Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Leer o escuchar a un progresista significa chocarse con una larga lista de frases de cliché destinadas a crear un efecto emocional en el lector, promoviendo una especie de indignación y rechazo hacia el mundo al que se le considera injusto y cruel. El presidente Rafael Correa acaba de sostener con ceño fruncido y gesto de amargura que "el mundo no se mueve guiado por la justicia sino por el poder". Grandiosas y conmovedoras palabras. El único problema de todo el discurso progresista es que carece de sentido más allá de la pura pose moralista y el efecto emocional.
¿Por qué el mundo tendría que tener una forma especial, tal que al progresista le parezca "justo"? ¿Cuál es el sentido de esa supuesta justicia progresista? Para el presidente Correa sería justo que el mundo le diera varios miles de millones de dólares en efectivo para no tener que iniciar una exploración petrolera en una zona declarada reserva biósfera. Pero como no ha recibido más que 13 millones, eso le parece injusto, y lo que hará entonces será iniciar la explotación petrolera en esa reserva. ¿Cómo se entiende eso? Bueno, él mismo lo ha dicho: el mundo es responsable de su decisión. ¿Pero por qué el progresista Correa no deja en paz esa reserva natural? ¿Será que acaso le atrae más el sucio capital que le dará el petroleo? Ya que le carga al mundo la responsabilidad por su decisión ¿participará las utilidades petroleras al mundo?
El atormentado progresista siempre está quejándose del mundo y señalando sus defectos y faltas. Es un permanente censor de los malos actos de los demás, un moralista político y un juez que vive señalando a los culpables de los males del mundo y de la humanidad que son, ya sabemos, el capitalismo y los EEUU. El odio al capital y al poder del dinero envenena la mente de todo progresista, a menos que sean ellos quienes hagan los buenos negocios, como explotar petroleo en una reserva natural o nacionalizar empresas acusándolas de robar al pueblo. La moral progresista condena el afán de lucro y detesta a las empresas porque se basan en la búsqueda de ganancias. ¿Qué tendrían que buscar las empresas? La economía, proclama un progresista, debe estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía. Genial frase pero... ¿qué significa concretamente? Nada. Absolutamente nada.
La palabrería progresista no solo carece de sentido sino que no tiene límites. Son consumados artífices de la acrobacia retórica y de los castillos en el aire. Su discurso resuena como fuegos artificiales que embelesan al oyente pero que se desvanecen rápidamente en la realidad. Infatigables defensores de los "derechos humanos de todos" incluyendo a terroristas en aras de la "reconciliación nacional". ¿Qué es la "reconciliación nacional"? ¿Palabrería pura? No. Parece pero no es solo palabrería. Es la gran escusa para sacarle dinero al Estado con "políticas para sanar las heridas del pasado". La monserga progresista pide una "acción del Estado hacia una reconciliación" que al final apunta únicamente a obtener dinero, aunque no se menciona el dinero, sucio y vulgar dinero en lenguaje capitalista. El lenguaje progresista que es mucho más fino y elegante lo llama "reparaciones".
Tampoco se trata de una simple compensación económica, dicho en frío. No. Es una "reparación y justicia a quienes sufrieron en el pasado y un mensaje para reconstruir el tejido social, para prevenir y asegurar que esto no se repita". ¿No es lindo? ¿No es conmovedor? Aunque a mi me suena un poco a chantaje. El progresista es un fino guionista que transforma la vida simple y la política cotidiana en una hermosa telenovela cursi que deja corto a cualquier drama hindú. Ellos no piden dinero sino "justicia", no exigen compensación económica sino "dignificar a las víctimas".
Lo grave del discurso progresista es que, ocupados como están por el drama y la cursilería, buscando las injusticias y señalando a los culpables, pasan por alto la realidad y la verdad. El mundo tiene sus propios problemas que resolver como satisfacer las demandas de alimento, energía, comunicaciones, empleo, etc. Pero además debe cuidarse de estos mamarrachos de la retórica hueca que se creen la conciencia moral de la humanidad, utilizando el discurso efectista para confundir a la gente y llenarlos de sentimientos de venganza y odio sin mayor análisis. Todo progresista tiene serios problemas para entender correctamente la realidad, tal cual es, simple y llanamente, pero lo peor es que con su discurso moralista y maniqueo resulta más peligroso que un mono con metralleta.
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