sábado, 18 de noviembre de 2017

La mermelada debe terminar definitivamente


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Al fin tenemos un proyecto de ley dirigido al propio Estado y no a la sociedad, como es ya costumbre de nuestros políticos. El proyecto de ley presentado por Mauricio Múlder que pretende prohibir la publicidad del Estado en medios privados, es una gran novedad legislativa que puede tener un gran impacto en nuestra realidad sociopolítca. 

Desde luego que estamos completamente a favor del proyecto de Mulder. Es bueno desde todo punto de vista. En primer lugar es bueno porque evita despilfarrar fondos públicos es publicidad. ¿Para qué necesita publicidad el Estado? Ese es el primer punto a debatir. 

La publicidad está destinada a promover el consumo y dar a conocer algún nuevo producto o servicio con los mismos fines de consumo. En tal sentido, no hace ninguna falta que el Estado haga publicidad pues no vende nada y sus servicios son obligatorios y monopólícos, como es el caso las licencias y documentos, o son alternativas voluntarias, como en la salud y educación. No tiene pues sentido que el Estado haga publicidad. 

Es inmoral gastar el dinero de los contribuyentes en una publicidad insulsa destinada únicamente a recordarle a la gente que tal Ministerio existe. Todos hemos sido testigos de la ociosa publicidad estatal que se oye en las radios, destinada a recordarnos que existe un Ministerio de la Mujer o del Ambiente, por ejemplo, pues no hay otra forma de que la población se entere.

Pero más allá de la inmoralidad del gasto insulso de fondos públicos, está la abierta manipulación de la prensa a través de la compra de sus favores mediante la publicidad estatal. Es un hecho notorio que varias dependencias del Estado se han dedicado a repartirle dinero a manos llenas a los medios de comunicación para favorecer determinadas políticas. Tal fue el caso del Ministerio de Educación durante la gestión del maravilloso Jaime Saavedra. 

La compra de medios por parte del Estado a través de la publicidad, se ha convertido en los últimos gobiernos en una práctica mafiosa. Especialmente durante el gobierno de Ollanta Humala. Hoy la publicidad del Estado es una parte importante de los ingresos de los medios de prensa, tan venidos a menos por la aparición de la Internet, pero fundamentalmente por la penosa mediocridad en la que han caído todos, en particular el decano de la prensa peruana. Es sabido que medios como La República solo viven de la publicidad del Estado y poco más. 

En consecuencia, es momento de ponerle fin a la publicidad del Estado, no solo porque no la necesita sino porque es el vehículo perfecto de la corrupción. Los gobiernos se siente blindados por la prensa gracias al chantaje de su publicidad. Los ministros pueden disfrutar de fama y despertar cariño popular gracias a la publicidad con que riegan a los medios de prensa y a ciertos periodistas. Esto no puede seguir siendo parte del escenario político. Debe terminar.

Pero hay que dar la batalla porque los medios mafiosos no se quedarán callados. La República ya salió a engañar con falsos titulares que hablan de "atentado a la libertad de prensa". Hay que poner las cosas en claro. Este proyecto de ley no es una "ley de medios" como la están llamado mañosamente en la prensa mermelera. Es una ley de publicidad estatal. No restringe ninguna libertad, ni de prensa ni de expresión. Los medios pueden seguir publicando la misma basura de siempre, pero ya no lo harán financiados por dinero público. Esa será toda la diferencia. Así que su libertad de prensa y de expresión están garantizadas.

El Estado, como cualquier otro anunciante, es libre y tiene todo el derecho de determinar dónde y cómo coloca su publicidad, si es que la necesita. Si el Estado decide usar solo globos aerostáticos y paneles en las carreteras, nadie le puede reclamar. Es ridículo, desde todo punto de vista, que los medios salgan a llorar porque el Estado ya no les da su mermelada. Es penoso, además.

Lo mejor que le puede ocurrir al país es que al cortar la mermelada que el Estado les reparte a los medios en forma de publicidad, estos van a tener que ponerse a trabajar de verdad, tendrán que hacer verdadero periodismo y competir para ganarse el favor de la gente y de sus anunciantes. Por otro lado, el Estado ahorrará varios millones que pueden ser más útiles en la compra de medicamentos y equipos para los hospitales.

En resumen, aplaudimos el proyecto de ley de publicidad estatal presentado por Mauricio Múlder y esperamos que la bancada mayoritaria le de todo su apoyo. Es positivo para el país desde todo punto de vista.

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