Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Las administradoras de fondos de pensiones, conocidas como AFP, son blanco permanente del progresismo y de un batallón de políticos figuretis que no cesan en criticar al sistema privado de pensiones (SSP), diciendo cuanta sandez cruza por sus mentes, dejando ver en cada ocasión su penosa ignorancia sobre el fondo del asunto. Para colmo, en estos tiempos se han sumado al griterío anti AFP los independientes afectados con el descuento obligatorio. Y hasta se está organizando un plantón contra la AFP Habitat.
Todo esto solo refleja el grado de histeria al que se puede llegar en medio de campañas de desinformación y ataques sistemáticos, motivados básicamente por el fanatismo ideológico en contra de la empresa privada. El principal argumento contras las AFP es que "ganan demasiado". Las últimas reformas han tenido el objetivo central de reducir sus comisiones, no en mejorar las pensiones ni asegurar o aumentar la rentabilidad de los fondos. No, nada de eso. La obsesión de los críticos y reformistas es que las AFP ganan dinero. Algo que no pueden concebir. En Argentina incluso lograron eliminarlas y el Estado se apropió de los fondos. Eso es sin duda lo que persiguen acá los anti AFP.
Lo ridículo del griterio anti AFP es que en el Perú existen dos sistemas de pensiones: el público, a cargo de la ONP; y el privado, a cargo de las AFP. Ambos subsisten en abierta competencia y la gente puede elegir libremente entre los dos. En ambos casos el descuento es obligatorio. La pregunta obvia es ¿por qué si hay dos sistemas de libre elección -público y privado- los quejosos están siempre en contra a las AFP, a pesar de que el sistema del Estado es notablemente peor? Es solo porque no soportan que las empresas ganen. Es todo. Y no es poco. Esa tara mental es en parte responsable de nuestra mediocridad como país.
En el griterío anti AFP hay ahora varios periodistas muy connotados, a quienes no les ha gustado nada tener que desprenderse de una parte de sus honorarios. Pero pese a que pueden optar por irse al sistema público, se han dedicado a llorar despotricando contra las AFP como si estas hicieran las leyes. Lo que debieron haber hecho hace tiempo es confrontar a los magníficos legisladores que inventaron la famosa reforma, liderados por el progresista Daniel Schydlowsky hace más de año y medio. Pero se limitaron a discutir obsesivamente el tema de las comisiones, que es todo lo que les importa. Se discute más por las comisiones de las AFP que por el grotesco robo del Estado a todo aquel que no completa 20 años de aportes, por ejemplo.
Hoy resulta que el descuento pensionario obligatorio es injusto, abusivo y prepotente. Ahora es cuando todos se vuelven liberales y defienden el derecho del ciudadano a tomar sus propias decisiones. Curiosa y repentina transformación de la mentalidad de muchos, porque en el Perú el descuento pensionario ha sido obligatorio desde hace casi un siglo. Y nunca nadie dijo nada jamás. Claro, porque se trataba de trabajadores en planilla. Pero ahora afecta a los señoritos de la cuarta categoría tributaria y entonces la cosa se transforma en abuso totalitario. A nadie le importa la calidad de la soga hasta que se la ponen al cuello.
Me parece adecuado entrar en el debate de la libertad del ciudadano para decidir sobre su propio bienestar y su futuro, imponiendo límites a la intervención y potestad del Estado. Pero este debe ser un debate amplio que incluya otros aportes obligatorios como ESSALUD, e incluso los que se imponen a los empleadores, como el de la CTS, que es un freno para la empleabilidad de millones. Lo que no podemos hacer es seguir cogiendo de piñatas a las AFP, haciéndole el juego al progresismo delirante.
El SPP fue una gran solución al pesado lio de las pensiones en manos del Estado. No fue, como ha dicho un despistado comentarista, "un invento de Boloña para hacer caja". Eso no tiene sentido. No se hace caja desprendiéndose del dinero. El SPP fue inventado en Chile y copiado por más de 30 países. Evita la enorme corrupción estatal que siempre, indefectiblemente, acababa despilfarrando los fondos y pagando miserias a los jubilados, quienes deben emprender interminables trámites y hasta juicios. Debemos pues tener muy en claro que el SPP es una gran solución. Además resulta indispensable defenderlo del ataque progresista que pretende aniquilarlo, como se hizo en Argentina. Se trata del ahorro de más de cinco millones de peruanos que debemos proteger.
También es bueno iniciar un debate alturado, tratando de crear ciudadanos responsables de su propio destino. El mundo ha cambiado y ya no estamos en los años 30 del siglo pasado. Estamos en una nueva cultura y tenemos mejores instituciones y sistemas financieros. No hace falta que el Estado se inmiscuya en la vida privada de las personas. Debemos rechazar el cientificismo liberal que pretende probar que el ser humano es incapaz de tomar decisiones a futuro, usándolo como justificación para el intervencionismo estatal en la vida de las personas. Pero defender la libertad del individuo y ponerle freno al Estado no pasa por combatir a las AFP.
El SPP fue una gran solución al pesado lio de las pensiones en manos del Estado. No fue, como ha dicho un despistado comentarista, "un invento de Boloña para hacer caja". Eso no tiene sentido. No se hace caja desprendiéndose del dinero. El SPP fue inventado en Chile y copiado por más de 30 países. Evita la enorme corrupción estatal que siempre, indefectiblemente, acababa despilfarrando los fondos y pagando miserias a los jubilados, quienes deben emprender interminables trámites y hasta juicios. Debemos pues tener muy en claro que el SPP es una gran solución. Además resulta indispensable defenderlo del ataque progresista que pretende aniquilarlo, como se hizo en Argentina. Se trata del ahorro de más de cinco millones de peruanos que debemos proteger.
También es bueno iniciar un debate alturado, tratando de crear ciudadanos responsables de su propio destino. El mundo ha cambiado y ya no estamos en los años 30 del siglo pasado. Estamos en una nueva cultura y tenemos mejores instituciones y sistemas financieros. No hace falta que el Estado se inmiscuya en la vida privada de las personas. Debemos rechazar el cientificismo liberal que pretende probar que el ser humano es incapaz de tomar decisiones a futuro, usándolo como justificación para el intervencionismo estatal en la vida de las personas. Pero defender la libertad del individuo y ponerle freno al Estado no pasa por combatir a las AFP.
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