En medio de una ensalada de mentiras y medias verdades, Alejandro Toledo compareció ayer ante una comisión del Congreso que le inquirió sobre las millonarias compras de inmuebles que supuestamente anda realizando su anciana suegra, supuestamente como una inversión para el futuro, aunque sin tener un dólar de capital y apelando a procedimientos que asemejan más subterfugios mafiosos. En otra versión había dicho que era para que la anciana viva con su hija sus últimos años, y en otra versión aseguró que la señora no quiere vivir en Perú. En su última versión, Toledo llegó a decir que se enredaba porque no sabía nada sobre lo que hacía su anciana suegra de 86 años adquiriendo inmuebles por millonarias cifras en Perú.
Como era de esperar, Toledo repitió sus enredos con sus típicas expresiones de contundencia: "que quede claro". Aunque lo único cierto es que no hay nada claro. Y lo peor es que nadie le cree. Toledo es un personaje conocido por ser un mentiroso consuetudinario y un trepador impenitente, que de ser un lustrabotas llegó hasta donde está no por sus méritos sino por sus argucias y escasa moral.
Como era de esperar, Toledo repitió sus enredos con sus típicas expresiones de contundencia: "que quede claro". Aunque lo único cierto es que no hay nada claro. Y lo peor es que nadie le cree. Toledo es un personaje conocido por ser un mentiroso consuetudinario y un trepador impenitente, que de ser un lustrabotas llegó hasta donde está no por sus méritos sino por sus argucias y escasa moral.
¿Cómo lo hizo? Su historia realmente es digna de una película. Por lo menos ya algunos libros han revelado los senderos torcidos por los que Alejandro Toledo trepó hasta donde está. Es recomendable el libro de Umberto Jara "Toledo y Karp: historia de dos aventureros. - La política como engaño". Pero lo más curioso es que siendo toda una veta de investigación periodística, Toledo ha sido dejado de lado por la mayor parte del periodismo nacional. Prácticamente ha sido blindado por un sector de la prensa. Algo que podemos entender si prestamos oídos a lo que llegó a revelar inpensadamente ayer en el Congreso:
- Sé que hay congresistas que le pagan a algunos periodistas. -dijo Toledo con absoluta confianza y naturalidad.
Pero como si una aguja lo hubiera hincado en el fundillo, de inmediato cambió su expresión para corregirse. En el acto y sin que nadie se lo pida retiró lo dicho y se disculpó. Había ropa tendida y techo de cristal. Pero sin duda corría el riesgo de desenmascarar a sus propios amigos, empezando por los mermeleros de Diario 16.
Lamentablemente es cierto. Existe una prensa mermelera que condiciona su labor al mercado que alimenta sus bolsillos. No se trata solo de congresistas. Es una práctica generalizada donde entran sobre todo futbolistas, vedettes y faranduleros que por una aceitada de bolsillo figuran en las páginas de los medios, son entrevistados o citados. Desde luego que los políticos no se quedan atrás.
Más aun, existen periodistas que han hecho de este bajo oficio una empresa. Lo llaman "asesoría" y por una cómoda cuota mensual el "asesorado" es invitado a los medios, o por lo menos es citado hablando bien de él en las columnas. Toledo no es ajeno a estas prácticas. Al contrario, es un maestro en estas artes. De hecho tiene un equipo bien pagado que lo protege y levanta su imagen. La portatil que llegó ayer al Congreso con banderas amarillas y verdes recién confeccionadas tampoco es un pueblo espontaneo. Como tampoco lo fueron las mujeres llevadas al cumpleaños de Nadine. La manipulación de las voluntades populares por los políticos es una verdadera industria.
Ya hemos tratado este tema en nuestro post "Los mermeleros de la prensa caviar". <== VER
Ya hemos tratado este tema en nuestro post "Los mermeleros de la prensa caviar". <== VER
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