Como era de esperar, el proyecto Conga quedó en stand by. Mientras, se irán construyendo los reservorios, en espera de que se les bajen los humos a los radicales antimineros. En tanto, miles de cajamarquinos se quedarán sin empleos directos e indirectos, que superan los diez mil. Pero ese no es todo el logro de esas alimañas antimineras. Hay que sumarle los 600 millones de pérdidas en todos los sectores, como el turismo, transporte, ganadería, etc. Hay que sumar además la pérdida de clases de los estudiantes y la situación social generada, donde prima una gran polarización y encono. Aparte, claro está, de los cinco muertos. En suma, todo un gran logro muy típico de la izquierda peruana.
Conga le ha costado a este gobierno más que dos gabinetes. En realidad le ha costado todo su prestigio. La inexperiencia política (y quizá también la buena voluntad) hizo que Ollanta cayera en la trampa del diálogo que los cavernarios de izquierda le tendieron. Cualquiera con dos dedos de frente sabe muy bien que con los radicales de izquierda no se dialoga. ¡Nunca se dialoga con los violentos! Es imposible dialogar con dementes y alienados, con fanáticos irresponsables que solo creen en su consigna. Eso es la izquierda radical que lidera Patria Roja con sus anexos y variantes electoreras. Tampoco se puede dialogar con sus primos hermanos del MOVADEF que son la cara semioficial de Sendero Luminoso. Eso lo tendría que saber el más tonto que llega a la política.
En general, con la izquierda no se debe dialogar. No se puede dialogar con esta izquierda cavernícola que solo sabe imponer su posición a base de marchas, paros, tomas de carretera, asaltos a minas y aeropuertos, sabotaje de instalaciones, incendios de locales públicos, enfrentamiento con la policía, pintarrajeos de monumentos y calles, etc. Con esa clase de basura política no se dialoga. Hay que enfrentarla.
Ollanta cayó en la trampa del diálogo y una larga serie de tontos útiles que llegaron a los límites de la estupidez, alentaron el diálogo y lo siguen haciendo, aún cuando ya carece de sentido. El diálogo solo es posible cuando hay una autoridad elegida que se hace responsable y está dispuesta a entender razones y pruebas. Con Mollohuanca se pudo dialogar pero primero tuvieron que torcerle el brazo, quitarle la piedra y meterlo preso por unos días. Solo entonces el radical de Tierra y Libertad se colocó su terno y se sentó a dialogar. Allí salieron a flote todas las mentiras y barbaridades que producto de la ignorancia y la mala leche se habían difundido, como el informe de la congresista Verónika Mendoza.
En el caso de Cajamarca se cedió desde el principio. Primero accedieron a someter a peritaje el EIA del proyecto. Algo verdaderamente insólito y absurdo. Con eso se dio el primer paso hacia atrás. Luego se le impuso a la empresa nuevas condiciones de lo más cojonudas, como "asegurar diez mil empleos". O sea se seguía dándole gusto a los radicales, con lo cual ellos se sentían ganadores y dispuestos a exigir más, porque así funciona el cerebro de un radical. Gran error de Ollanta fue ceder. Debió mantener la mano firme que ya Valdés había iniciado congelándole las cuentas a Gregorio Santos e investigando a Wilfredo Saavedra y otras lampreas radicales. Ese era el camino correcto para imponer el orden y bajarle la llanta a la subversión. Pero de inmediato saltó la comparsa completa de idiotas mediáticos de Lima para gritar: ¡atoritarismo! ¿Y qué coño era lo que hacían los antimineros en Cajamarca? ¿Se puede saber?
Siempre machacado por ese coro mediático de la izquierda roja, progre y caviar, el gobierno fue perdiendo voluntad y a Ollanta le tembló la mano. Y más aun cuando los genios del periodismo afirmaron que declarar el Estado de Emergencia era un viraje a la derecha. ¿Cuál es el sentido de esa ridícula afirmación? Pero Ollanta se chupó, titubeó y dio señales de dudar. Entonces Gregorio Santos se trepó al estrado para pedir la destitución de Ollanta. En Lima no faltaron los babosos que le regalaron primeras planas y páginas centrales en sus medios al nuevo líder de la izquierda. El primero fue César Hildebrandt. Hasta lo llamó "El santo de la espada". Qué patético...
En lugar de asumir mayor autoridad y enseñarle a los radicales lo que es la ley, el pobre Ollanta Humala, aturdido por la gritería caviar, reculó ofreciéndole a los radicales la cabeza de su Premier Oscar Valdés, inaugurando su tercer gabinete en menos de un año. Lo llamó cándidamente "el gabinete del diálogo". Acto seguido procedieron a la típica maniobra del político inepto y estúpido: crear o renombrar una oficina que se ocupe del problema. Todo buen idiota cree que los problemas se arreglan con más burocracia; por ejemplo, una oficina anticorrupción, un concejo contra la delincuencia, un ministerio contra la pobreza, una oficina para el diálogo, etc. Esa es la clase de políticos ineptos que tenemos. Mantener a toda esa abultada burocrática inútil nos está costando más de 70 mil millones en el presupuesto. Y sigue creciendo sin que nadie les diga ¡paren!
Al final de todo ¿Cual ha sido el resultado de la debilidad mostrada por Ollanta Humala? Pues ya lo vemos: prácticamente el triunfo de los antimineros radicales que ahora se sienten más fuertes que nunca y van por más. Quieren cancelar toda la minería en Cajamarca. Gregorio Santos parece haber sido rebasado por los más dementes, que era lo que cabía esperar en ese concurso de dementes que es la campaña antiminera. Hoy asoman Idelso Hernández y Wilfredo Saavedra como los nuevos líderes de los antimineros. ¿Les dará también sus páginas César Hldebrandt? ¿Recibirán el apoyo de las ONGs pro terroristas y pro agitadores? ¿Serán protegidos por los plumíferos de la prensa caviar limeña? Habrá que verlo.
Cual es entonces la solucion a fin de evitar que estos comunistas entorpescan a el desarrollo del pais?
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