martes, 25 de mayo de 2021

Por memoria y dignidad, izquierda nunca más


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Toda esa manchita juvenil que salió a manifestarse contra el fujimorismo el 22 de mayo pasado, coreando consignas y portando pancartas con lemas como "ni olvido ni perdón" y "por memoria y dignidad" apenas bordean los 25 años y muchos son incluso menores. Es decir, apenas estaban en el nido cuando acabó el fujimorismo. ¿Qué saben del fujimorismo? ¿Qué recuerdan de los noventas? ¿De dónde les sale tanto odio, ira, rencor y rabia? ¿Sabrán lo qué están gritando? No. Obviamente no saben nada. Los han arriado como borregos a armar el tradicional corso anti Keiko, organizado por todas las ONG de izquierda que aparecieron para defender a los terroristas, y que hoy mantienen bajo sueldo una planilla de periodistas y docentes universitarios encargados de envenenar el cerebro de los jóvenes, y alentarlos a ir a las marchas, incluso con beneficios académicos. 

En el 2004 se aprobó un "plan nacional de ddhh" junto a otros planes muy similares, como el de "salud mental y cultura de paz", ideados por la burocracia caviar encaramada en el poder. Todos estos planes tenían la misma orientación. Decían por ejemplo, que era parte de la moderna educación formar ciudadanos activos capaces de salir en defensa de los derechos civiles y de la democracia. Es decir, era parte del currículo adiestrar jóvenes para que vayan como borregos a las marchas. Incluso se decía que era signo de buena salud mental tener una actitud vigilante y actuar en defensa de los intereses de la sociedad, formando organizaciones activas en la comunidad. Creo que fui el único que denunció esos planes oficiales de manipulación social dados en el gobierno de Toledo, con una clara orientación comunista, tal como ocurre en Cuba. Pero así fue como los caviares transformaron la sociedad y la educación. Luego vino la idolatría de la verdad contada por la CVR, y el antifujimorismo quedó convertido en doctrina oficial del Estado peruano y pose predilecta de la prensa. 

Pero nadie se puso al frente de todos estos intentos de la izquierda para cambiar la historia, manipular a la sociedad y envilecer las instituciones con el veneno del antifujimorismo. Al contrario. Se puso de moda salir a hacerle ascos al fujimorismo. Todo aquel que quisiera posar como un cabal luchador anti corrupción y defensor insobornable de la democracia, tenía que denostar al fujimorismo y condenar los noventas. Así fue como el fujimorismo fue convertido en el sector apestado de la nación, a pesar de que la política peruana nunca dejó de arrastrarse por el fango de la corrupción.

¿Pero es acaso cierto todo lo que dicen los declarados enemigos del fujimorismo? ¿De qué memoria y de qué dignidad nos hablan? Si tuviesen memoria, tendrían que recordar en primer lugar cómo era el Perú en 1990, un país quebrado, sumido en la ruina total, en la miseria más absoluta, bajo el ataque de dos grupos terroristas de izquierda, uno maoista y otro castrista, que con sus acciones de sabotaje y crimen habían sembrado el terror y el miedo en la población. Sería difícil, largo y tedioso describir cómo era el Perú de 1990, pero mencionemos solo algunas pocas cosas para que estos babosos que tanto hablan de "memoria y dignidad" se enteren. 

En 1990 en el Perú la moneda no valía nada. Las cosas subían el mismo día: tenían un precio en la mañana y en la tarde ya estaba más caro. Las empresas decidieron pagar semanal porque era imposible esperar a fin de mes, ya que el dinero se devaluaba todos los días. Ya le habíamos quitado seis ceros a las cifras monetarias porque los montos no cabían en las máquinas ni en los papeles. En consecuencia no había forma de hacer presupuestos, no había créditos. El Banco de la Nación no tenía dinero para pagarle a los maestros ni a nadie. Mi madre que era maestra pasaba apuros indecibles cada fin de mes para poder hacer efectivo su cheque del Ministerio de Educación. Había que ir de agencia en agencia esperando encontrar una que tuviera algo de efectivo. 

