miércoles, 17 de diciembre de 2025

El problema de las cien izquierdas


Erick Yonatan Flores Serrano*

Instituto Amagi - Huánuco


Alfonso López Chau, candidato a la Presidencia de la República por el partido político Ahora Nación, ha sido el foco de las noticias en los últimos días y no por haber subido en las encuestas o presentar alguna propuesta relativamente interesante para el país; sino porque José Luis Gil, ex integrante del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), tuvo a bien revelar que el candidato antes mencionado, en Febrero del 89, realizaba una publicación donde llamaba “luchador social, luchador político”, a Victor Polay Campos, criminal cabecilla de la organización terrorista conocida como MRTA.

Si bien es cierto que el autor -luego de semejante exabrupto- trata de maquillar esa simpatía diciendo que no comparte el programa terrorista, lo cierto es que no se trata un hecho aislado o un simple desliz del candidato. Para quien conoce la historia de la izquierda, tanto en el Perú y en el mundo, no se trata de una simple casualidad. De hecho, existe una relación bastante marcada entre la izquierda y la defensa de los personajes más nefastos en la historia de la humanidad. Apoyar a la narcodictadura del criminal Nicolas Maduro, apoyar a los terroristas de Hamas, apoyar a la dictadura cubana, tener entre sus ídolos a asesinos como Ernesto “El Che” Guevara, y un largo etcétera, son una prueba de que estamos hablando de un rasgo identitario.

Pasa lo mismo si miramos al interior de nuestro territorio, los principales líderes de izquierda, ya sean del ámbito político o “intelectual”, nunca han sido capaces de marcar distancia en forma directa, clara y contundente, de sus pares ideológicos más radicales y que han tratado de llevar sus ideas hasta el final de sus consecuencias, aquellos que no dudaron en emplear la violencia como método transformador, siguiendo así los ejemplos internacionales más conocidos como Mao Tse-Tung en China, Pol Pot en Camboya, Lenin y Stalin en Rusia, etc. Nuestra izquierda nunca ha podido (o querido) divorciarse de Sendero Luminoso y el MRTA, por el contrario, se la pasan destilando odio en contra de aquellos que los enfrentaron, mostrando así sus filias más elementales en forma indirecta.

Y pese a que hoy se hacen llamar la “izquierda democrática”, esos que pretenden hacerle creer a la gente incauta que hay una gran diferencia entre quienes buscan el poder a través del voto y quienes lo hacen a través del fusil (o tirando piedras, o quemando llantas, o secuestrando aeropuertos), no debemos perder de vista que lo importante aquí es el sustantivo. Da lo mismo cuan elaborada sea la etiqueta, lo que no debemos olvidar nunca es que las cien las izquierdas, antes de ser democráticas, cristianas, ecológicas, nacional-socialistas, liberales, progresistas, etc., son izquierdas.

El problema está en su esencia, en su esquema de valores, en los principios que comparten, en las causas que defienden; a través del voto o a través de la violencia, en la televisión o en los colegios, bajo la fachada de la defensa del medio ambiente o la ideología de género, detrás de ONG´s de derechos humanos o colectivos LGTBI, en la lucha por la clase obrera y el campesinado o por los derechos de los animales; lo que buscan es la imposición, penetrar en el acervo cultural de nuestra sociedad y corroer los cimientos de nuestra historia, de nuestra herencia. Y en tiempos tan marcados por el dominio cultural de la izquierda, jamás ha sido tan importante dejar en evidencia la naturaleza de la izquierda en el Perú y en el mundo, en cada una de las plataformas en las que todavía se puede, cuantas veces sea necesario y en cada oportunidad que se tenga.


*Sociólogo sobreviviente a la sociología tradicional. Conservador entre libertarios y libertario entre conservadores. Políticamente incorrecto y de derecha mientras no haya mejor opción, jamás de izquierda.


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