La reunión anual de ejecutivos llamada CADE es siempre una oportunidad para que el progresismo afile sus plumas y agudice el oído en busca de algún comentario desafortunado o dudoso, al cual se le pueda dar la vuelta y convertir en muletilla y gancho de campaña. Así ocurrió con algunas frases elegidas de PPK. En esta ocasión la primera víctima ha sido Roque Benavides, el hombre que dirige la empresa minera Buenaventura, una de las más importantes de Latinoamérica.
Para el progresismo nacional todo lo que diga un empresario o político de derecha puede ser -y de hecho será- utilizado en su contra, por supuesto en su versión tergiversada. Los progres son expertos en esta materia. Recordemos la frase con que lapidaron la candidatura de Keiko: "nosotros matamos menos". Así que en este país hay que tener mucho cuidado con las palabras. Apenas Roque Benavides acabó de decir "El Perú es de todos, desde el más humilde hasta el más bacán" la frase empezó a dar vueltas en las redes aderezada con sarcasmo progre.
Es una tarea realmente complicada tener que lidiar con la mentalidad obtusa de la izquierda, pero lo es más aun tener que enfrentar el vendaval de mentiras y estupideces que suelen levantar como argumentos. Roque Benavides se cansa de repetir que las empresas minera no son las que tienen que ocuparse de la distribución de la riqueza. Pero nunca falta un idiota de izquierda que retruque con alguna genialidad como "solo tienen la misión de apropiarse de ella".
Explicarle a un progre que la riqueza no está tirada en los cerros para que alguien vaya a recogerla y "apropiarse de ella" como si fuera una moneda es tedioso. Un progre vive convencido de que la riqueza está arriba en el cerro o que la montaña misma es la riqueza. La montaña ha estado allí hace cientos o miles de años y no ha servido para nada a nadie. Una montaña es igual que todas las demás en el paisaje. Si hay algo en ella que tiene un valor no se sabe hasta que un equipo de geólogos haga la investigación y lo determine. Eso requiere estudios complejos de tierras. Luego hay que elaborar un proyecto de explotación que sea rentable basados en las expectativas de la veta de minerales y sus precios internacionales, hacer los trámites ante el Estado cumpliendo con una serie de rigurosas licencias que tardan no menos de dos o tres años.
En resumidas cuentas, la riqueza no está en la montaña. Es como confundir la arcilla con un jarrón. Lo que hay en la montaña es tierras y piedras diversas. La riqueza hay que crearla. Hay que trabajar mucho para que podamos hablar de riqueza. Hay que hacer muy grandes inversiones en maquinaria y logística para explotar en alturas de más de 4 mil metros, empezando por la construcción de caminos. La movilización de grandes grupos humanos de trabajadores, que se cuentan por miles, dinamiza toda una región generando muchas otras actividades conexas. Todo ese trabajo se requiere para extraer el mineral que es el vehículo de la riqueza. Todavía hay que transportarlo a los mercados y es solo cuando se ha colocado y cobrado por ese mineral cuando podemos hablar de riqueza. Allí es cuando el Estado, sin haber aportado nada, ni siquiera seguridad o garantía jurídica, (como se ha visto en Conga) recibe su parte. Lo que el Estado hace con su parte es algo que los progres deberían reclamarle al Estado. No a la empresa minera.
Un progre no entiende nada del trabajo. La mentalidad progre es facilista. El progre vive convencido de que la riqueza está en algún lugar, tal cual, y que él tiene derecho a recibir la suya sin hacer nada por ella. El progre habla de distribución de riqueza pero no se detiene ni un segundo en el tema de la creación de la riqueza. Esa es la parte que a ningún progre le interesa. Por eso es que los progresistas son aquellos que viven cual parásitos en espera de que el Estado reparta la riqueza. Su mayor interés es que el Estado cargue a las empresas con enormes impuestos porque, en la mentalidad de un progre, las empresas "se llevan nuestras riquezas". Nunca se han dado cuenta de que sin empresas no hay riquezas.
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