”. “Los venezolanos van a ejercer su derecho a sufragio en las próximas elecciones de octubre”. “Los venezolanos tienen una serie de beneficios estatales que no tiene ningún otro peruano”. Estas son algunas de las cosas que se han venido diciendo sobre la inmigración, generando un rechazo bastante marcado en la sociedad peruana, rechazo que está rozando la xenofobia.

La xenofobia es un mal muy triste, se trata de un rechazo irracional e injustificado frente a cualquier persona que sea extranjera. Este rechazo frente al extranjero (venezolano en este caso), por si no fuera poco que sea irracional e injustificado, tiene su base en todas las mentiras que se han venido diciendo desde que la ola migratoria comenzó a crecer. El venezolano que llega al Perú no cobra un salario mínimo más elevado, no tiene educación gratuita y seguro de salud, no votará en las elecciones de octubre y no tiene ningún beneficio de parte del Estado. Para que los venezolanos que llegan al Perú puedan acceder a todos estos “beneficios”, tendrían que tener la nacionalidad peruana, tener un DNI expedido por RENIEC y así obtener la condición de ciudadanos en el Perú, con lo que se les reconoce derechos y deberes ante las leyes peruanas. Sin la nacionalidad, nada de lo que se ha venido diciendo puede ser cierto. No son más que mentiras malintencionadas que exhiben con gracia los peores elementos de nuestra sociedad.

Que el ingreso de los venezolanos al Perú tendrá consecuencias en el mercado laboral y en la economía peruana, sí, es cierto; que todos los venezolanos que ingresan al Perú no son gente de bien, que algunos son gentuza que solo busca vivir de lo ajeno, ya sea a través del robo ilegal o del robo legal (Estado), sí, también es cierto; que nuestra sociedad tiene sus propios problemas y que debemos preocuparnos en ellos, antes que en los problemas de otros, quizá también sea cierto; y creo que nadie podría negar estos hechos pero lo que debe quedar claro para todos, es que nada puede justificar la xenofobia, absolutamente nada.

La mayoría de peruanos, en especial las personas mayores de 35 años, comprenden la situación de los venezolanos y se muestran compasivos, muy solidarios ante su desgracia. Quizá porque -en parte- ellos vivieron en carne propia la tragedia que hoy atraviesa el país petrolero. No olvidemos que la escasez, la hiperinflación, el desabastecimiento, las colas, la miseria, la muerte y el hambre, no son cosas extrañas en nuestra historia. No olvidemos que desde la dictadura de Velasco hasta el primer gobierno de Alan García, nuestro país sufrió todo lo que hoy sufren los venezolanos. La experiencia nos permite, como sociedad, justificar nuestra solidaridad y empatía frente al ser humano moralmente destruido por el socialismo.

Algunas personas dicen que nuestra sociedad debe brindar ayuda humanitaria a los venezolanos porque ellos, cuando los peruanos la pasaban mal por estos lares, también los recibieron y ayudaron. Tiene sentido pero incluso si esto no hubiera ocurrido jamás, la compasión y la ayuda por el prójimo nunca sobran. Lo cierto es que nadie está obligado a ayudar a un venezolano, ni siquiera estamos obligados a ayudar a nuestros compatriotas ante una desgracia pero lo hacemos. El ser solidario, así como pasa con todas las virtudes, no soporta el modo imperativo. No ayudar al caído en desgracia no nos hace malas personas pero el ayudarlo sí, es una cuestión moral.

La respuesta de Keiko


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

En un capítulo más del espeluznante reality show que es la política peruana, apareció Keiko Fujimori en un video dando un mensaje a la nación, o algo parecido, aunque por momentos se dirigía al presidente Vizcarra. Debe ser una reacción al bajón en las encuestas porque para ser una respuesta política ha tardado demasiado. Por lo menos así ha roto su prolongado y tan criticado mutismo. No se puede liderar nada a escondidas. Ahora ya sabemos lo que piensa. 

En realidad hay muchas cosas que no se entienden en este país, donde cada quien construye su propia verdad o decide creer la versión que más le satisface. Si el Perú fuese un país normal, con una política decente, ejercida por seres cultivados, hace mucho tiempo que el presidente tendría que haber convocado a la lideresa del principal partido del país, que además ejerce la mayoría del Congreso, para poner sobre la mesa los principales problemas que necesitamos resolver como nación, y hacer un plan de reformas articulado y en consenso. 

