Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
El periodismo de opinión es útil en muchos aspectos, pero nefasto cuando se pone al servicio de campañas porque entonces es cuando tiene que apelar a argumentaciones falaces y, peor aun, a contradecirse abiertamente con las ideas que antes se defendían. Esto es lo que le ocurre a Rosa María Palacios desde que su estrella en los medios empezó a declinar. La ex abogada y otrora ubicua periodista que disfrutaba de espacios en radio, TV y diarios, empezó su declive paulatino para terminar -por ahora- acogida en medios de menor nivel y cada vez más cerca del progresismo, dando así un giro total a su perfil inicial de tecnócrata liberal.
Por estos días Rosa María Palacios encabeza toda una cruzada contra el grupo El Comercio, al que ha etiquetado como "El Grupo" en sus obsesivos mensajes de Twitter que revelan una extraña animadversión personal. Tirando por la borda su pensamiento liberal y demostrando que sus intereses y ambiciones personales están por encima de cualquier principio político y ético, hoy clama -junto al progresismo más recalcitrante- la intervención del Estado para que regule los medios impidiendo la hegemonía de un grupo. Es decir, los que antes criticaban y ridiculizaban a sus oponentes como "mercantilistas" porque se aprovechaban del Estado para beneficiarse, hoy quieren que el Estado les dé una manito para poder competir en el mercado, contra un grupo de ha demostrado mayor eficiencia y ha conseguido limpiamente lo que tiene al cabo de varias generaciones y en más de siglo y medio de existencia.
Sintiéndose dueña de la verdad, RMP se ha sumado al coro progre que una vez más saca de sus manuales el relamido discurso de la amenaza a la libertad de expresión de parte de los grupos de poder, típico argumento antiempresarial con el que justifican y piden la intervención y control del Estado, tal como viene ocurriendo en los gobiernos bolivarianos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina. Es decir, con estos periodistas que dicen defender la libertad de expresión invocando el control del Estado solo queda esperar que más tarde llamen a las fuerzas de seguridad del Estado para acallar a los disidentes. Y no sería raro porque la conducta de RMP en las redes es netamente totalitaria. Para ella quienes no comparten su opinión son trolls. Ha acuñado las etiquetas fujitroll y aprotroll para burlarse de sus críticos antes de bloquearlos. Basta disentir con ella para recibir el epíteto de troll y ser bloqueado. No importa si tienes una foto, un nombre y un perfil real.
En su último artículo dominical Rosa María Augusta Palacios es ya una neta bolivariana. Apelando al lúcido pensamiento de Nicolás Maduro para quien todos los males que aquejan a su gobierno se deben a una conspiración de la derecha, Rosa María afirma que todo lo que hay alrededor de Qali Warma es solo una sucia campaña de la derecha en busca de desestabilizar al gobierno. ¿Quién está detrás de esto? Se pregunta, y haciéndose eco de Ollanta Humala, responde que son las empresas que no han ganado la licitación. Según su entender el caso no merece ningún interés pues se trata apenas del 0.000009% de falla. Además una intoxicación se cura en 24 horas. Todavía no hay un muerto. ¿Por qué tanto escándalo?
En realidad RMP tiene siempre a flor de labio el argumento de la conspiración en defensa de quienes quiere defender por alguna extraña razón. En la revocatoria de Susana Villarán se convirtió en tenaz defensora de la alcaldesa asegurando que todo era una conspiración de parte de la corrupción que quería volver al municipio de Lima. Se burló de los revocadores por ser cholos, hablar mal, usar una combi, etc. Según ella no había otra razón para querer revocar a quien ahora encabeza, sin ninguna duda ya, la peor gestión edil que ha padecido Lima en toda su historia.
Curiosamente hoy es RMP quien encabeza una verdadera conspiración de la izquierda en contra del grupo El Comercio, campaña que es parte de una vieja lucha ideológica y política que la izquierda en su conjunto ha mantenido siempre contra el decano de la prensa nacional. La palabrería en torno al supuesto peligro de la libertad de prensa solo puede engañar a los ignorantes que no saben que el único y verdadero peligro contra la libertad viene siempre de parte del Estado. Más allá de eso, quienes representan un verdadero peligro para la libertad de pensamiento son quienes muestran un recorrido sinuoso a lo largo de su trayectoria, siendo capaces de cualquier cosa para mantener su estatus como figura mediática, llegando incluso a falsear la verdad y cambiarse de camiseta con la misma facilidad con que se cambian de zapatos.
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