Por
Felipe Cortijo Medina
¡Qué lástima
me da ver las componendas a los que nos tienen acostumbrados algunos
políticos!. Todo podía haber esperado de los “nacionalistas”, ya nada me
sorprende de quienes se irguieron en un primer momento como adalides de la
lucha contra la corrupción, gente como Otárola, Rimarachín, Espinoza, Chehade o
el nuevo congresista Dammert, están cada uno inmersos en su laberinto de
mezquindades y podredumbre usuales. Pero, Martin Belaunde Moreyra, no,
esto va más allá de la simple audacia y habilidad de un viejo político apoyando
lo que no debería apoyar, ¿qué oscuros arreglos bajo al mesa se han urdido para
relajar su moral?.
Decía Federico
Nietzsche, al final de su aforismo 203 en su “Más allá del bien y el mal”, hace
más de 140 años, lo siguiente: “La degeneración global del hombre, hasta
rebajarse a lo que hoy les parece a los cretinos y majaderos socialistas su
Hombre del futuro, ¡su ideal!, esa degeneración y empequeñecimiento del hombre
en completo animal de rebaño (o, como ellos dicen, en “hombre de la sociedad
libre”), esa animalización del hombre hasta convertirse en animal enano dotado
de igualdad de derechos y exigencias, son posibles, ¡no hay duda!. Quien ha pensado
hasta el final esa posibilidad, conoce una náusea más que los demás hombres”.
Y en verdad da
náuseas pensar en lo que nos estamos convirtiendo, una epidemia incontrolable
del más vulgar socialismo nos agarra como una influenza tropical, ya nadie piensa
en lo inconveniente que es para el país proteger a Alejandro Toledo, no sólo
por su exagerada forma de vida privada, envuelto en mil y un escándalos, sino
que damos señales inequívocas de que toda la política y los políticos son
corruptos. Toledo representa al peor socialismo conocido hasta hoy, el caviarismo,
ineficiente y torpe para gobernar, descarado y corrupto en su accionar, ¡y
queremos blindarlo!.
No es esto lo
que queremos heredar a nuestros hijos, acepto la pelea franca contra Humala,
acepto los intentos de extender su poder más allá de su límite normal, aquí
estamos con la opinión pública como oposición para estos devaneos, para eso
debería estar también el Congreso, quienes nos representan, y aceptamos su
inoperancia cómplice. Pero lo que nunca aceptaré es y será esa decadencia a la
que llegan algunos apellidos ilustres, ¡el sobrino de un Belaúnde apañando la
podredumbre!.
Terminaré
citando nuevamente al viejo filósofo que en los albores del siglo XX murió
dejando el legado de su lucha contra esa mediocridad de la decadencia, que ya
se iniciaba, y que hoy amenaza con enterrarnos a todos en su fango: “La
honestidad, suponiendo que ella sea nuestra virtud, de la cual no podemos
desprendernos nosotros los espíritus libres, bien, nosotros queremos laborar en
ella con toda malicia y con todo amor y no cansarnos de “perfeccionarnos” en
nuestra virtud, que es la única que nos ha quedado: ¡que alguna vez su brillo
se extienda, cual una dorada, azul, sarcástica luz de atardecer, sobre esta
cultura envejecida y sobre su obtusa y sombría seriedad!. Y si, a pesar de
todo, algún día nuestra honestidad se cansase y suspirase y estirase los
miembros y nos considerase demasiado duros y quisiera ser tratada mejor, de un
modo más ligero, más delicado, cual un vicio agradable: ¡permanezcamos duros,
nosotros los últimos estoicos!”.
da asco
ResponderEliminarLa nausea es mia, amigo, ¡no al comunismo!
EliminarBuen articulo!
Eliminar