Pero como el Perú no es un país normal y la política está en manos de politiqueros improvisados, los principales políticos se comunican mediante los titulares de la prensa y videos en Youtube. Recapitulemos: el Perú está gobernado por el suplente de una banda de politiqueros reciclados del toledismo corrupto, que llegaron al poder comprando un vientre de alquiler, y gracias a los votos de los enfermos mentales del antifujimorismo. Ese es el Perú ad portas del bicentenario. 

Tras la renuncia de PPK que salió más embarrado que palo de gallinero, Vizcarra empezó su gestión en la más absoluta orfandad. Pero lejos de convocar a las principales fuerzas políticas y formar un gobierno de ancha base, prefirió seguir la fallida receta de PPK, o sea pechar y confrontar al Congreso. En realidad es la estrategia política de todo buen mediocre, en especial del antifujimorismo delirante que solo viven del pleito de callejón, de la diatriba y la matonería. Y eso es lo que Vizcarra ha elegido como estrategia de gobierno en medio de su soledad. Cree, como creyó PPK, que los zombies del antifujimorismo serán su base política.

El reality show de la política peruana se reduce a una guerra de tribus. A nadie le importa un pepino el país ni los problemas que agobian a la nación. Todo se reduce a pelearse entre el Ejecutivo y el Congreso, pleito en el que la prensa basura toma partido contra el Congreso y contra el fujimorismo. A esto se suma el accionar casi delictivo de las ONG de izquierda cuyo único delirio mental consiste en atacar a Keiko todos los días del año. Es el deporte favorito de las cloacas de izquierda y de los medios mermeleros. 

En medio de todo este patético circo de payasos que se arrojan agua y polvo para jolgorio de las galerías, el presidente Vizcarra presentó al Congreso una serie de propuestas de reformas, calificadas por los expertos como populismo barato y verdadero sancochado incoherente y peligroso. El mensaje de Keiko Fujimori precisamente hace mención a estas reformas que no apuntan a resolver ningún problema álgido del país sino a seguir confrontando al Congreso, no solo por el sentido de dichas reformas sino porque, además, pretenden que no sean hechas por el Congreso sino aprobadas por la chusma mediante referendum, al mejor estilo de Hugo Chávez o Evo Morales. 

Tiene mucha razón Keiko Fujimori al decir que esas reformas no responden a ninguna urgencia del país porque, de aprobarse, empezarían a regir a partir del 2021. Ciertamente no se trata de reformas sino de payasadas. No tiene ninguna relevancia si el Congreso tiene una o dos cámaras. Ese es un debate académico y político que debe darse con calma en el Congreso y que implica reformar una buena parte de la Constitución. No se pueden dejar ese tipo de reformas al voto popular. No solo es irresponsable sino completamente estúpido. Tampoco soluciona ningún problema grave que los congresistas no sean reelegibles. Ese es un asunto que ya resuelve la gente con su voto. Los verdaderos problemas del país están en otras instancias del Estado copadas por la corrupción y la ineficiencia, como el Poder Judicial, la seguridad ciudadana, la educación pública, etc. Allí es donde hay que hacer reformas urgentes. Pero de eso nada ha dicho el presidente. Todo su show es de circo barato. 

La estupidez es lo que caracteriza a este gobierno, no solo por las actitudes desafiantes del presidente y todo su entorno que parecen decididos a ir a la guerra contra el Congreso, sino por las medidas cotidianas que se ven en diferentes ministros. El ministro de Educación está decidido a acatar las consignas del progresismo imponiendo la ideología de género en el currículo escolar, han resucitado el quebrado Agrobanco, han ampliado los alcances de Pensión 65 fortaleciendo el clientelismo político creado por Ollanta y Nadine, han decidido regalar bonos para alquiler de departamentos, han trasferido millones a la supuesta "lucha contra el machismo", millones a las regiones en las que pronto habrá nueva gestión. Es decir, ni un borracho lo haría peor. 

