Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
En política es muy fácil ocultar la verdad tras una serie de alegorías retóricas destinadas a engañar y confundir a los incautos. La técnica es muy simple. Primero creas un supuesto monstruo malvado y te inventas un aparente peligro inminente. Enseguida te presentas como el adalid que salvará al mundo de todos esos males rescatando los valores de la libertad y la justicia. Este cuento es más viejo que el Génesis y se repite de diferentes formas. El monstruo puede ser el capitalismo, el imperialismo, los grupos de poder, las transnacionales, la CIA, las mineras, etc. Lo que se te ocurra. El peligro puede ser la esclavitud, el colonialismo, la pobreza, la contaminación, etc. Lo importante es que tú seas el auténtico representante del pueblo, el luchador por las causas nobles y justas. Y patatín patatán, este cuento se ha acabado.
Como lo que abunda en este mundo son los cojudos, este cuento se renueva a cada rato. Ahora nos lo están contando con el nombre de "concentración de medios". El monstruo sería "el grupo", o sea, el grupo "El Comercio". El peligro es nada menos que la pérdida de la preciada libertad de expresión, la cual estaría en riesgo de ser capturada por el monstruo. La salvación es nada menos que el otro grupo, representado por la progresía rojimia de "La República". Ellos, la izquierda, son los que pretenden garantizar la auténtica libertad de expresión y la pluralidad de opiniones. ja ja ja ¿Alguna vez han visto pluralidad en La República y en la izquierda? ¡No me jodan!
Los interesados en este desaguisado progresista mezclan papas con camotes y confunden adrede la libertad de expresión con la libertad empresarial. Asumen que la propiedad de los medios es la propiedad de las noticias y hasta de las ideas. Se supone que los medios básicamente informan. Pero los grandes genios que nos atarantan con la "concentración de medios" nos quieren hacer creer que debido a que los dueños de un grupo de medios son los mismos, lo que informarán será lo que a estos dueños se les antoja. O sea que no informarán lo que ocurre en este mundo sino acerca de un mundo paralelo o algo así. ¿Será eso posible? Claro que no. Las noticias son básicamente las mismas en todos los medios, con la diferencia que unos la cubren mejor que otros. Aparte que unos dicen simplemente la verdad y otros tratan de crear "conciencia social". Es cierto que hay unos que están más interesados en vender y otros que andan más interesados en promover sus ideas. Y esto hace la diferencia en las ventas. Ya sabemos quién es quién.
Lo segundo y tangencial que hacen los medios es publicar opiniones, las cuales realmente a muy pocos les interesa. Eso es secundario. Pero lo más interesante es que las opiniones están firmadas y les pertenecen a los autores. Lo que a los dueños de los medios les interesa es tener a los mejores autores, o sea, los que son más leidos y apreciados por la calidad de sus ideas, porque lo que quieren es vender. Por eso no conviene tener como columnistas a mermeleros, chupamedias, plagiarios o histéricas que solo saben vomitar su odio, como lo que abunda en La República. Los verdaderos empresarios de medios no quieren aburrir ni educar ni adoctrinar. Lo que quieren es entretener y vender. Los verdaderos empresarios de medios buscan tener diversos medios con diversos perfiles y formatos, especializados en diferentes temas, tratando de cubrir el escenario de los gustos y expectativas de la gente. Es pues, por tanto, fundamental diversificarse. Es una cuestión de inteligencia empresarial, una necesidad que impone el mercado. El grupo "El Comercio" es uno de los más importantes del Perú y de Latinoamérica, conoce el negocio porque está en él hace más de siglo y medio. Quiere decir que lo han venido haciendo con éxito. Cosa que hay que aplaudir en lugar de condenar y amenazar.
Pero la sucia competencia no quiere competir. Lo que quiere es que el Estado le eche una manito para impedir que "el grupo" tenga esa diversificación. La República quiere que el Estado desbarate a su competencia. En lugar de aprender buenas estrategias de mercado y sintonizar mejor con los gustos del público, lo que busca "La República" es una ayudita del Estado. Así de simple. Eso es todo y no es nuevo. Se llama mercantilismo. Toda esa cantaleta de la "concentración de medios" y el peligro de la libertad de expresión no pasa de ser es un muy bonito cuento apto solo para idiotas. Y por supuesto, el mediocre de Palacio es uno de los que se ha tragado el cuento, saltando cual espadachín de novela disfrazado de mosquetero, a defender los sagrados valores de la libertad de expresión. Valores que no pueden convertirse en negocio, ha dicho con su tufo velasquista y chavista, repitiendo la cháchara barata muy propia de estos mamarrachos.
Alguien debería explicarle que no existe peligro mayor contra la libertad de expresión que la intervención del Estado mediante estúpidas leyes que pretenden "garantizar" la pluralidad, la "igualdad" y los "valores" en los medios. Esta es la clase de paparruchadas que surgen en el cerebro de los que sufren la enfermedad mental del socialismo. Eso no produce más que abuso de poder, atropellos y una sociedad de zombies. Los cuentos que esgrimen los fracasados de La República y su clan de mermeleros solo buscan manipular al Estado para jugar con ventaja y sin competir. Son lo que llaman "mercantilistas". Ocultan sus verdaderas intenciones tras una palabrería engañosa que atiza miedos y sospechas, y han apelado al ridículo y falso concepto de la "concentración de medios" como si hubiese una cantidad fija y limitada de medios de los cuales alguien se ha apoderado. La diversidad de medios es la clave del éxito para cualquier organización empresarial de medios. No se puede condenar a nadie por hacer lo correcto y por tener éxito. Solo la mediocridad y la envidia típica del socialismo hace eso. Y de otro lado, lo cierto es que el universo para los medios es ilimitado. Solo hay que atinarle al gusto y el interés del público para mantenerse. Solo los mercantilistas y los mediocres apelan al Estado para poder competir.
Los experimentos sociales siempre fracasan. Nada es mejor que la libertad. Por supuesto que hay un precio que debemos pagar por esa libertad. Quizá, en el peor de los casos, sea desorden y abusos, pero los bienes que produce la libertad son infinitamente superiores: una diversidad que garantiza el progreso. No dejen que les cuenten cuentos. El único peligro para la libertad de expresión proviene del Estado. No de los grupos de poder ni de los dueños de medios. Ellos solo quieren vender. Es el Estado el interesado en manejar las ideas y las opiniones. Eso ya está demostrado. Lo hemos vivido en nuestra historia reciente durante el velasquismo y lo vemos hoy en algunos países vecinos sometidos a la barbarie del socialismo. El viejo cuento de "garantizar la pluralidad de opiniones" solo ha servido para garantizar la pobreza mental de toda una nación.