Mario Huamán y sus parásitos no son un grupo de rock de los 70 sino una mafia sindical que nació en la nefasta época del gobierno militar y socialista del general Juan Velasco Alvarado. Son los que llenaban la plaza de armas de Lima con sus pancartas "Chino, contigo hasta la muerte". Desde aquellos tiempos los sindicatos cobraron fuerza hasta convertirse en verdaderas mafias como ocurrió con la FEB (Federación de Empleados Bancarios) o en partidos políticos como sucedió con el SUTEP, donde se llenaban los planillones del UNIR y salían los candidatos de la izquierda, no solo al Congreso sino a la presidencia, como Horacio Zeballos. Esa fue la escoria sindical que montó el velasquismo y que jodió al Perú por varias décadas y aún lo sigue haciendo.
Acabamos de soportar la majadería de estas mafias sindicales que hoy se oponen a las reformas urgentes que el país necesita para hacer frente a los retos del mundo moderno. Ni siquiera son reformas radicales. Pero basta que se hable de meritocracia y evaluaciones para que las crápulas del sindicalismo salgan a protestar en defensa de sus gollerías, mal llamadas "derechos ganados". En realidad se trata de privilegios malhabidos, como el que detenta Mario Huamán, el zángano más grande que hay en el Perú, pues hace más de 25 años que vive sin trabajar, gracias a su condición de líder sindical. Ha convertido a la CGTP en una banda de alquiler, presta a salir a las calles cada vez que lo requiera la izquierda. Como por ejemplo, en defensa del agua o de la inepta alcaldesa Susana Villarán.
Hace poco más de un año, estos mismo parásitos salían de sus cloacas a marchar en apoyo al presidente Ollanta Humala. Llenaron la plaza Bolívar donde el insufrible Daniel Abugattás improvisó un discurso meloso para advertir a gritos que los cambios que el país requiere se iban a imponer le duela a quien le duela. Claro que cuando le duele a la escoria de izquierda esto es motivo de trifulca, toma de carreteras, de aeropuertos y calles de la ciudad. Ahora que esos cambios se anuncian, los coliformes fecales de la CGTP han salido ya no en apoyo sino en contra porque se sienten amenazados por una evaluación de capacidad y eficiencia.
Desgraciadamente el proyecto elaborado por técnicos del Ejecutivo ha caído en manos de los incapaces del Congreso Peruano, responsables de las leyes. Cómo bien ha dicho un sindicalista en la radio, es patético que al trabajador del Estado se le exija tanto cuando para ser congresista no se pide nada! Lo primero que han hecho estos ineptos congresistas es suspender el debate del proyecto para complacer a los salvajes de la CGTP a fin de que dejen libre los aeropuertos y las calles. Pero es de esperar que estos papanatas legisladores empiecen a dar marcha atrás en todo el proyecto. Ya hemos empezado a escuchar la cantaleta de la defensa de los derechos laborales, donde la vaca sagrada tiene nombre de "estabilidad laboral". Tremenda estupidez consagrada por el progresismo desde hace medio siglo. Ni siquiera en Cuba existe la famosa "estabilidad laboral".
Es francamente patético ver a políticos agachando la cabeza ante semejantes íconos de la estupidez humana como la "estabilidad laboral". ¿A qué pobre imbécil se le puede ocurrir semejante concepto? ¿Desde cuándo el puesto laboral es una propiedad privada del trabajador? Esto es simplemente una aberración. En las épocas de la nefasta FEB (Federación de Empleados Bancarios) el puesto laboral adquirió la forma total de una propiedad privada que hasta se hizo heredable. El trabajador tenía el "derecho" de dejarle su puesto laboral a su hijo! A ese punto de imbecilidad llegamos gracias al predominio del sindicalismo en el Perú. Y no se diga nada de las mafias de chaleco y pistola que hoy abundan en la construcción civil.
Es lamentable que nuestros políticos no sean capaces de decir con total claridad y con todas sus letras que es necesario e impostergable arrojar a la basura el aberrante concepto de "estabilidad laboral". No existe ninguna estabilidad en el mundo. Mucho menos en la economía. Nada es pues más estúpido que seguir hablando de una estabilidad laboral. Estos atorrantes sindicales han salido a los medios incluso a advertir que no se pueden eliminar puestos laborales. O sea, que nadie puede siquiera reestructurar su empresa! Esto ya es el colmo. Pero en realidad el colmo es que nadie les diga a estos estúpidos que sus ideas son basura! Los hemos escuchado predicando sus ideas en la radio sin que nadie se atreva a decirles: oiga, esas ideas son aberrantes!
A estas alturas ya deberíamos haber aprendido que la sobreprotección artificial de los trabajadores sólo genera menores puestos laborales, subempleo e informalidad. Los trabajadores venden un servicio dentro de un mercado. Y tal como lo plantea la Constitución, estamos en una economía de mercado. Debemos aprender a respetar la libertad para crear y para cerrar puestos laborales en función de la realidad del mercado. Los trabajadores deben estar preparados para competir en un mercado laboral o dedicarse a otras actividades personales. Pero no podemos seguir tolerando mafias sindicales que pretenden perpetuar beneficios malhabidos en contra del desarrollo del país.
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