Las colas para comprar productos de primera necesidad eran normales. Colas enormes para comprar solo tres tarros de leche o dos kilos de arroz porque todo estaba racionado, como en los países comunistas. En Lima faltaba agua. El agua llegaba por horas cada día. Todos tuvimos que poner tanques en la azotea o comprar bidones de ochenta y cien litros. Un día salió agua de desagüe por los caños. Así de mal estaba la administración de Sedapal. No había plata para hacer mantenimiento. Tampoco había energía eléctrica por los constantes apagones que provocaba la voladura de torres de alta tensión de Sendero Luminoso. Las calles de la ciudad estaban repletas de generadores eléctricos o grupos electrógenos para que los negocios pudieran funcionar. 

Salir a provincias era imposible. Las carreteras estaban en ruinas por la falta de mantenimiento. El viaje a Huaraz que hoy me toma cinco horas en eos días tomaba el doble, porque había que ir sorteando los tramos destruidos. Cómo estarías de mal las vías que a veces se invadían los campos de cultivo para poder vanzar. En el interior había que tener suerte para no toparse con una banda armada que pedía cupos para dejarte pasar. No existía la policía en toda la ruta. Lo mismo era transitar por la ciudad. Toda Lima estaba repleta de tranqueras. Los primeros en poner tranqueras eran las comisarías, luego las empresas que se creían importantes. El hecho es que no se podía transitar por la ciudad. 

Para no hacerla larga, debo mencionar el miedo en que se vivía. Los coches bomba se oían en toda la ciudad. Yo escuché el coche bomba de Tarata estando en San Borja. Una madrugada le pusieron un coche bomba a un vecino de la siguente cuadra. Le destrozaron la cochera y media casa. Según el dueño de casa fue un error de Sendero Luminoso, pero en menos de una semana toda la familia emigró a EEUU como refugiados. Así fue como perdí a uno de mis mejores amigos. No fue el único. Más de la mitad de mis amigos se fueron del país. Ese fue el Perú que recibió Alberto Fujimori en 1990.

Hay que mencionar que Fujimori no la tuvo fácil. Todos los partidos políticos tradicionales a los que derrotó se aliaron para hacerle la vida imposible. Bastaría mencionar la "Ley de Control Parlamentario sobre los actos normativos del Presidente de la República". LEY Nº 25397, que pretendía atar de manos a Fujimori y pasar todos sus actos por la aprobación del Congreso. No había pues manera de que Fujimori pudiera gobernar y tomar las medidas urgentes que el país necesitaba sin tener que esperar la aprobación de sus enemigos en el Congreso que solo querían verlo fracasar. En tales circunstancias, a Fujimori no le quedó más remedio que disolver el Congreso.

Para ser honestos, Alberto Fujimori dirigió el mejor gobierno de toda la historia de la República. Esta es una afirmación sustentada en la situación en que Fujimori encontró el país y cómo lo dejó. Allí están además las estadísticas que demuestran el crecimiento del PBI y del empleo, así como el inicio de la reducción de la pobreza. Controlada la hiperinflación y el terrorismo, lo que hizo Fujimori fue resolver los principales problemas del país, empezando por reconstruir toda la red vial nacional. Inició la privatización de las empresas públicas que solo habían arrojado pérdidas durante veinte años. Algunas hubo que cerrarlas porque nadie las quería. Se cerraron los bancos de fomento que estaban todos quebrados. Se redujo el aparato público dando incentivos para que la gente renuncie.

Toda esa operación de saneamiento del Estado y rescate de la economía es hoy denigrado por la izquierda y el sindicalismo, pues acusan a Fujimori de haber despedido trabajadores. Claro que se despidieron trabajadores del Estado y con muchos beneficios para ellos, porque no se podía seguir manteniendio tanta burocracia dorada e inútil. Pero durante el toledismo y el alanismo se reintegraron decenas de miles de trabajadores al Estado engrosando la burocracia inepta y parásita.