Frente a todo esto hace bien Keiko Fujimori en aparecer, dar la cara y demostrar que ejerce su liderazgo. Hace bien en aclararle las cosas al gobierno frente al país. Hace bien en llamar a las cosas por su nombre y en recomendarle al presidente que no siga viendo al Congreso como el enemigo. Ya era hora de que Keiko diera señales de que existe y de que manda, por lo menos en una buena parte de la política de este país. Hace muy bien en demostrar su liderazgo. 

Personalmente me hubiera encantado oirla decir que las reformas se harán en el Congreso de manera meditada y no necesariamente por referendum. Esto hubiera sido más categórico para bajarle los humos al Ejecutivo y a toda su comparsa de ayayeros en el Congreso, en los medios y las redes que creen que el referendum tiene que ir "si o si". No tiene por qué ser así. El Congreso debe coger las propuestas del Ejecutivo y ponerlas sobre la mesa de debate y ya se verá lo que sale. Nadie puede pasar por encima del Congreso ni ponerle plazos ni pecharlo. Que se ubiquen.

Si el presidente cree que la mejor manera de remontar las olas en su gobierno es confrontando al Congreso, se abre un peligroso frente de batalla en el que no tiene suficientes soldados. A menos que su plan sea patear el tablero haciéndoles caso a los enfermos mentales del antifujimorismo. Todo ese jueguito perverso en el que Vizcarra sirve de tonto útil a la mafia de medios y de la izquierda caviar no conduce al bienestar del país. A lo que nos lleva es al caos. Y ese es el escenario preferido por la izquierda patológica que disfruta creando el caos y generando crisis. Es imposible saber qué es lo que quiere Vizcarra ni lo que puede pasar en este país.

Lamentablemente no somos un país normal.

miércoles, 22 de agosto de 2018

La encuestocracia


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El comportamiento de los medios de comunicación se parece cada día más al de una mafia organizada en busca de un objetivo: subvertir el orden constitucional atacando instituciones básicas del Estado. En buena cuenta, lo mismo que perseguía el terrorismo pero por otros métodos. 

La prensa, principalmente ese conglomerado de medios manejados por el Grupo El Comercio, ha declarado una guerra sucia contra el Congreso y la Fiscalía de la Nación, mediante una andanada de encuestas amañadas cuyas preguntas persiguen los velados fines de esta mafia. 

Nunca antes en nuestra historia se habían hecho tantas encuestas de aprobación con preguntas tan curiosas como ¿cree usted que X es culpable? ¿Cree usted que Y debe renunciar? Etc. Todas estas encuestas indagan lo que la gente "cree" justo luego de campañas mediáticas donde ponen a diario en titulares a los blancos escogidos de esta mafia de medios. 

A continuación vienen las portadas, que es como la cosecha de esas encuestas. Y no son cualquier portada sino verdaderas pancartas de difamación y extorsión a las autoridades que han sido blanco de esta estrategia mediática. Es toda una maquinaria bien organizada destinada a orientar a la gente y generar tendencias en la población. Están siguiendo el manual de Goebbels al pie de la letra.

Ahora resulta que los funcionarios tienen que irse porque así lo señala una encuesta. Esto es en esencia la encuestocracia que nos quieren imponer los medios en reemplazo de la democracia. Ya no importa la legalidad. Basta que una encuesta señale, tras una sucia e implacable campaña de demolición, que una institución o un funcionario carecen de "aprobación" para que sea defenestrado o cerrado, llamándose a elecciones.

Ilustres encuestólogos se pasean por los mismos medios del conglomerado subversivo predicando los principios de la encuestocracia: si no gozas de aprobación careces de legitimidad y de poder, entonces debes renunciar. Ahora en el Perú resulta que la legitimidad no la da el procedimiento legal de elección o designación sino las encuestas. Es la aprobación de la chusma expresada en encuestas teldirigidas por la mafia de los medios la que determina quién debe permanecer en el cargo y quién debe renunciar. A eso hemos llegado en el Perú.

