domingo, 19 de enero de 2014

Mentir y mentir sobre los medios


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El cuento progre sobre la concentración de medios tiene dos caras bien diferenciadas que corresponden a las mismas de siempre: la realidad y la ficción. Quienes argumentan a favor del supuesto peligro inminente para la libertad de expresión, y otros maleficios terribles que caerían sobre los peruanos, tan solo apelan a la fantasía y la retórica fundados en unos supuestos principios. Su mayor esfuerzo se orienta a montar un escabroso escenario de peligro con abuso de la palabra "podría". Es decir, no pasa de ser imaginación delirante. En los hechos reales no pasa nada. Tenemos una buena variedad de diarios colgados en los kioskos y la gente elige libremente cuál comprar. Eso es todo.

No creo que valga la pena desmontar esas argumentaciones falaces, algunas ciertamente interesantes, pero igual de falsas, como por ejemplo que vender diarios es diferente a vender gaseosas. ¿Qué cosa lo hace diferente? ¿Acaso no tienen que competir igual por el gusto de la gente? ¿Acaso no dependen igual de las ventas? La única diferencia es que mientras las gaseosas deben pasar por un control sanitario, los diarios se imprimen con total libertad y hasta con irresponsabilidad. Pero eso a nadie le interesa porque al final las noticias no matan y será el público el que castigue la mediocridad, como debe ser. 

Pero hay quienes no ven las cosas así de simples. Les encantan las teorías complejas y las tesis conspirativas. Quieren creer que los medios son los que adoctrinan a la gente para pensar de una u otra manera, creen que quienes controlan los medios pueden controlar a la sociedad y dominar el mundo y apoderarse de todo y no sé cuántas tonterías más. Simples babosadas de una típica mente progresista. Ni siquiera los comunistas en la URSS o en Cuba han logrado adoctrinar a la gente con su prensa ideológica. Tampoco pudieron hacerlo acá los medios confiscados por Velasco. Así que paren ya con ese cuento. La gente puede pensar por sí sola.

Leo incluso a pseudoliberales pontificando sobre la libertad, los principios, tratando de imponer criterios éticos, morales y dando las pautas de cómo debe ser la prensa. Estas son las verdaderas actitudes e ideas peligrosas. ¿Quién definirá lo ético y lo moral si no es el Estado y la ley? ¿Es eso ser liberal? Hay una señora que emulando las ideas de Velasco pretende que la prensa brinde espacios a todas las personas, a todos los sectores y todas las minorías. ¿Qué se cree esta señora que es la prensa? Para eso está el Congreso. La prensa vende noticias. ¡Ubíquese! Olvidan que la prensa escrita no es el único canal por donde discurre la libertad de expresión. Tampoco hay que forzarla a ser lo que no es tan solo para acomodarla a nuestros disfuerzos principistas y amaneramientos ideológicos.

Mucha gente sigue inspirándose en el control de las frecuencias de radio y TV, algo que está por pasar a la historia cuando la señal digital se imponga, pues ya no tendrá sentido. Tampoco se percatan de que la Internet es el principal medio de comunicación, muy superior a los diarios de la prensa escrita. En Lima hay casi 4 millones de hogares con Internet y se venden poco más de cien mil ejemplares de diarios. Por lo menos yo no compro un diario desde hace diez años. La gran mayoría se informa por la TV y la radio, y las noticias que la gente prefiere no son ni de lejos las políticas. Esa es la realidad. Es por eso que las campañas de demolición política nunca han servido para nada.

Así que toda esta cantaleta idiota sobre el inminente peligro de la libertad de expresión a causa de una simple compra de acciones es francamente patética y ridícula. Una vez más, todo lo que motiva a estos ocho quejosos es el revanchismo, la envidia y las ambiciones e intereses personales. Más nada. Y todos los que defienden esa absurda campaña mediática desde la progresía, son solo los tradicionales fumones del opio marxista que los hace ver monstruos en todo grupo empresarial. El único monstruo de verdad ha sido siempre el Estado y es el único que puede poner en peligro cualquier libertad. Así que más vale no despertarlo.

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