Después de Fujimori tuvimos al fin un país de verdad, con una economía saneada donde se podían hacer presupuestos y donde todos podían tener una tarjeta de crédito. Los terroristas estaban presos o muertos. El país vivía una era de crecimiento y prosperidad. Muchas empresas llegaron a invertir en el Perú y los empleos empezaron a crecer. Pero por desgracia, los enemigos del fujimorismo iniciaron el bloqueo de todas esas reformas, paralizaron las inversiones mineras que nos permitieron crecer, modificaron las leyes laborales para incrementar absurdamente los derechos laborales y reducir la empleabilidad, se dedicaron a atacar a las AFP, la Constitución del 93 y todo lo que sea un "rezago del fujimorismo". 

Los últimos 20 años han sido una época de adoctrinamiento antifujimorista. Se han ocultado sus logros y se han exagerado sus defectos, se le ha cargado absurdamente crímenes que no cometió, como los de Barrios Altos y La Cantuta; se le han inventado mitos absurdos como los US$ 6,000 millones robados o las 300 mil esterilizaciones forzadas. Se le ha atacado de todas las formas sin opción a la defensa. Todo el progresismo y la caviarada se apoderaron de los medios para denigrar a Fujimori. Nadie jamás quiso ocuparse contar la verdad y hacer un balance real de los hechos en los 90. 

En lo que a mí respecta, sí tengo memoria y dignidad. Doy gracias a Alberto Fujimori porque nos devolvió la dignidad de ser un país libre, una sociedad que puede vivir en paz y tranquilidad, que puede salir de sus casas sin miedo a ser asesinado o volar en un atentado, que puede tener agua y luz en sus casas sin temor, que puede hacer planes y tener esperanza en el futuro. Esa es la dignidad que nos devolvió Alberto Fujimori. No es la misma falsa dignidad que los progres dicen que Velasco le dio a los campesinos. Mentira. Velasco empobreció a los campesinos al extremo que tuvieron que invadir los arenales de Lima para sobrevivir. De esa época de crisis velasquista es que salieron Villa el Salvador y todo el cono norte. ¿Cuál es la dignidad? 

Si hablamos de memoria y dignidad solo queda reconocer cómo cambió el Perú para bien gracias a Alberto Fujimori. Fue él quien nos devolvió la dignidad para vivir como ciudadanos de un país que va rumbo al progreso. Lo ridículo es que los progres se dedicaran a condenar al fujimorismo por los actos de corrupción política, pero haciéndolo desde las cloacas en que se movían en medio de gobiernos como el de Toledo, Ollanta o Vizcarra. No debemos olvidar que los años 2000 han sido los de mayor corrupción de toda nuestra historia. Pero estos falsos profetas de la moral solo se dedicaron a escupir sobre la memoria de Alberto Fujimori patra quedar bien con sus patrones de la mafia cviar, pero muy mal ante la historia.


sábado, 8 de mayo de 2021

La masacre de Barrios Altos


Por: Víctor Robles Sosa

Casi 18 años después de la matanza de Barrios Altos, acaecida en la calle Huanta de Lima el 3 de noviembre de 1991, los entretelones ocultos de aquel episodio trágico salen a la luz pública por primera vez, en este informe especial, para que el mundo entero sepa la verdad.

Durante ese tiempo, se afirmó que las 15 personas ejecutadas extrajudicialmente aquella vez eran inocentes, y que se les ejecutó como parte de una represión indiscriminada con la que el estado quiso aterrar a la población. Según este testimonio clave, todos los ejecutados, excepto el niño fallecido accidentalmente, eran terroristas o cómplices de estos.

En otro caso parecido (La Cantuta, diez muertos), los periodistas Álvaro Vargas Llosa, Efraín Rua y Ricardo Uceda descubrieron años después que las víctimas eran activistas de Sendero Luminoso, pero en lo que respecta a Barrios Altos nadie indagó a fondo lo ocurrido.

En el año 2005 se supo que un agente del servicio secreto arrestado había sido testigo directo de lo sucedido en el famoso solar del jirón Huanta, pero nadie se atrevió a buscarlo y entrevistarlo por razones que no vienen al caso abordar ahora.

Aquel testigo es el ex agente de inteligencia del ejército Douglas Arteaga Pascual, quien lo contó todo ante el tribunal que lo juzga injustamente, acusado de presunto violador de derechos humanos. La Fiscalía ha reconocido que Arteaga jamás integró el Grupo Colina, pero igual lo acusa absurdamente de “complicidad”, por razones políticas.