Es hora de hacer algo contra esta mafia de medios que se cree con suficiente poder y derecho para determinar los destinos del Perú y colocar a la democracia por debajo de sus intereses. De muchas maneras hemos descubierto que la corrupción está enquistada en casi todas las instituciones del Perú, tanto públicas como privadas. Nadie va a vendernos el cuento de que los medios de prensa y las ONG de izquierda son los santuarios de la decencia. Todo lo contrario. Siempre han estado manchados por la corrupción y muy en especial, los medios mermeleros que en estos últimos tiempos han vivido de los favores de los políticos corruptos. No les sigamos el juego.

domingo, 19 de agosto de 2018

Atrapados en medio del populismo


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El populismo es un cáncer que corroe la política en la mayoría de los países de América Latina. El Perú no es ajeno a este mal. Por el contrario, parece afectar a todos los partidos. Una de las principales características del populismo es el dispendio irresponsable en aras de favorecer a algún sector social, tomando dinero de las arcas fiscales o, peor aun, obligando a las empresas privadas a solventar la benevolencia de los políticos, como acaba de ocurrir. 

En estos días vivimos flanqueados por el populismo del gobierno que apela al referendum para reformas que bien pueden hacerse en el Congreso, gasta a manos llenas incrementando el alcance de los programas sociales y promete aumentos a maestros sin ningún tipo de evaluación de méritos. Y todo esto en medio del déficit fiscal que ya lleva tres años sin solución, pese al aumento de impuestos.

Por su parte el Congreso no se queda atrás. Ha escogido Essalud como instrumento de su populismo irresponsable, tomando decisiones que solo le competen a la dirección ejecutiva de esa institución. Primero dio una ley para incorporar 12 mil trabajadores CAS a la planilla de Essalud y hace poco, acaba de aprobar otra ley para cambiar el cálculo de la CTS de ciertos trabajadores, creando un forado a las arcas de Essalud de unos S/. 700 millones, más otras graves consecuencias que ponen en riesgo la calidad del servicio asistencial que presta la institución.

En esta ocasión, y una vez más, Fuerza Popular ha votado junto con la izquierda radical, coincidiendo nuevamente en el populismo, la demagogia y la total irresponsabilidad en el gasto público. Lo primero que cabe preguntarse es ¿por qué el Congreso se toma atribuciones que le competen a las instancias administrativas de Essalud? Simplemente porque pueden. Y pueden porque en la Constitución no se les ha puesto el debido freno a los demagogos del Congreso. Apenas se les ha limitado en su capacidad de aumentar el gasto público, pero pueden aumentar el gasto privado, es decir, el costo a las empresas. 

Lo ocurrido con Essalud es una clara muestra de por qué el Estado no debe tener empresas públicas, pues suelen ser manejadas con criterios políticos antes que económicos o técnicos. Así fue como llevaron a la quiebra a todas las empresas públicas que hasta 1990 habían generado pérdidas superiores a los US$ 22 mil millones de aquellos tiempos. Entre los sindicatos y los políticos las empresas estaban en jaque, tal como ocurre ahora mismo con Essalud. En vez de dejar que las empresas mejoren para competir y producir más, las saqueaban. Los sindicatos suelen ser mafias que solo tratan de succionar todo lo que puedan de la empresa o la institución hasta dejarla desfalleciente. Los políticos suelen usar a los sindicatos como plataformas o bases partidarias. Esta nefasta alianza le hizo mucho daño al país y aun sigue.

Por desgracia Essalud es una entidad que permanece cautiva del Estado siendo una entidad privada, pues se sustenta con dinero privado, procedente de los trabajadores. No depende del presupuesto público. Al contrario, el Estado es el principal deudor de Essalud. Sin embargo, el Estado hace y deshace con Essalud al antojo de los gobiernos y de los congresistas. Por eso está como está. 

Lo que debería hacer un Congreso pensante y responsable es una reforma que cambie la situación de Essalud sacándola de las manos del Estado y del alcance de los políticos, tal como se hizo en su momento con el Banco Central, por ejemplo. Mientras Essalud siga siendo juguete de los políticos y blanco de su demagogia barata, lo único que le espera a Essalud es vivir en crisis y falencia. 

Los congresistas deberían preocuparse de los asegurados, que son millones, en vez de ocuparse de las gollerías de algunos trabajadores de Essalud que tienen total libertad para irse a trabajar a otro lado si no les gusta como los tratan en Essalud. En cambio los asegurados están condenados a atenderse en Essalud sin alternativa, pues los obligan a cotizar a esa institución, a cambio de una pésima atención. ¿Qué han hecho los congresistas por los millones de asegurados que padecen cada día la ignominia de una mala atención en Essalud? Nada. Absolutamente nada. ¿Qué han hecho los congresistas para obligar a las diferentes instancias del Estado a que cumplan con pagarle sus deudas a Essalud? Nada.

