viernes, 17 de noviembre de 2017

La inmunidad de la izquierda para insultar


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Ya estamos acostumbrados a los excesos de la izquierda. Los rojos son un sector de perturbados que creen que el fin justifica los medios. Por eso se sienten con libertad y hasta con derecho para apelar a toda forma de acción política, desde los insultos hasta las marchas violentistas, para no mencionar el terrorismo. Y para colmo se sienten plenamente justificados para actuar como lo hacen. Ellos siempre son los buenos de la película, los luchadores sociales que buscan la justicia.

Como parte de ese padecimiento mental, a la congresista izquierdista Indira Huilca no se le ocurrió mejor idea que inventar la estrambótica y deningrante frase "Perú, país de violadores", como parte de su indignación y activismo social en contra de las violaciones. Digamos que el exabrupto puede quedar allí y se entiende como una reacción no muy razonada. Sin embargo, en vez de pasarlo por alto y dejarlo en el olvido, los psicópatas de izquierda lo convirtieron en lema de campaña. 

Obviamente allí las cosas cambian. Hay que ser un verdadero pirañita para emplear semejante frase como un lema oficial de campaña, siendo tan brutal y ofensiva. Son muchos los peruanos que se sintieron ofendidos y protestaron por semejante atrevimiento. Pero, para variar, los angelitos del progresismo salieron en defensa de la barbaridad. Y es que los rojos son así. Ellos nunca se equivocan. Siempre harán frente común para defenderse como una jauría de hienas asustadas. 

Tanto la congresista Huilca como su colega Marisa Glave, persisteron en emplear esta frase como lema de campaña, pese a las críticas. Como consecuencia, han sido acusadas ante la Comisión de Ética del Congreso. Claro que esto ha indignado a la progrería en pleno. Ya salieron en manada a condenar la medida con los tradicionales argumentos de "atentado a la libertad de expresión" y "abuso del fujimorismo". Eso les indigna pero no la frase que ofende a los peruanos y denigra al país. Hasta El Comercio ha sacado un editorial en defensa de las agresoras progresistas.

El problema es que las congresistas no son como cualquier persona de la calle que puede dedicarse al vandalismo en las redes sociales. Como congresistas están sujetas a un código de ética. Ser parte de una institución ciertamente limita las libertades porque hay que sujetarse a los requerimientos que el cargo o la membresía exigen. Toda libertad se ejerce bajo responsabilidad. No existe ninguna libertad que sea total y desenfrenada. Las libertades tienen un límite, y es que ninguna libertad puede afectar los derechos de los demás. Nadie es libre para insultar a otro y menos para denigrar la imagen de nuestro país. Esto es lo que tienen que tener en claro las congresistas antes de ponerse a tuitear frases ofensivas y denigrantes.

Que ahora vengan a decirnos que su intención no era ofender sino "visibilizar el problema" carece de sentido. Es como arrojarle una pedrada a alguien con la excusa de llamar su atención. Los padres de la patria no pueden ofender a los peruanos. Deben tener una conducta mesurada y alturada, o serán sometidos a la disciplina de la institución. Así de simple. Hasta en un club de barrio hay normas que respetar. Con mayor razón en el Congreso de la República ejerciendo la representación nacional.

En lugar de salir a cacarear en defensa de las cuestionadas congresistas, harían bien los progres y caviares en reconocer que fue un exceso pregonar una frase tan infeliz. Estas congresistas por lo menos deberían reconocer su error y pedir disculpas. Pero eso es pedir peras al olmo cuando se trata de personajes de la izquierda esquizofrénica. Ellos jamás reconocerán un error. Lo que debe hacer la Comisión de Ética es suspender a esas congresistas aunque sea por 30 días para que aprendan a comportarse con sensatez y respeto a los demás.

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