Este periodista logró acceder a las actas judiciales que registran el testimonio que brindó Arteaga a la 1ª Sala Penal Especial de Lima que preside la vocal Inés Villa Bonilla, y a partir de ella hemos conocido los hechos ocultos que hoy salen a la luz en este informe.

Como consta en las actas respectivas, el agente Arteaga declaró al tribunal que vivió tres años (1989-1991) en el solar del jirón Huanta donde se produjeron los hechos, como infiltrado en una célula de Sendero Luminoso que tenía su base en esa quinta.

Arteaga rindió su testimonial en tres audiencias consecutivas de la sala Villa Bonilla realizadas los días 15, 22 y 29 de marzo del 2006. Su declaración había sido mantenida en secreto total, hasta ahora.

Infiltrado

En la primera acta, consta que Arteaga se infiltró en Sendero Luminoso en 1989 cumpliendo un plan del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) llamado “Telaraña”, que tenía por objetivo original recoger información sobre la penetración terrorista en las ONG y en los partidos políticos de izquierda marxista.

El agente fue “sembrado” primero en un asentamiento humano de Villa El Salvador, simulando ser un vendedor ambulante que trabajaba de noche y de día era un activista de la organización vecinal de su sector, en la que después logró hacerse elegir dirigente.

Dicho cargo le permitió asistir a las asambleas de la Comunidad Autogestionaria de Villa El Salvador (Cuaves), donde fue contactado por una ONG izquierdista que le sirvió para infiltrarse en los partidos Patria Roja y Partido Unificado Mariateguista (PUM), marxistas.

Después de un trabajo paciente, y con ayuda de un supuesto militante del PUM, fue contactado por Sendero Luminoso.

Un senderista, según el testimonio de Arteaga, lo buscó en su puesto ambulante y le pidió que lo acompañara a recoger latas vacías (usadas para hacer granadas artesanales) en los basurales de Pampas San Juan. Poco tiempo después lo invitó a un “bingo” que resultó ser una reunión clandestina en la que le obsequiaron ejemplares del vocero terrorista El Diario.

“Empiezo en La Rinconada, me llevan a un local en la noche, era de esteras y allí estaban reunidos jóvenes, y dicen hay un nuevo compañero, bienvenido seas… recibí clases de entrenamiento político, ideológico, como 15 días… los instructores nos hablaban de Marx, Lenin, pensamiento Gonzalo, había documentos…Lo primero que aprendí fue la regla de oro (nunca admitas que eres del partido)…”.

El SIE le ordenó entonces que trabajara exclusivamente dentro de Sendero, para lo cual le dio una identidad falsa junto con el nombre clave de “Abadía”, y le prohibió visitar las instalaciones militares. Un tiempo después, el agente llegó a ser “mando político” de la célula de Sendero Luminoso que actuaba en Barrios Altos.

Las “polladas”

Sobre su paso por la “escuela popular” de terroristas, Arteaga declaró a los jueces que aquella estaba a cargo de personas jóvenes de carácter endurecido por el fanatismo, algunas de los cuales venían de provincias.

“Eran duros, me estudiaban psicológicamente para ver si estaba mintiendo. Tuve varias citas con ellos, me hicieron preguntas muy duras… pero aprobé esos exámenes, lo supe hacer porque yo sabía de interrogatorios…después me dijeron te vas compañero a tal sitio, me destacaban a varios destacamentos de células, acá en Lima”, relató.

El agente también les contó a los jueces como enviaba sus informes al Puesto de Inteligencia de Lima (PIL): “Normalmente mandaba mis informes cada 15 días, 20 días, de acuerdo a como se presentaba la oportunidad… informes, directivas, nombres, relaciones, croquis, locales donde se estaban realizando actividades… todo con lujo de detalles… me cuidaba después que los aniquilamientos fallaban… yo daba cuenta a mi comando advirtiendo que iba a haber un atentado a esa autoridad, contra ese puesto, etc…”.