Al contrario, lo que acaban de hacer los demagogos congresistas de Fuerza Popular, Frente Amplio y Nuevo Perú es poner en riesgo la atención de estos asegurados. La presidenta ejecutiva de Essalud, Fiorella Molinelli, ya declaró que se paralizará la construcción de varios hospitales, para empezar. Los millones de asegurados de Essalud tendrán que recordar que fueron los votos de Fuerza Popular los que llevaron a su institución a la crisis y al empeoramiento de sus servicios médicos. Eso es lo que habrá que recordárselos siempre.

viernes, 10 de agosto de 2018

Vizcarra gobierna para las galerías


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Al parecer, tanto el presidente Martín Vizcarra como su premier César Villanueva, han decidido gobernar para las tribunas y las encuestas. Sus últimas movidas políticas apuntan básicamente a comprar simpatías populares antes que a resolver problemas nacionales. Apelar al referendum no es otra cosa que llamar a las calles a meterse en el pleito entre el Ejecutivo y el Congreso, alentada por la prensa antifujimorista que no da tregua en su campaña contra el Congreso. 

El referendum es un instrumento muy útil para tomar decisiones puntuales que competen a toda la nación directamente, tal como fue la regionalización en los días de Toledo. Pocas son las decisiones en las que es preferible convocar a referendum antes que imponer medidas que afecta a los pueblos. Sin embargo, el pago de impuestos, que es la principal forma en que el Estado afecta al pueblo, están exonerados del referendum. 

Vizcarra ha propuesto el camino del referendum para reformas políticas en las que el pueblo no tiene por qué ser consultado. Se trata de reformas que le compete asumir a la élite política representada en el Congreso. Para eso están. Por eso, someter a referendum la no reelección de congresistas es una de las peores maneras de posar para la foto y ganar aceptación en las encuestas, pues se sabe muy bien que el 78% de la población detesta al Congreso y cualquier medida contra el Congreso, incluyendo su cierre, sería admitido por el populacho mayoritariamente. 

Evidentemente se trata de una medida populista e irresponsable por parte de la dupla Vi-Vi, es decir, Vizcarra y Villanueva. Ambos han preferido ir por la senda del populismo barato, pues el premier no se quedó atrás y propuso que las listas de candidatos esté compuesta obligatoriamente por la mitad de hombres y mujeres. Todos estos discursos plagados de propuestas populacheras devenidas en referendum son completamente absurdas e innecesarias. Solo apuntan a que el gobierno se sostenga con simpatías populares a falta de partido y de bancada. 

El Congreso tiene la potestad de tirar al tacho las propuestas de referendum y asumir las reformas como le corresponde. Es lo que debería hacer para evitar un gasto inútil de fondos públicos en una época que ya es electoral y, sobre todo, por propuestas que no corresponde consultar a la gente. El pueblo es mayoritariamente ignorante en temas políticos. Solo el 20% se interesa en política. No les pueden preguntar si quieren una o dos cámaras en el Congreso. Si les ponen la opción de "ninguna", esta sin duda ganaría. Así que desde un punto de vista objetivo y racional, un referendum es una medida que sobrepasa lo absurdo.

Yo hubiera preferido usar el referendum para decidir si se vende la refinería de Talara, si se privatiza Petroperu o se le entrega a los chinos la concesión de un tren costero por cien años sin impuestos. Ese es el tipo de cosas que se le puede consultar al pueblo. No reformas políticas. Al fin de cuentas, si es que se le concede al gobierno el capricho del referendum, tendremos no solo un gasto inútil sino un Congreso debilitado, pues las reformas vendrán del voto popular entre dos opciones pre definidas, en vez del diálogo político, la consulta con expertos y el consenso. 

Al final del circo, los principales problemas del país seguirán en pie, tales como el déficit fiscal, el freno del crecimiento económico, la corrupción de las instituciones, la inseguridad ciudadana, etc. Total irresponsabilidad de la dupla Vi-Vi.