Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Si uno repasa los temas actuales de nuestra realidad, es decir, los verdaderamente trascendentes, los que nos afectan directa o indirectamente a todos, uno tiene que pensar en la firma del contrato para el gasoducto del sur y su inminente pleito judicial, la división de la bancada nacionalista, la crisis ambiental generada por Petroperú, la huelga de transportistas, etc. Eso es lo que cualquier persona medianamanete informada piensa ver en las carátulas de los diarios. Pero no siempre es así.
Te paras frente al kiosko y entre las noticias ya referidas de pronto encuentras portadas que parecen sacadas de otro país, están perdidos en el espacio. No me refiero a los diarios deportivos o faranduleros sino a los diarios chicha, los que se quedaron imitando el modelo montesinista que tanto critican bajo la doble moral de izquierda. A estos diarios les tiene sin cuidado la realidad del país. Ellos siguen enfrascados en sus miserias mentales, sus odios viscerales, su estupidez cotidiana, arrojando hez a colores.
Gran parte de la miseria humana en la política nacional se fermenta en la izquierda, donde revolotean dos clases de gusanos sin cerebro: los antiapristas y los antifujimoristas. El antiaprismo de la izquierda es ya añejo. En más de medio siglo de esforzada lucha digna de mejor causa, apelando a todos los recursos de la vileza y la inquina, no han podido con su viejo enemigo y aun babean su odio cada día. El antifujimorismo es más reciente y sus resultados no han sido muy diferentes. Hoy el fujimorismo sigue siendo la primera fuerza política a pesar de la persecución, el desprestigio diario, la cárcel de su líder y la inmundicia intelectual de la CVR.
Pero los chacales de la izquierda nunca se cansan. Está en su naturaleza canina. Su razón de existir es el odio. Tienen que vivir odiando ya sea al sistema, al imperialismo, a los empresarios, etc. El odio es el motor que los mueve cada día para diseñar sus campañas y diagramar sus portadas. Su esfuerzo mental está orientado a buscar algo nuevo con qué seguir alimentando su tarea insana. Es la miseria humana disfrazada de periodismo. El bajo oficio que se distingue por patinar en el fango de su propia estupidez, sin alcanzar jamás objetivo alguno porque carecen de la capacidad mental para distinguir lo correcto y lo importante.
¿A alguien realmente le importa si Alan García es doctor, en el sentido académico del término? ¿Creen que eso frenará su caudal electoral? Al menos en términos electorales es francamente irrelevante. El asunto no pasa de ser farandulero. Es un escándalo de callejón. Luego es esta prensa chicha de izquierda la que patalea por la "concentración de medios" y se queja de no tener público ni publicidad, denunciando un boicot de la derecha, y otras idioteces por el estilo para justificar su propia mediocridad como periodistas y su fracaso permanente. Esta clase de prensa marginal subsistirá porque representa el lado más ruin de la especie.
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