En ese mismo testimonio, confirmó que en 1991 Sendero Luminoso realizaba polladas libremente en varios distintos puntos de Lima, sin que nadie molestara a su gente.

“En el año 91 todo estaba normal… las polladas que se realizaban eran normal… no solo en la zona de Barrios Altos, en diferentes lugares: en San Fernando (facultad de Medicina de San Marcos), también en el mercado de Lince, en Villa El Salvador, etc.”

“Cuando había ceremonias por el cumpleaños del camarada Gonzalo siempre se realizaban eventos… y en nuestros cumpleaños hacíamos velas con la forma de la hoz y el martillo… no había por qué temer entonces”.

Arteaga reveló luego que después de haber pasado por la “escuela popular” de formación de terroristas fue enviado a integrarse en un destacamento integrado por siete personas, encargado de realizar atentados en diferentes zonas de Lima.

Barrios Altos

Al testificar sobre lo sucedido en Barrios Altos, declaró a la sala que el solar del jirón Huanta donde se produjeron las ejecuciones judiciales del 1 de noviembre de 1991 era una base de operaciones de Sendero Luminoso.

Precisó que cada vez que Sendero ordenaba que su destacamento ejecutara un ataque, él y los demás terroristas del grupo eran encerrados tres días antes en un cuarto de dicho solar, y de allí salían directamente a cumplir su misión criminal, a las 7 u 8 de la noche.

Con respecto a la pollada cruenta del 1 de noviembre, Arteaga contó de manera detallada como fue organizada aquella reunión fatídica: “La actividad, la pollada que estaba prevista, la hemos hecho nosotros, el partido (Sendero Luminoso)…”

“…Los vecinos sabían y no decían nada, sabían que éramos compañeros…Yo trabajé dos años en esa casa, me conocen todos los vecinos, me conocen como de ahí, pero no sabían que me llamaba Arteaga…”

El agente precisó que durante los dos años vivió en una habitación del primer piso, que compartió con la familia del “compañero” Filomeno León León, uno de los ejecutados extrajudicialmente.

“El compañero León era mi amigo, no lo niego… vivía con él en ese cuartito que él alquilaba. León arreglaba cocinas, había un televisor grande y sobre el televisor había siempre un gato grande, le decíamos Pirincho, era nuestra mascota…”, afirmó.

En otro momento, declaró al tribunal que Sendero Luminoso tenía dos locales en la quinta del jirón Huanta, y los ocupó en principio con el objeto de asesinar al entonces primer vicepresidente de la república y presidente del Congreso Máximo San Román.

“¿Por qué creen que (los senderistas) tomaron ese local de Barrios Altos?. Les voy a decir la verdad, para que sepa todo el mundo, es sorpresa quizá para ustedes: Cuando en ese tiempo estaba el ingeniero (Máximo) San Román de vicepresidente, por ese lado pasaba todos los días con su carro negro, por el jirón Huanta; entonces ¿Cuál era el objetivo? Era accionar, a través de un control remoto (una bomba), para volarlo con su carro. No se llevó a cabo eso porque peleó, hubo problemas, pero ese era el objetivo…”, narró Arteaga Pascual.

También reveló que el grupo terrorista del solar del jirón Huanta utilizaba triciclos y carros de heladeros para transportar dinamita, anfo y armas.

“En esos triciclos, que vendían aparentemente macetas y abono para plantas, en Miraflores y San Isidro, llevábamos el anfo, en los maceteros vacíos llevábamos los medios…, también en las carretillas de Donofrio, de heladero…”, declaró.

Guarida terrorista

En la audiencia del 22 de marzo, preguntado por la presidente del tribunal para que haga algunas precisiones a su anterior declaración, Douglas Arteaga reveló que en el departamento que ocupaba junto con Filomeno León, había una base y una “escuela popular” que tenían como cubierta un supuesto taller de reparación de cocinas:

“En ese ambiente había una escalera de madera sobre el piso, pegada a la pared, (por la que) nosotros, de rato en rato, cada hora o media hora, subíamos al segundo piso (altillo), donde había siete u ocho camarotes, ahí dormíamos. Y no solo yo, venía gente de provincia y se alojaba allí… hacían un trabajo (atentado) en Lima y se regresaban”

“Tapábamos ese recuadro (entrada) del techo raso y quedaba como si no hubiese nada… cuando alguien llegaba, no se veía ninguna escalera y el techo raso estaba normal… se ponía un radio o un televisor encendido a volumen, y arriba, en la pizarra acrílica, se daba instrucciones… la escuela funcionaba normalmente”.

