Escrito por: Elvis Occ
En estas últimas
–no tan sorprendentes- elecciones municipales ha sucedido de todo.
Solo faltó que ganara la alcaldía de algún distrito norteño el burro Pepito de Pánfila.
Nadie podrá discutir que estas elecciones municipales y regionales fueron las más
entretenidas de todos los tiempos y de todos los AAHH con presidente que haya en el mundo.
Tampoco se discutirá que la ortodoxa democracia a la peruana da para resultados
tragicómicos de antología. Que un candidato gane las elecciones desde la cárcel,
pero ni en sus más afiebradas leguleyadas se le hubiera ocurrido al prófugo aboganster
Orellana.
Tampoco es sorprendente que la izquierda haya sido pulverizada en las urnas, cosa comparable solo con la debacle limeña del Club PPC. Sin embargo, ningún opinologo o intelectual político –de esos que escriben encopetadas columnas- ha destacado el papel fundamental que viene jugando el voto de la derecha acholada, de la derecha popular. Es de lamentar si, que no tenga un vehículo a modo para expresar más exactamente sus demandas y tengan que conformarse con los Acuñas, Mudos y uno que otro caudillo local.
Tampoco es sorprendente que la izquierda haya sido pulverizada en las urnas, cosa comparable solo con la debacle limeña del Club PPC. Sin embargo, ningún opinologo o intelectual político –de esos que escriben encopetadas columnas- ha destacado el papel fundamental que viene jugando el voto de la derecha acholada, de la derecha popular. Es de lamentar si, que no tenga un vehículo a modo para expresar más exactamente sus demandas y tengan que conformarse con los Acuñas, Mudos y uno que otro caudillo local.
No conviene
a la izquierda y sus periodistas o “intelectuales”, destacar el encumbramiento
de una clase distinta de peruano cuyo espíritu emergente los empuja también a
la escena política.
Si amigos, ese espíritu emprendedor del peruano que sacó a
este país de la crisis económica, hoy va camino a sacarnos de la crisis de políticos.
Esa clase emergente es nuestra derecha acholada, huérfana de partido político, huérfana
de referentes, huérfana de una apropiada representación, pero no huérfana de
empuje o creatividad e ingenio. El 2016 promete ser más entretenida, mas emergente.
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