Por: Felipe Cortijo Medina
¿Cuál es el costo de todo lo que es noble
y perfecto?
No existe nada
en este mundo cuyo valor no se mida por el sufrimiento que costó el obtenerlo.
Todo lo puro, todo lo noble, lo delicado , lo hermoso, lo perfecto se obtiene
después, sí, mucho después de someterse este a altas presiones elementales en
el crisol del dolor, cuando las impurezas que arroja la vida y la materia de
este planeta, dejan paso por la fuerza de la naturaleza a todo lo que es bello.Así, de las entrañas de la tierra obtenemos todos los minerales preciosos y energéticos utilizados por el hombre. Las plantas sólo pueden desarrollarse con el fertilizante, que es materia orgánica e inorgánica en descomposición, y que alguna vez también fue vida. El ser humano necesita la proteína animal y para ello debe dar muerte a seres inferiores, provocando dolor, quiérase o no. Todo acto humano conlleva una huella y una consecuencia mínima o máxima sobre el mundo, que lo modifica, lo transforma, para bien o para mal.
Las grandes
épocas de la humanidad, en donde nuestras sociedades se desarrollaron
alcanzando la cumbre de la perfección, en su política, en su ciencia y en sus
artes, se dieron no sin poco sufrimiento, después de mucho dolor, tras altas
presiones sociales que desembocaron en guerras, revoluciones, rebeliones,
tragedia, muerte que les dio como fruto un nuevo orden, una nueva cultura.
La historia
universal da fe de esta continua
evolución hacia la perfección, con el rigor de la violencia y el sufrimiento
que este conlleva para el hombre. Desde la evolución de los primeros homínidos
y el descubrimiento del fuego hasta la cultura de la edad del bronce, suceden
las invasiones y los primeros antiguos imperios motivados por la perfección en
las armas. Nace así el imperio persa, el egipcio, la colonización griega, Roma,
China, Asia, India, el imperio de Alejandro,
y los pueblos y culturas de América.
Es en la
expansión de los imperios europeos que empiezan las rutas de la conquista del
Perú. El imperio Inca subyuga la ambición de los españoles, que en enero de
1531 sólo contaban para la invasión con 185 hombres, pero tuvieron la suerte de
enfrentarse a un gobierno Inca que se desmoronaba por guerras fraticidas
internas, y cuyo último soberano, Atahualpa, fue muerto por el conquistador
Francisco Pizarro, aprovechándose de la confusión en el Tahuantinsuyo.
Es entonces
cuando empieza la historia en una patria, nunca exenta de rebeliones, guerras,
revoluciones, levantamientos en armas y reformas que dieron origen a la nación.
No podemos soslayar avances y retrocesos, hubieron hechos que siempre deberemos
de lamentar. Un país esta unido a una tierra por lazos de sangre, vivimos y
sufrimos defendiéndola y amándola, buscando hacerla más grande, más fuerte, por
encima de la muerte. Hoy sólo nos toca ser testigos de este hecho ineluctable
en una nación hermana, Venezuela se desangra ante la mirada incrédula del
mundo, pelean por algo más perfecto. Aprendamos a amar la tierra que nos vio
nacer, con sufrimiento y valor, con entrega y honor, con fortaleza ante el
infortunio, esos son los dolores de parto de una patria.
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