“En la puerta (del solar) había un letrero ‘se arreglan cocinas Surge’, y ahí estaban las herramientas, ahí estaba el señor arreglando, el compañero…”, pero todo era aparente, para encubrir las verdaderas actividades que realizaban los terroristas en el lugar.

Después de la matanza

En la audiencia del 15 de marzo, Arteaga contó otro hecho inédito: los terroristas que sobrevivieron a la incursión con ejecuciones extrajudiciales en el viejo solar de Barrios Altos se reunieron al día siguiente de esos hechos, para hacer un balance de lo sucedido:

“Después de este problema que hubo (la matanza) hemos hecho un arqueo, un balance, al día siguiente que pasó esto. Nos hemos reunido en Acho, donde un compañero de nosotros… hemos hecho como que hemos ganado… A mi me ha sorprendido que en el segundo piso (del solar) también se realizó una pollada… eso no estaba previsto”

Arteaga dio a conocer después que la dirigencia limeña de Sendero Luminoso había ordenado que se cancele la pollada fatídica del jirón Huanta, pero aquella orden se incumplió porque las invitaciones ya habían sido repartidas y confirmadas. Además, según reiteró, las polladas de terroristas eran frecuentes y nunca había ocurrido nada:

“El Comité (Sendero) nos dijo la actividad se va a suspender, ya no vayan compañeros, ya no vayan. Pero fue muy tarde, porque ya se habían repartido las tarjetas, 15, 20 tarjetas en cada una de las diferentes bases… para que vayan y colaboren con el partido…”.

Arteaga dijo que él mismo vendió tarjetas de la pollada a varios terroristas y miembros de base de Sendero Luminoso que asistieron a la reunión y murieron en ella.

En la misma audiencia, el agente de inteligencia relató al tribunal que durante el tiempo que permaneció infiltrado en la banda armada maoísta se esforzó por demostrar que era un buen agente del servicio de inteligencia del ejército:

“Quería esmerarme, quería demostrar que podía combatir solo… las claves y señas que aprendí adentro las mandaba por escrito (al SIE). Aprendí un montón de claves dentro del partido… las daba (al SIE) y ellos las empleaban. Entonces yo desbaraté, rompí esa clave para poder capturarlos. Por eso me siendo orgulloso, siento que he cumplido mi misión…”.

“Lo he hecho porque tenía ese coraje, tenía esa valentía, digamos esa argucia, ese arte de uno que le gusta trabajar sin ser descubierto. No me han descubierto en tres años que he trabajado con ellos, ni siquiera he dejado que salga una sospecha… yo me siento como un héroe… he combatido al enemigo…”, agregó Douglas Arteaga.

Masacre de Húsares

En las actas judiciales consta además que Arteaga narró que la célula senderista de Barrios Altos perpetró el ataque terrorista contra el ómnibus de la escolta presidencial Húsares de Junín, acaecido el 3 de junio de 1989, en el que murieron seis soldados y un policía. Este hecho continúa aún en la impunidad, sin haberse esclarecido judicialmente.

Con lujo de detalles precisó que los terroristas que asesinaron a los Húsares de Junín se disfrazaron de basureros con ayuda de infiltrados en el sindicato de obreros de la municipalidad de Lima que les dieron los uniformes y carros recolectores. Aquel día los criminales colocaron una bomba debajo del bus militar y lo hicieron volar en pedazos.

En el atentado también fue asesinado un policía que repelió a los terroristas con su pistola, y quedaron heridas once personas entre militares y civiles. La onda expansiva de la potente bomba destruyó además 11 casas modestas.

