Por: Felipe Cortijo Medina
Ollanta Humala dice encarnar el nacionalismo en el Perú, veamos cuál nacionalismo intenta hacernos creer que él representa, o qué parece que entiende por nacionalismo. El movimiento político al que representa es ideológicamente de izquierda, por tanto debemos juzgar que sus ideas se basan en un criterio ideológico internacional, el socialista, no es entonces nacional, no se circunscribe sólo a nuestra nación.
La ideología socialista tiene sus iconos irrenunciables en una literatura política, como la marxista, leninista, maoista, trotskista, etc. y si debemos ser representados por un peruano que encarne mejor las ideas del socialismo diríamos mariateguista. Toda esa concepción ideológica no puede dejar a un lado la vertiente del terrorismo de izquierda, basadas en las ideas políticas de otro peruano, Abimael Guzmán.
La ideología socialista tiene sus iconos irrenunciables en una literatura política, como la marxista, leninista, maoista, trotskista, etc. y si debemos ser representados por un peruano que encarne mejor las ideas del socialismo diríamos mariateguista. Toda esa concepción ideológica no puede dejar a un lado la vertiente del terrorismo de izquierda, basadas en las ideas políticas de otro peruano, Abimael Guzmán.
Decía Arnold Toynbee sobre los nacionalismos que: ”El espíritu de la nacionalidad es la
agria fermentación del vino de la democracia en los viejos odres del
tribalismo”. No hay que ir muy lejos para ver en lo que se han convertido
Bolivia, Ecuador, Argentina o Brasil cuyos presidentes dicen también encarnar
ideas nacionalistas en medio de la convulsión de asonadas sociales. Esto es lo
que produce dichos nacionalismos, la desintegración de una patria.
Ser nacionalista no
equivale a sostener ideas subalternas que no tengan que ver con su único propósito
en sí mismo, el engrandecimiento de la patria, el honor y la gloria para
nuestros héroes. Lo que nos enseñan (o enseñaban) en nuestras escuelas siendo
muy niños, cuando nos emocionaba el gesto sublime de un Ugarte, el coraje de un
Bolognesi, la osadía y valor de un Grau, o la inteligencia y fuerza de Cáceres,
por eso Rainer María Rilke dijo alguna vez “La única y autentica patria del
hombre es su infancia”.
Hoy en día, ser
nacionalista significa ser socialista, nada más aberrante para los fundadores
de una nación, nada más ultrajante para sus hijos. No existe credo más ladino y
vulgar que confundir a un país con ese nacionalismo venido del Atlántico, de
otro país que se sumerge en el fratricidio de levantarse hermano contra
hermano, padre contra hijo. Venezuela ha hundido sus pies en el lodo del odio
parricida por un presidente que se cree Bolivariano, pero que no sabe de la
grandeza y la gloria que significó esa gesta en Sudamérica.
Hoy la izquierda ha
vuelto a ganar peligrosamente para nuestra nación el terreno perdido durante años,
no solo el terrorismo brota en el VRAE, en Ayacucho, en nuestra Universidad de San
Marcos. Todos o la mayoría de nuestros medios de comunicación e instituciones
de representación pública han sido copados por la izquierda progresista, la
izquierda caviar, que nunca tendrán la mínima voluntad para reclamar por el ultraje
a nuestras fuerzas armadas. Cuando un policía es abatido, nunca será suficiente
para el país con poner sus caras de circunstancia y nada más, cuando son las
balas de un Caín socialista las que matan. Hay que recobrar la
indignación, y nuestra historia, pasada y reciente, podemos ser un país viable
por nosotros mismos, con nuestros ahorros, con nuestro dinero, debemos recobrar
el concepto de patria, de nación. Para Humala, ser peruano significa ser
socialista, es el falso nacionalismo.
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