Por: Agustín Laje
La estatización de la Universidad de Madres de Plaza de Mayo que impulsa el kirchnerismo promete concretarse muy pronto y, a la postre, los argentinos deberemos financiar y hacernos cargo de las deudas de 200 millones de pesos que mantiene el establecimiento dirigido por Hebe de Bonafini, institución más reconocida por sus vínculos ideológicos con grupos extremistas que por su dudoso nivel académico.
Lo cierto es que la llamada “Universidad Popular de las Madres” abrió sus puertas -sin la aprobación del Ministerio de Educación- en 1999 bajo la dirección del escritor marxista Vicente Zito Lema en el histórico edificio de las Madres ubicado en Hipólito Yrigoyen, a metros del Congreso de la Nación.
El 20 de noviembre de ese año se organizó un seminario que pretendía ser la antesala de la creación de la Universidad. Allí disertó, entre otros, el parricida Sergio Schoklender, quien tituló a su conferencia “El derecho a la violencia”. Entre otras barbaridades, quien por entonces era mano derecha de Hebe de Bonafini sostuvo:
- El mito más grande es esto de que la violencia es mala
- Es cierto que el delito individual, ese delito callejero, es una de las pocas respuestas violentas que hay frente al sistema
- Intentan hacernos creer a nosotros que existe una salida pacífica, que existe una salida no violenta. Esa salida no es posible
- Nosotros tenemos que lograr transformar esa violencia individual en una violencia organizada. Tenemos que poder darle coherencia y organización a todos los estallidos sociales, no solo al robo.
Eran tiempos en los que la Universidad se financiaba, según admitió Schoklender en su libro "Sueños Postergados", a través del delito. Zito Lema, al contrario, pretendía financiar la Universidad con métodos limpios, pero las cuentas nunca le cerraban. Al poco tiempo decidió renunciar, dejando una carta a la que nadie le prestó atención pero que sería, a la postre, vaticinadora: “No quiero formar parte de algo que en el futuro pueda dar cabida a responsabilidades judiciales y a nuestra desacreditación pública”.
La Universidad de las Madres se propuso, en clave marxista, crear un nuevo “sujeto revolucionario”. Schoklender ha develado en su libro que “el programa que sosteníamos con las Madres era totalmente revolucionario. (…) Nuestro objetivo era la revolución. La única salida que se veía lógica era la lucha armada. No veíamos otra alternativa para enfrentar al menemismo y el neoliberalismo. En aquella época en el sótano de la universidad guardábamos de todo. Si me llamaban a medianoche, yo pensaba que había volado la universidad”.
En este marco, Hebe de Bonafini decía a sus alumnos en un discurso pronunciado en agosto de 2002: “Cuando hablamos de socialismo, hablamos de socialismo revolucionario, no de un socialismo de partido, para ir atrás de todos estos bandidos que se están uniendo, juntando. Las Madres sentimos que somos el puente entre nuestros hijos y ustedes; desde 1986 venimos hablando de revolución, de marxismo primero más tímidamente y después ya más lanzadas. ¡Revolución, socialismo y combate! La gente dice: ‘Ay, pero las armas’ ¡Caramba!, con zapallitos no vamos a poder hacer la revolución ¡A prepararnos para ser revolucionarios, a prepararnos para armar el socialismo, a prepararnos para hablar de combate! Y a prepararnos, también, para usar las armas si alguna vez es necesario”.
El extremismo que se respira en los claustros de la Universidad que posiblemente terminemos financiando entre todos los argentinos es de tal magnitud, que sus directivos y algunos docentes llegaron a reivindicar públicamente el accionar de Al-Qaeda. En el año 2001, tras los atentados contra las Torres Gemelas del 11-S, Hebe brindó un discurso a los alumnos en el que dijo: “Cuando pasó lo del atentado yo estaba en Cuba visitando a mi hija, sentí alegría. No voy a ser hipócrita, no me dolió para nada. (…) Yo sentí que había muchos pueblos en ese momento que eran felices y sentí que la sangre de tantos en ese momento era vengada. (…) El día del atentado yo sentí que había hombres y mujeres muy valientes. Valientes, como una montaña de valientes, que se prepararon y donaron sus vidas para nosotros, tal vez para nuestros nietos, ni siquiera para nosotros. Declararon la guerra con sus cuerpos, manejando un avión para estrellarse y hacer mierda al poder más grande del mundo. Y me puse contenta, por qué no. (…) Brindé por mis hijos, brindé por tantos muertos, contra el bloqueo, por todo lo que se me venía a la cabeza. Brindé por los valientes. Brindé por los hombres que hicieron una declaración de guerra con el cuerpo”.
Otros profesores también se sumaron a reivindicar y festejar la muerte de más de 4.000 seres humanos. El docente David Viñas, por caso, dijo ese día que “las acciones violentas en Washington son una forma inédita de lucha de clases”, mientras el Director Académico, Zito Lema, quien todavía no había renunciado, esgrimía que “el señor Bin Laden es un revolucionario. (…) Y esa lucha con Laden y con otros seguirá hasta que el imperio sea extinguido de la humanidad”.
Además de Al-Qaeda, y más cercano geográficamente, en la Universidad de las Madres se ha reivindicado también a la organización narcoterrorista FARC, tema de estudio de los alumnos de la institución desde el año 2001, dictado en cursos especiales cuyos docentes invitados muchas veces están vinculados a la guerrilla colombiana tal como ha dejado trascender Schoklender.
El 25 de marzo de 2005, la Universidad de las Madres organizó un acto homenaje público por los 40 años de la creación del grupo narcoterrorista, donde se proyectó un mediometraje filmado por las propias FARC. El evento se promocionó con carteles que, en el centro, ilustraban un brazo que sujetaba un fusil en alto e instaban al estudiantado a concurrir al apologético evento.
Esta y no otra es la calidad moral de la institución que el kirchnerismo pretende estatizar y, con ello, salvarla de la bancarrota haciendo uso del dinero de todos los argentinos.
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