La versión del agente indica igualmente que en aquel ataque resultaron heridos algunos terroristas. En el acta está registrado así:

“En (la plaza) 2 de Mayo nos juntamos en la noche (anterior) para repartir los cochecitos de hacer la limpieza en la madrugada…  inclusive tengo ex camaradas que están heridos de ahí, se han quedado lisiados…”

¿Libias senderista?

En la audiencia judicial del 29 de marzo del 2006, el agente Arteaga hizo una revelación importante que tampoco mereció la atención de las autoridades judiciales, ni del representante  del Ministerio Público, al testificar que el sobreviviente de la matanza de Barrios Altos Tomás Libias Ortega es al parecer miembro de Sendero Luminoso.

La abogada Milagritos Malpica Risco le preguntó así a Arteaga: “La sesión pasada usted nos mencionó de que había una persona sobreviviente que era miembro de su partido (Sendero), no recordaba el nombre, pero ¿si yo se lo digo puede usted reconocer a esta persona por el nombre de Tomás Libias Ortega?”

El agente respondió lo siguiente: “Así es, doctora… exacto doctora, con él he ido varias veces a La Parada, a La Victoria, al comité (senderista) de La Victoria, doctora”

Libias ha sido presentado por algunas ONG de derechos humanos como víctima inocente, ajena al terrorismo, y en esta misma condición participó como testigo de cargo de la parte civil en el juicio a Alberto Fujimori por los casos Barrios Altos y La Cantuta.

Es cierto que un solo testimonio es insuficiente para llegar a una conclusión, pero si se realizara una investigación independiente y objetiva sobre lo revelado por “Abadía”, se corroboraría su autenticidad o falsedad. No obstante, nadie ha querido investigar.

Proclamados inocentes

No obstante todo lo mencionado, la sala penal suprema que integran los vocales César San Martín, Víctor Prado y Hugo Príncipe, absolvió de toda sospecha de terrorismo a los de Barrios Altos.

Esta decisión es sospechosa ya que dicha sala conoció el testimonio de Arteaga, según consta en la sentencia a Fujimori, en la que citan textualmente pasajes de dicha testimonial. Todo indica que el tribunal tomó solo la parte de la declaración que le convenía.

El 5 de mayo pasado fue presentada al Congreso de la República una denuncia constitucional contra los vocales San Martín, Prado y Príncipe, por haber exculpado indebidamente del delito de terrorismo a los de Barrios Altos y La Cantuta.

Han pasado más de cuatro meses y la denuncia “duerme” en alguna comisión parlamentaria.

Los graves crímenes atribuidos por Arteaga a la célula terrorista que tenía su base en la vieja quinta del jirón Huanta han sido ignorados por las autoridades jurisdiccionales que tienen la obligación de hacer justicia a las personas que fueron asesinadas por ese grupo senderista.

“Abadía” ha identificado plenamente a los autores de la matanza de los Húsares de Junín, también a los que intentaron asesinar a Máximo San Román y cometieron otros atentados, pero ninguna autoridad fiscal o judicial ha hecho algo para esclarecer tales crímenes.

Según consta en las actas, el testimonio del agente fue escuchado por las vocales Inés Villa Bonilla, Inés Tello de Ñecco e Hilda Piedra, y ninguna de ellas le demandó al fiscal que cumpliera con su deber de denunciar a los presuntos terroristas.

También lo escuchó el fiscal superior Jorge Cortez Pineda, quien estaba obligado a investigar de oficio los hechos denunciados por Arteaga, pero tampoco lo hizo.

La misma actitud asumió el entonces Procurador Público (abogado del gobierno) para el caso Barrios Altos, Pedro Gamarra Johnson, actual máximo procurador anticorrupción.

Estuvieron presentes igualmente los abogados Gloria Cano Legua, David Velasco Rondón y Gustavo Campos Peralta, de las ONG Aprodeh, Fedepaz y Comisedh, quienes tampoco han defendido los derechos humanos de las víctimas de los terroristas de Barrios Altos, más bien han ocultado este tema, cubriéndolo con un manto de silencio cómplice e injusto.

Esta actitud asumida por las autoridades señaladas es al parecer delictiva. Y en el caso de las ONG, no sería ilegal, pero sí es politizada, inmoral y repugnante.