sábado, 8 de junio de 2013

El indulto se fue a pique


Y tal como se veía venir, Ollanta Humala negó el indulto a Alberto Fujimori. Lo hizo justo el Día de la Bandera para que festejen progres y caviares, quienes la despreciaron para levantar sus propias banderas rojas del comunismo en su lucha armada contra la democracia y el Estado de Derecho. Ese es el sector que ha salido a festejar la decisión presidencial saboreando como una victoria el encierro del hombre que puso fin al terror y la aventura belicista de las izquierdas en el Perú. Al fin y al cabo esa es la verdadera dimensión histórica en que hay que colocar las cosas. Y es así como lo entienden los enemigos de la patria: el comunismo internacional.

Ollanta Humala no ha sabido colocarse en la correcta dimensión histórica. Le falta talla de estadista. Ha preferido ocultarse cobardemente en la menudencia de un "informe técnico" de segundo nivel, elaborado por hombrecillos sin trascendencia y casi anónimos. Ni siquiera ha sabido asumir enteramente su responsabilidad como presidente tras repetir tantas veces que solo él tomaría la decisión final. Aunque niegue haber sido presionado, lo cierto es que ha sido intimidado por toda la jauría progresista que lo rodea, tales como Eda Rivas, Daniel Figallo y el propio presidente del Concejo de Ministros, "experto en derechos humanos" y creador de la CVR, Juan Jiménez. Además, por supuesto, de la orquesta de ONGs de izquierda que proveen asesorías al gobierno y que hace tiempo hacían lobby para impedir el indulto.

Si bien ya es hora de voltear la página, no debemos hacerlo sin señalar los errores del fujimorismo en todo este proceso. Antes no era oportuno decirlo pero es menester señalarlo por ser parte de la verdad. Desde el fujimorismo salieron demasiadas voces y muy destempladas exigiendo el indulto, lo cual generaba para el presidente un evidente ambiente de presión que resultaba políticamente muy inapropiado. El fujimorismo no tuvo una estrategia disciplinada sino un alocado reclamo sin medir las formas. El propio Fujimori contribuyó mucho con sus mensajes y cartas "desde su encierro", con lo cual sólo arrojaba más leña al fuego y creaba más presión, además de demostrar que estaba en buenas condiciones. 

Una estrategia adecuada hubiera ordenado a todas esas voces guardar silencio y señalar a un vocero autorizado. Fujimori debió mantenerse en su aislamiento y ser visto solo en sus trasladados a la clínica, sin esas fotografías patéticas que alimentaban el morbo del antifujimorismo y eran utilizadas para la burla. Pero sin duda el más grave error del fujimorismo ha sido no saber tratar el asunto políticamente a puertas cerradas. En lugar de gritarle a Ollanta desde el balcón, han debido buscar un acercamiento político tratando de desplazar al enemigo principal, Perú Posible, aprovechando la caída en desgracia de su impresentable líder. Todo es posible negociar en política. Absolutamente todo. Una cuestión que sin duda Keiko desconoce por su juventud y que el fujimorismo nunca ha practicado en su historia.

Por último, Keiko hizo muy mal en convocar a la gente a las calles en rechazo a la decisión presidencial. Esa no es la posición que debe adoptar alguien que es líder de uno de los principales movimientos políticos del país y que aspira a la presidencia. El respeto a las formas democráticas es fundamental, más aun cuando no hay ningún quiebre del orden constitucional por parte del gobierno. En política nunca hay un final. La vida continua y mañana habrá otras causas que pelear. De hecho el ex presidente Fujimori tendrá que ser indultado tarde o temprano debido a que su salud irá deteriorándose. Pero hay que aprender de las derrotas. Y sobre todo, hay que aprender a negociar.

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