Toda esa manchita juvenil que salió a manifestarse contra el fujimorismo el 22 de mayo pasado, coreando consignas y portando pancartas con lemas como "ni olvido ni perdón" y "por memoria y dignidad" apenas bordean los 25 años y muchos son incluso menores. Es decir, apenas estaban en el nido cuando acabó el fujimorismo. ¿Qué saben del fujimorismo? ¿Qué recuerdan de los noventas? ¿De dónde les sale tanto odio, ira, rencor y rabia? ¿Sabrán lo qué están gritando? No. Obviamente no saben nada. Los han arriado como borregos a armar el tradicional corso anti Keiko, organizado por todas las ONG de izquierda que aparecieron para defender a los terroristas, y que hoy mantienen bajo sueldo una planilla de periodistas y docentes universitarios encargados de envenenar el cerebro de los jóvenes, y alentarlos a ir a las marchas, incluso con beneficios académicos.
En el 2004 se aprobó un "plan nacional de ddhh" junto a otros planes muy similares, como el de "salud mental y cultura de paz", ideados por la burocracia caviar encaramada en el poder. Todos estos planes tenían la misma orientación. Decían por ejemplo, que era parte de la moderna educación formar ciudadanos activos capaces de salir en defensa de los derechos civiles y de la democracia. Es decir, era parte del currículo adiestrar jóvenes para que vayan como borregos a las marchas. Incluso se decía que era signo de buena salud mental tener una actitud vigilante y actuar en defensa de los intereses de la sociedad, formando organizaciones activas en la comunidad. Creo que fui el único que denunció esos planes oficiales de manipulación social dados en el gobierno de Toledo, con una clara orientación comunista, tal como ocurre en Cuba. Pero así fue como los caviares transformaron la sociedad y la educación. Luego vino la idolatría de la verdad contada por la CVR, y el antifujimorismo quedó convertido en doctrina oficial del Estado peruano y pose predilecta de la prensa.
Pero nadie se puso al frente de todos estos intentos de la izquierda para cambiar la historia, manipular a la sociedad y envilecer las instituciones con el veneno del antifujimorismo. Al contrario. Se puso de moda salir a hacerle ascos al fujimorismo. Todo aquel que quisiera posar como un cabal luchador anti corrupción y defensor insobornable de la democracia, tenía que denostar al fujimorismo y condenar los noventas. Así fue como el fujimorismo fue convertido en el sector apestado de la nación, a pesar de que la política peruana nunca dejó de arrastrarse por el fango de la corrupción.
¿Pero es acaso cierto todo lo que dicen los declarados enemigos del fujimorismo? ¿De qué memoria y de qué dignidad nos hablan? Si tuviesen memoria, tendrían que recordar en primer lugar cómo era el Perú en 1990, un país quebrado, sumido en la ruina total, en la miseria más absoluta, bajo el ataque de dos grupos terroristas de izquierda, uno maoista y otro castrista, que con sus acciones de sabotaje y crimen habían sembrado el terror y el miedo en la población. Sería difícil, largo y tedioso describir cómo era el Perú de 1990, pero mencionemos solo algunas pocas cosas para que estos babosos que tanto hablan de "memoria y dignidad" se enteren.
En 1990 en el Perú la moneda no valía nada. Las cosas subían el mismo día: tenían un precio en la mañana y en la tarde ya estaba más caro. Las empresas decidieron pagar semanal porque era imposible esperar a fin de mes, ya que el dinero se devaluaba todos los días. Ya le habíamos quitado seis ceros a las cifras monetarias porque los montos no cabían en las máquinas ni en los papeles. En consecuencia no había forma de hacer presupuestos, no había créditos. El Banco de la Nación no tenía dinero para pagarle a los maestros ni a nadie. Mi madre que era maestra pasaba apuros indecibles cada fin de mes para poder hacer efectivo su cheque del Ministerio de Educación. Había que ir de agencia en agencia esperando encontrar una que tuviera algo de efectivo.
Las colas para comprar productos de primera necesidad eran normales. Colas enormes para comprar solo tres tarros de leche o dos kilos de arroz porque todo estaba racionado, como en los países comunistas. En Lima faltaba agua. El agua llegaba por horas cada día. Todos tuvimos que poner tanques en la azotea o comprar bidones de ochenta y cien litros. Un día salió agua de desagüe por los caños. Así de mal estaba la administración de Sedapal. No había plata para hacer mantenimiento. Tampoco había energía eléctrica por los constantes apagones que provocaba la voladura de torres de alta tensión de Sendero Luminoso. Las calles de la ciudad estaban repletas de generadores eléctricos o grupos electrógenos para que los negocios pudieran funcionar.
Salir a provincias era imposible. Las carreteras estaban en ruinas por la falta de mantenimiento. El viaje a Huaraz que hoy me toma cinco horas en eos días tomaba el doble, porque había que ir sorteando los tramos destruidos. Cómo estarías de mal las vías que a veces se invadían los campos de cultivo para poder vanzar. En el interior había que tener suerte para no toparse con una banda armada que pedía cupos para dejarte pasar. No existía la policía en toda la ruta. Lo mismo era transitar por la ciudad. Toda Lima estaba repleta de tranqueras. Los primeros en poner tranqueras eran las comisarías, luego las empresas que se creían importantes. El hecho es que no se podía transitar por la ciudad.
