Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Hay gente diciendo que despreciamos el voto de Cajamarca porque han apoyado a un personaje de la izquierda que se confronta con una poderosa minera, pintando una suerte de batalla entre Goliat y un David que además de débil está preso. No creo que la cosa vaya por ahí. Veamos el asunto en su real dimensión.
Hace más de una década Cajamarca ha caído víctima de una plaga peor que el chikunguya o el ébola: está en manos del extremismo comunista disfrazado de movimiento ecologista. Su reelecto presidente regional es miembro del Partido Comunista del Perú "Patria Roja" y la mayoría de líderes regionales son de vieja filiación marxista, emparentados con el terrorismo y hasta convictos y confesos terroristas como el ex MRTA Wilfredo Saavedra. ¿Qué otro partido hace campañas y proselitismo en Cajamarca? Ninguno. Así de claras son las cosas.
Además en Cajamarca está el Cuartel General del ex cura Marco Arana, un socialista declarado que opera desde el 2002 con su ONG GRUFIDES y su partido Tierra y Dignidad, cuya ideología oficial es un socialismo libertario, o sea un anarquismo socialista delirante, teniendo como misión primordial expulsar a la minería con un discurso ambientalista, muy de moda en estos tiempos. Marco Arana se ha dedicado al activismo intenso en Cajamarca y la ha convertido en su feudo. Además está posicionado como líder ecologista internacional y es por ahora el principal líder de la izquierda en el Perú. Lo más probable es que sea el candidato presidencial unitario del rojerío al 2016, ahora que Susana Villarán está quemada.
Esa es la situación real de Cajamarca. Los recursos de varias ONGs defensoras del socialismo ambientalista en todo el mundo han estado llegando a Cajamarca, y Conga es ya una causa internacional. Tienen el escenario perfecto para una larga lucha: una causa (el agua), un enemigo (Yanacocha), una ideología (ambientalismo), un discurso fácil lleno de clichés y una camarilla de lunáticos extremistas dispuestos a todo. Para colmo ahora tienen un mártir.
El adoctrinamiento es una labor permanente de parte de varias ONGs ambientalistas. Si en el siglo pasado el comunismo se disfrazó de ciencia social, en este siglo el socialismo avanza disfrazado de ciencia ambiental. El cuento es casi el mismo: un futurologismo catastrófico que permite ofrecer una panacea ideológica de salvación de la humanidad para prevenir el fin del mundo. El discurso ecológico está recargado de condenas al neoliberalismo con ideas fuerza como "el fracaso del modelo extractivista primario exportador", amplia promoción de conceptos huecos pero floridos como "justicia climática" y "desarrollo sostenible y solidario" que son usados como anzuelo para bobos.
Al igual que el marxismo del siglo pasado, el ambientalismo del presente es ya una nueva religión de fanáticos idiotizados poseedores de la verdad de la salvación. Están de moda por todos lados. Frente a ellos no hay nada que se les confronte. Cualquiera que ponga en duda el cambio climático será tachado de ignorante. No solo han ganado el discurso políticamente correcto sino que han reclutado una enorme legión de tontos útiles que no dudan de su fe en el dios del medio ambiente. Marco Arana es el sacerdote que los llevará a la tierra prometida de la salvación ecológica. Esto apenas ha comenzado.
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