Curiosamente, el progresismo y la caviarada se han vuelto cortesanos del poder. Por lo menos con respecto al ministro de educación Jaime Saavedra. Definitivamente los tiempos no son como antes, cuando la juventud y la izquierda detestaban al poder de turno y pedían la cabeza del ministro, desde los maestros del SUTEP hasta las dirigencias estudiantiles universitarias. ¿Qué ha pasado para que el rojerío, los caviares y sus hueveras se desvivan defendiendo al ministro Saavedra? De hecho, nada. Por lo menos en el sector educación las cosas siguen tan mal como siempre.
El fenómeno Saavedra tiene varias explicaciones. Para empezar, llegó en medio de harta fanfarria y fue presentado como una estrella intelectual con gran experiencia internacional. Es decir, la publicidad empezó a operar con él desde el principio, y nunca paró. Se creó el mito de que Saavedra era el hombre perfecto. Pronto muchos empezaron a rendirle pleitesía, y lo siguen haciendo aunque Saavedra no tenga nada que mostrar luego de tres años en el cargo. Algunos le atribuyen haber implementado la meritocracia, pero eso es algo que fue instituido por la reforma del ministro Chang y saboteado en parte por Patricia Salas.
Luego se le atribuyó a Saavedra como éxito suyo el incremento del presupuesto del sector educación, pero resultó que fue incapaz de gastarlo, por lo que acabó transfiriendo partidas a otros sectores. De tal manera que el famoso incremento de presupuesto en la educación nunca pasó de ser un cuentazo. Saavedra gasta algo más de la mitad del presupuesto anual de su sector, pero es bueno para pedir más dinero en cada presupuesto. Y ahora se pretende darle el manejo a sola firma de 4 mil millones de soles para apresurar las obras de los Panamericanos. Más parece una película de terror. Una razón más para que muchos estén interesados en mantenerlo en el cargo.
Lo que pasa con Saavedra es que se trata de un tipo bien educado, a diferencia de Chang y Salas por citar solo a sus dos predecesores más inmediatos. Saavedra habla en el CADE y causa el efecto de un encantador de serpientes. Los empresarios lo aplauden de pie y sienten que al fin llegó alguien que entiende el problema de la educación en el Perú. Todos admiran su "diagnóstico certero" y sus "metas maravillosas". Las reseñas de los medios lo pintan como un elegido. Todavía no había hecho nada pero ya tenía una inmensa legión de fans enamorados a base de verbo y pose.
La razón principal de la candorosa defensa progresista del ministro Saavedra es que la interpelación es una iniciativa del fujimorismo, el Apra con otras dos agrupaciones. Y como ya sabemos, cualquier iniciativa del Apra y el fujimorismo será respondida por los enfermos mentales del rojerío, la caviarada y demás hueveras de izquierda con una oposición fanática "principista". Eso no impide que en otros sectores existan verdaderos fans enamorados, incluyendo algunos amigos de la infancia, que desde sus columnas han sacado cara por el ministro Saavedra.
No está mal que Saavedra tenga sus amigos y fans enamorados, lo que está mal es que inventen cuentos para defenderlo, a falta de logros concretos que mostrar. El cuento favorito es que se trataría de una "mafia universitaria" que quiere sacar al ministro para seguir lucrando con las universidades chicha. En otra versión similar, se trataría de los enemigos de la calidad educativa a quienes no les importa la educación. Solo falta que los llamen "enemigos del pueblo" o "lacayos del imperialismo". Todo eso no pasa de ser basura retórica, cuentos para bebes, engañabobos.
La reforma universitaria está en marcha y no es obra de Saavedra sino, básicamente, del general Daniel Mora. Nada impide que el Congreso modifique esa ley. No hace falta botar a Saavedra para hacerlo. Con o sin Saavedra esa ley será revisada. Así que el famoso cuento de que "se quieren tumbar la reforma universitaria" es apto solo para idiotas. Pero de estos sobran, obviamente. De allí que sea el argumento fuerza.
A Saavedra habría que cuestionarlo por varias cosas, empezando por su inoperancia en el gasto presupuestal de su sector, luego por sus desmedidos gastos en publicidad y en contrataciones de asesorías y consultorías. Además está el asunto del retraso en las obras de los Juegos Panamericanos, que al ministro parece que nunca le interesó. También hay casos de corrupción. Claro que nadie, o por lo menos yo, no dudo de la honestidad del ministro Saavedra, pero de que ha resultado ser un fiasco en la administración pública es un hecho. Ya debería irse.
La moraleja de todo esto es que tener un gran cartel de asesor en organismos públicos internacionales haciendo trabajos de escritorio no te capacita para ser un gestor público. Menos aun si no conoces el sector ni como maestro. Vamos a ver si los fans enamorados de Saavedra se cortan las venas cuando sea censurado por inepto. Esto no quiere decir que sea corrupto o que no sea bueno como consultor. Cada quien nada en su propio estanque. El sillón del ministerio de educación le quedó grande a este señor. Mejor que regrese a lo que sabe hacer.
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