Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Desde que personajillos de baja estofa como Alejandro Toledo y Ollanta Humala lograron treparse a las aguas movidas del poder en el Perú, mediante triquiñuelas, maniobras oscuras y aprovechando el desconcierto provocado por sectores intransigentes, la política nacional no ha parado de ser un circo lleno de equilibristas, trepadores, payasos y ambulantes del floro. Esto es el resultado de tantos años de desprestigio de los "partidos políticos tradicionales" iniciado por el general Juan Velasco Alvarado, copiado por Alberto Fujimori y retomado luego por Ollanta Humala. En lugar de partidos políticos hoy tenemos en el poder una combi electoral llena de ignorantes, mediocres improvisados y chupamedias. Eso es el Partido Nacionalista.
Una muy corta diferencia de votos le dio el poder a este experimento psiquiátrico familiar de los Humala-Heredia, apoyados por los clásicos demagogos y poseros que siempre andan en busca de pulir su imagen de defensores de la democracia y la honestidad, asegurando de pasada un espacio en el banquete del poder. Como consecuencia vimos con estupor cómo un limitado mental con discurso de izquierda juramentaba el cargo de presidente de la república por la Constitución de 1978, armando luego un gabinete repleto de rojos y velasquistas.
¿Qué pasó después? Es un misterio. El hecho es que Ollanta se apagó y Nadine tomó las riendas del poder. Era obvio que un sujeto como Ollanta Humala no iba a atar ni desatar en el gobierno. No le da el cerebro. Nunca había ejercido un cargo. Su única experiencia era comandar un grupito de soldados. Se quedó mudo por meses porque no sabía qué decir. Su primera entrevista como presidente ante la cadena CNN fue un desastre y una vergüenza, pues con su cara de cachaco acartonado quiso cuadrar al entrevistador al mejor estilo chavista. El desastre se avecinaba. ¿Qué fue lo que nos salvó? No es difícil adivinarlo.
Lo concreto es que ante la inutilidad de su marido Nadine tomó el poder. Tuvo que hacerlo. Así de simple. Hasta se ha hecho nombrar presidenta del Partido. Ella es la que manda y eso tal vez sea lo que ha salvado al Perú del desastre. Le dio un giro total al perfil del Partido Nacionalista y al gobierno. En este momento ya no queda nada de toda esa basura retórica de izquierda con que la página web del Partido Nacionalista anunciaba el Apocalipsis en su ideario. Ha sido borrado. Hoy su ideario es un suave recuento de sanas intenciones, sin rastros del rabioso delirio antimperialista y antineoliberal del pasado. Es otro partido. También el gobierno se contuvo en sus intenciones de crear mamarrachos estatales, tiró a la basura proyectos como la "aerolínea de bandera" con que deliraba Daniel Abugattás. El acercamiento al chavismo tampoco se dio, aun cuando era obvio que Ollanta admiraba a Hugo Chávez como lo señaló en su funeral. ¿Qué pasó?
Está claro que a Nadine se le escapó el rol de mandataria cuando corrigió al primer ministro César Villanueva, quedando en evidencia quién es la que manda. El escándalo que esto produjo en el gallinero político fue mayúsculo. Y es que en el Perú la política es escándalo y show. Pero creo que ya es hora de asumir la realidad. No pongamos contra la pared a la persona que nos ha salvado del despeñadero. Lo único que nos queda hoy es hacernos los locos y respirar aliviados, porque pocos se imaginan de la que nos hemos librado. En lo que a mi respecta, prefiero mil veces que gobierne Nadine a que lo haga Ollanta. Es una lástima que el gabinete esté pasando por este papelón. La clase política tiene que ser más inteligente que intransigente. En la política es más importante la realidad que la formalidad. Es un hecho real que Nadine gobierna y eso no lo vamos a cambiar, y creo que sería mejor no tratar de cambiarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario