Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Finalmente se produjo lo que se venía venir y se pedía hace tiempo: Juán Federico Jiménez Mayor ha sido renunciado (única manera en que salen del cargo los caviares). Había durado demasiado tiempo en el cargo más importante del país. Ahora se sabe, por declaración del propio Jiménez, que su porfiada permanencia en la PCM se debió a una "estrategia" recomendada por "expertos consultores" (así es como trabajan estos papanatas) porque el cambio de 3 gabinetes en el primer año de gobierno "daba una imagen de fragilidad". ¿Y qué cosa cree este fantoche que ha dado su gestión? Nunca habíamos visto un premier tan anodino y genuflexo ante la primera dama.
Sin duda fue un error el cambio de Oscar Valdés por Juan Jiménez. Un cambio que se debió básicamente a la presión mediática ejercida por la rabiosa jauría progre y caviar que no paraba de ladrarle diariamente a Valdéz en columnas y programas acusándolo de autoritario, solo por no ceder al chantaje y el vandalismo de los antimineros. Lo que la progresía quiere es tener una Madre Teresa en el gobierno, y eso fue lo que consiguieron con Juan Jiménez. Su gestión nunca pasó más allá del gesto democrático y la dulce pose del diálogo. Hasta montó un huachafo esperpento burocrático llamado "Oficina Nacional del Diálogo y la Sostenibilidad" con un gran presupuesto. En fin, ya no vale la pena hablar de este fantasma.
El nuevo premier César Villanueva es un cambio radical de panorama. Para empezar ya no es un caviar PUCP, y esperemos que el gabinete en pleno se ventile del mal olor de la caviarada PUCP que la ha dominado en todo este tiempo. Una argolla enquistada desde los tiempos de Diego Gacía Sayán. No solo eso sino que sería muy deseable que el gobierno dejara de estar en manos de abogados para pasar a manos de ingenieros, empresarios o algo por el estilo. César Villanueva es administrador de la Villarreal y tiene una buena experiencia de gestión pública, que es lo que se debe buscar en alguien que va a conducir el país, en lugar de nombrar a un mequetrefe salido de la nada.
Esperemos pues que los cambios sean drásticos para que el país agarre un rumbo. Más de un año a la deriva es demasiado. Ollanta Humala debería considerar que solo un buen presidente de la PCM podría hacerlo quedar bien ante la historia. Hasta ahora, es el presidente más incapaz de los últimos tiempos. Si bien estuvo acertado al desligarse de la gusanera izquierdista que lo llevó al poder, falló de plano al caer en manos de la caviarada inútil. Ojalá se haya dado cuenta que contar con la izquierda, sea la roja o la caviar, es apostar por un fracaso seguro.
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