Para no hacerla larga, debo mencionar el miedo en que se vivía. Los coches bomba se oían en toda la ciudad. Yo escuché el coche bomba de Tarata estando en San Borja. Una madrugada le pusieron un coche bomba a un vecino de la siguente cuadra. Le destrozaron la cochera y media casa. Según el dueño de casa fue un error de Sendero Luminoso, pero en menos de una semana toda la familia emigró a EEUU como refugiados. Así fue como perdí a uno de mis mejores amigos. No fue el único. Más de la mitad de mis amigos se fueron del país. Ese fue el Perú que recibió Alberto Fujimori en 1990.
Hay que mencionar que Fujimori no la tuvo fácil. Todos los partidos políticos tradicionales a los que derrotó se aliaron para hacerle la vida imposible. Bastaría mencionar la "Ley de Control Parlamentario sobre los actos normativos del Presidente de la República". LEY Nº 25397, que pretendía atar de manos a Fujimori y pasar todos sus actos por la aprobación del Congreso. No había pues manera de que Fujimori pudiera gobernar y tomar las medidas urgentes que el país necesitaba sin tener que esperar la aprobación de sus enemigos en el Congreso que solo querían verlo fracasar. En tales circunstancias, a Fujimori no le quedó más remedio que disolver el Congreso.
Para ser honestos, Alberto Fujimori dirigió el mejor gobierno de toda la historia de la República. Esta es una afirmación sustentada en la situación en que Fujimori encontró el país y cómo lo dejó. Allí están además las estadísticas que demuestran el crecimiento del PBI y del empleo, así como el inicio de la reducción de la pobreza. Controlada la hiperinflación y el terrorismo, lo que hizo Fujimori fue resolver los principales problemas del país, empezando por reconstruir toda la red vial nacional. Inició la privatización de las empresas públicas que solo habían arrojado pérdidas durante veinte años. Algunas hubo que cerrarlas porque nadie las quería. Se cerraron los bancos de fomento que estaban todos quebrados. Se redujo el aparato público dando incentivos para que la gente renuncie.
Toda esa operación de saneamiento del Estado y rescate de la economía es hoy denigrado por la izquierda y el sindicalismo, pues acusan a Fujimori de haber despedido trabajadores. Claro que se despidieron trabajadores del Estado y con muchos beneficios para ellos, porque no se podía seguir manteniendio tanta burocracia dorada e inútil. Pero durante el toledismo y el alanismo se reintegraron decenas de miles de trabajadores al Estado engrosando la burocracia inepta y parásita.
Después de Fujimori tuvimos al fin un país de verdad, con una economía saneada donde se podían hacer presupuestos y donde todos podían tener una tarjeta de crédito. Los terroristas estaban presos o muertos. El país vivía una era de crecimiento y prosperidad. Muchas empresas llegaron a invertir en el Perú y los empleos empezaron a crecer. Pero por desgracia, los enemigos del fujimorismo iniciaron el bloqueo de todas esas reformas, paralizaron las inversiones mineras que nos permitieron crecer, modificaron las leyes laborales para incrementar absurdamente los derechos laborales y reducir la empleabilidad, se dedicaron a atacar a las AFP, la Constitución del 93 y todo lo que sea un "rezago del fujimorismo".
Los últimos 20 años han sido una época de adoctrinamiento antifujimorista. Se han ocultado sus logros y se han exagerado sus defectos, se le ha cargado absurdamente crímenes que no cometió, como los de Barrios Altos y La Cantuta; se le han inventado mitos absurdos como los US$ 6,000 millones robados o las 300 mil esterilizaciones forzadas. Se le ha atacado de todas las formas sin opción a la defensa. Todo el progresismo y la caviarada se apoderaron de los medios para denigrar a Fujimori. Nadie jamás quiso ocuparse contar la verdad y hacer un balance real de los hechos en los 90.
En lo que a mí respecta, sí tengo memoria y dignidad. Doy gracias a Alberto Fujimori porque nos devolvió la dignidad de ser un país libre, una sociedad que puede vivir en paz y tranquilidad, que puede salir de sus casas sin miedo a ser asesinado o volar en un atentado, que puede tener agua y luz en sus casas sin temor, que puede hacer planes y tener esperanza en el futuro. Esa es la dignidad que nos devolvió Alberto Fujimori. No es la misma falsa dignidad que los progres dicen que Velasco le dio a los campesinos. Mentira. Velasco empobreció a los campesinos al extremo que tuvieron que invadir los arenales de Lima para sobrevivir. De esa época de crisis velasquista es que salieron Villa el Salvador y todo el cono norte. ¿Cuál es la dignidad?
Si hablamos de memoria y dignidad solo queda reconocer cómo cambió el Perú para bien gracias a Alberto Fujimori. Fue él quien nos devolvió la dignidad para vivir como ciudadanos de un país que va rumbo al progreso. Lo ridículo es que los progres se dedicaran a condenar al fujimorismo por los actos de corrupción política, pero haciéndolo desde las cloacas en que se movían en medio de gobiernos como el de Toledo, Ollanta o Vizcarra. No debemos olvidar que los años 2000 han sido los de mayor corrupción de toda nuestra historia. Pero estos falsos profetas de la moral solo se dedicaron a escupir sobre la memoria de Alberto Fujimori patra quedar bien con sus patrones de la mafia cviar, pero muy mal ante la historia.