Una buena cantidad de peruanos estamos urgidos en estos días a tomar una decisión aparentemente trascendental que es elegir el tipo de comisión que le pagaremos a nuestra AFP por administrar nuestro fondo de pensiones. Para variar, la gran mayoría de personas ignora el tema, y dentro de los que están al tanto de la situación, hay una buena porción que no ha entendido bien la cuestión. El hecho es que mucha gente cree incluso que necesita ir a su AFP para pasarse al nuevo sistema.
Lo cierto es que se ha optado por cambiarles el escenario a las AFP para que en el futuro saquen sus ganancias del fondo que administran y no del porcentaje de sueldo que puntualmente le descuentan a sus afiliados y que hoy anda debajo del 2%. Sin embargo habrá un período de transición de diez años para los afiliados que ya estamos en el sistema. En esos diez años pasaremos a un pago mixto con un porcentaje del sueldo que irá disminuyendo hasta llegar a cero, más un porcentaje del fondo de pensión que al final es el que quedará. Por lo pronto los nuevos afiliados pasarán directamente a esta modalidad de comisión.
La gran pregunta que debería estar rondando la cabeza de los ya afiliados es ¿cuál esquema le conviene? Lo sorprendente es que no hay una respuesta correcta para esta pregunta. Solo hay especulaciones y vaticinios de gurús. En concreto nadie, ni Mandrake, sabe cuál comisión nos podría convenir. No quedará más que tirar una moneda al aire y confiar en la suerte. Así es como están las cosas. Esto es lo que ocurre cuando el Estado pretende tomar decisiones "a favor" de los millones de ciudadanos que son los únicos que tendrían que decidir por su propio futuro en función de su propia realidad individual. ¿Había una real necesidad de modificar un sistema que venía funcionando bien y que ha ofrecido una rentabilidad de hasta 280% en los últimos diez años?
Habría que preguntarse ¿por qué nuestros genios de la SBS comandados por el ultra progresista Daniel Schydlowsky han procedido a revolverlo todo en busca de una fórmula mágica que nadie sabe si le convendrá a los trabajadores y futuros pensionistas? La respuesta es simple y -seguramente para algunos- increíble Todo lo que les interesa a los progresistas es que las empresas no ganen mucho dinero. Y si no ganan nada mejor. De hecho todo este embrollo de las nuevas comisiones de las AFPs no tienen como propósito mejorar el fondo de pensiones ni asegurar una mayor pensión para los trabajadores. No. Nada de eso les interesa a los progresistas. Todo lo que atormenta sus mentes es la posibilidad de que las empresas ganen dinero.
El tema empezó a cocinarse después de la crisis económica internacional del 2008, cuando todas las empresas arrojaron pérdidas, disminuyendo incluso la rentabilidad de los fondos de pensiones. Sin embargo, ocurrió que las únicas empresas que mostraban ganancias fueron las AFPs. Tal dato encendió la chispa en la mente de toda la progresía. Era una infamia. Había que hacer algo.
El dinero que administra las AFP y que ya ha superado los cien mil millones de soles, es intensamente apetecido por los lobos del progresismo. Muchos están con deseos ardientes de seguir el ejemplo de CFK en Argentina y dar un decreto para que el Estado se engulla ese fondo. Había ese temor en la campaña electoral del 2011 porque mucha gente del entorno progresista que rodea a Ollanta Humala (incluyendo a Daniel Schydlowsky) apuntaba en esa dirección, y aun lo hace. Pero se puso especial énfasis en el debate electoral para obligar a respetar la intangibilidad de esos fondos. Algo que no ha conformado para nada a la progresía y al rojerío, como se puede leer en las columnas de Sinesio López y Javier Diez Canseco.
Si hay algo imperecedero en este universo es la insondable estupidez del progresismo. Ninguna otra razón explica mejor que sigan defendiendo el quebrado Sistema Nacional de Pensiones. Si bien no han logrado imponer sus trasnochadas ideas para regresar, como en Argentina, al modelo estatista de pensiones, lo que sí han logrado es mantener en ascuas a las AFPs mediante este tipo de reformas estúpidas. Otra manera en que el progresismo siente que ha logrado una victoria es manteniendo cautivo el fondo de pensiones para que no pueda ser invertido libremente en el extranjero. Han impuesto una barrera para que tan solo el 34% de ese fondo pueda ser invertido afuera. O sea, no es su plata pero el Estado tiene el cuajo de meterse a opinar sobre cómo se debe manejar ese fondo. Más aun, se interpone en la búsqueda de la máxima rentabilidad.
No crean que esta será la última reforma de las AFPs. El progresismo ya debe estar pensando en otros métodos para adueñarse de ese millonario fondo y para impedir que las AFPs ganen dinero. Lo último que les interesa a los rojos atormentados del progresismo es mejorar las pensiones. Y por supuesto, les tiene sin cuidado el abominable Sistema Nacional de Pensiones. La siniestra mafia progresista es por hoy muy dominante, dado el mínimo nivel de conciencia política de nuestra sociedad que se cree todos esos discursos de "mejora del sistema". Parece inevitable que las AFP seguirán siendo maltratadas por el progresismo si no pueden anularlas de plano y estatizar el sistema.
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