Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
A medida que pasan las horas pierde fuerza el intento de vacar al presidente Martín Vizcarra. No porque los argumentos y las pruebas de sus fechorías se desvanezcan, sino porque empiezan a salir los matones que defienden al gobernante por razones que nada tienen que ver con lo jurídico. Hemos visto aparecer a los chaveteros de la prensa oficialista, publicando espumosas columnas dedicadas a gruñir, rasguñar y mordisquear con ferocidad la imagen del congresista Edgar Alarcón y del presidente del Congreso, a quienes han llenado de escupitajos y epítetos en cada columna.
Por su parte, las redes sociales se han cubierto de indignados y novedosos "defensores de la democracia" y han aparecido, como de costumbre, multitud de expertos "constitucionalistas" afirmando que el intento de vacancia es inconstitucional, que la figura de "incapacidad moral permanente" es inaplicable, que la carta magna no quiere decir lo que dice, que primero hay que definir los conceptos "moral" y "permanente", que se debe consultar al TC, a la RAE, a la CIDH y a Venecia. Han resucitado los muertos para defender a Vizcarra. Incluso ha salido de la nada un nieto de Fernando Belaunde, bramando contra los congresistas de Acción Popular que mancillan la imagen de su abuelo.
Pero nada ha causado más revuelo que el show del jefe de la PCM, Walter Martos, escoltado por los altos mandos de las Fuerzas Armadas, dando un mensaje de rechazo al intento de vacancia iniciado por el Congreso, al que llama "intento de alterar el orden constitucional" cuando el Congreso está acatando paso a paso el texto constitucional. Y -desde luego- Martos se desató en elogios a su jefe Vizcarra de quien dijo que "lidera un gobierno democrático, respetuoso de la separación de poderes" lo cual ya sabemos es absolutamente falso. Vizcarra es un dictador. Lo demostró desde el primer momento en que se puso la banda y se dedicó a pisotear al Congreso anterior hasta disolverlo inconstitucionalmente.
A diferencia del golpe express que perpetró Vizcarra al cerrar el Congreso anterior, al que se dedicó a bombardear con pedidos de confianza sin ton ni son, buscando infructuosamente una excusa para disolverlo, hasta que -impaciente y desesperado- en un solo día ejecutó su vil artimaña para impedir que se cambiara a los miembros del Tribunal Constitucional, esta vez se tienen que seguir unos pasos requeridos por el debido proceso para vacar al felón que ostenta la banda presidencial. Esto da tiempo de reacción a toda la mafia que lo sustenta desde diferentes sectores: oenegés caviares, izquierda progre, prensa mermelera, políticos tibios y cobardes y las FFAA que han sido convocadas para la foto de rigor.
Lo que hemos visto en las últimas horas ha sido la reacción en cadena de todos los sectores que están detrás del monigote de Vizcarra, al que prefieren mantener en el cargo, pese a ser un perfecto incapaz y un taimado trepador dedicado a fechorías infantiles aprovechándose del poder. Ya sabíamos que Vizcarra es tan o más mentiroso que Toledo, y que está al mismo nivel de vulgaridad en sus actos y felonías. Vizcarra es de lejos el peor presidente de lo que va el siglo. Nos ha conducido a la hecatombe. Hubiera sido un buen momento para librarnos de este sinvergüenza, aunque sea por los pocos meses que restan, pero las fuerzas oscuras que lo sustentan lo prefieren. Sus intereses están por encima del país.
Acá la gente parece ignorar que no hay nada peor para un país que estar en manos de la izquierda. Y el Perú lo está. Vizcarra no es más que un monigote de la izquierda. No tiene partido ni bancada pero sirve a los intereses de la mafia caviar oenegera y odebrechera. Y mientras sea el tonto útil de las izquierdas, lo mantendrán en el cargo limpiándole el camino, tal como hicieron cerrando el Congreso anterior con el aval de una caterva de "constitucionalistas" de bolsillo, del TC, la prensa y las oenegés. La gente parece no darse cuenta de nada de lo que viene ocurriendo en los últimos tres años. Están hipnotizados por la prensa que le revienta cohetes a Vizcarra mientras este nos conduce a la crisis económica y al desastre, con gabinetes llenos de ministros mediocres.
Ya han salido los tibios y cobardes de siempre a posar como "defensores de la institucionalidad", sin percatarse que solo le hacen el juego a la izquierda y ayudan a hundir más al país. Desgraciadamente, en política el único sector que tiene claro sus objetivos es la izquierda. Todos los demás solo tienen intereses particulares, como se puede apreciar en el Congreso actual, un archipiélago de líderes de poca monta tratando de ganarse alguito para sí mismos. Ellos prefieren posar para la foto como buenos chicos que defienden la estabilidad, como si el país estuviera en un remanso de progreso y no rumbo al abismo. Solo la izquierda la tiene clara. Y no les importa poner en el poder a un pelele, un ignorante, un monigote, un criminal o un genocida. Les da lo mismo. Al final convierten al genocida en santo, como ya ha ocurrido tantas veces. Y si el país acaba en la miseria, lo celebran.
Así que vamos a ver hasta dónde llega nuestra precaria clase política. Van a tener que enfrentarse a toda la maquinaria de la izquierda y a la intimidación de los militares. Vamos a ver si les queda el valor para seguir el proceso de vacancia hasta sus últimas consecuencias o arrugan finalmente agachando la cabeza ante el dictador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario