La proximidad de la decisión presidencial sobre el indulto al ex presidente Alberto Fujimori ha puesto con los pelos de punta a toda la progresía local. Esforzados y cándidos defensores de los DDHH como la ex senderista Gisela Ortiz Perea, el ex procurador Ronald Gamarra, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y una larga lista de selectos activistas de la izquierda resentida y vengativa han salido a expresar, una vez más, su oposición al indulto adornando sus alegatos con una serie de epítetos contra Fujimori, a quien tratan de asesino o criminal.
Cuesta mucho admitir que toda esa costra infectada de la izquierda tenga el cuajo de acusar a alguien por haber cometido delitos de lesa humanidad, y precisamente al hombre que acabó con la demencia de los grupos de izquierda que optaron por el terrorismo. Por ejemplo, la angelical Gisela Ortiz Perea era una dirigente estudiantil senderista en La Cantuta y ella misma ha narrado cómo dirigió a los estudiantes para impedir que el presidente Fujimori y las FFAA ingresaran a la universidad. Organizó las barricadas con carpetas y luego el ataque a pedradas con que recibieron al presidente y su comitiva, todo lo cual fue filmado y fotografiado en su momento, viéndose cómo el presidente tuvo que resguardarse. Hoy esta figurita es una de las que encabeza la escoria del movimiento anti indulto.
Ronald Gamarra es uno de tantos parásitos que existen hoy en la progresía local, y que viven chupando la mamadera de los donativos que mantienen a las ONGs como IDL, APRODEH, y tantos otros que derivan en ese colector séptico que es la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, organismo de fachada del comunismo peruano, cuyo objetivo estratégico desde su creación es brindar apoyo legal a los movimientos de izquierda, incluyendo a los claramente subversivos. Por eso no es de extrañar que la gran mayoría de sus miembros sean abogados. Se pasan la vida investigando a sus enemigos y tienen acceso a los archivos del Poder Judicial mediante convenios, y se ofrecen además como el paraíso del retiro para los jueces, fiscales y procuradores . Las ONGs del progresismo han conformado prácticamente un Poder Judicial paralelo que juega de taquito con la CIDH.
A ellos se suman los medios de izquierda que también son sustentados con dinero de las ONGs, como el portal La Mula, órgano de expresión de varias ONGs afincadas en la CNDDHH. Este es el frente progresista que lidera la oposición al indulto. Con una mano condenan a Sendero Luminoso y al MOVADEF pero con la otra dan soporte activo a su campaña de destrucción legal del sistema a base de juicios interminables, acusaciones infaltables, investigaciones permanentes, amenazas de investigación, etc. Conforman pues un equipo perfecto donde no falta nadie. Están los organismo de base que se ocupan de las movilizaciones callejeras, el frente legal que se encarga de las investigaciones, juicios y apelaciones, y el batallón de los medios de prensa que organizan los titulares y psicosociales.
Por si faltara poco, hay que mencionar a los infiltrados dentro del gobierno, como la caviarona ministra de Justicia, quien precisamente tiene en sus manos el expediente, que prácticamente se lo ha filtrado completo a sus amigos de izquierda, como ha sido su costumbre a lo largo de su gestión. Toda esta maquinaria se ha echado a andar para impedir que el presidente Ollanta Humala otorgue el indulto. No hablemos de los cándidos y los idiotas que nunca faltan por allí y que siguen acusando a Fujimori de mil crímenes.
La gente parece olvidar que el juicio a Fujimori ya acabó. El indulto no es un nuevo juicio. No se trata acá de volver a ventilar los argumentos en contra. La justicia ya hizo su trabajo y el ex presidente fue condenado. Hasta allí ya se hizo justicia. No hablemos más sobre culpabilidad o inocencia. Acá se trata de indultar. Y para eso no viene al caso invocar culpabilidades. No se indulta a inocentes.
El indulto es una gracia presidencial y no necesita informes de ninguna clase. La comisión creada para ayudar al presidente recomendándole presos para el indulto no implica que ese sea el único mecanismo. El presidente puede indultar a quien le venga en gana en cualquier momento. Así de simple es. Solo se necesitan testículos. Algo que lamentablemente el presidente Ollanta Humala ha probado no tener.
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