Por: Mónica Mullor
Se cumplen 40 años del golpe militar en Chile. Asumir esa parte de la historia y entender cómo se llegó al quiebre de la democracia sigue siendo una arena de constante disputa dentro de la vieja clase política chilena, en un escenario, que como lo dijera Pablo Ortúzar y Francisco Urbina en su libro "Gobernar con Principios", “buena parte de la izquierda goza de superioridad moral que le da ser víctima de graves injusticias, y artífice de la derrota al tirano. Víctima y héroe a la vez”
En el tan mentado camino a la reconciliación hay quienes han pedido perdón, pero también están quienes, a pesar de los años, continúan por un lado siendo devotos del fallecido dictador o, por el otro, siguen defendiendo a Allende, el desquiciador de la democracia.
Pero también hay otros. Una generación más joven, que no vivió ese periodo y que reclama honestidad de parte de todos los actores. Están hastiados del relato conveniente y parcial. Buscan comprender y aprender sobre las prácticas y discursos que generaron ese clima que deterioró irreparablemente la convivencia cívica.
¿Qué razón puede haber para no ser honestos con ellos?
Las cosas claras:
(1) Sobre el quiebre institucional de Chile, la responsabilidad se la lleva Allende y la Unidad Popular
(2) Sobre la introducción de la violencia, la responsabilidad se la lleva el Partido Socialista y el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario)
(3) El golpe de Estado es responsabilidad común de los militares, la Democracia Cristiana y la derecha
(4) La dictadura es responsabilidad de los militares y de todos quienes colaboraron con ella
(5) La violación de los DD. HH. es responsabilidad de la dictadura militar, las instituciones del Estado y de quienes lo justificaron.
Y como dice el refrán español: ¡Que cada palo aguante su vela!
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