miércoles, 22 de noviembre de 2017

El Perú huele a caviar podrido


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Al fin se destapó el buzón que cubría las cloacas de la caviarada y salió con toda su fétida pestilencia, flotando en sus aguas negras, lo que ya todos sabíamos desde el principio: que la multimillonaria campaña del NO a la revocatoria de Susana Villarán estaba financiada con plata sucia proveniente de la mafia brasileña, exactamente igual a como se financió la también multimillonaria campaña de Ollanta Humala. Ahora que no vengan a decir que no sabían nada, que están sorprendidos e indignados. ¿Acaso creían que todo era gratis?

La misma mafia que puso a Ollanta Humala en la presidencia fue la que repuso a Susana Villarán en la alcaldía de Lima. No es ninguna novedad. Hasta tuvieron al mismo asesor: el famoso Favre, y al mismo personaje funesto entre bambalinas: Salomón Lerner. La campaña por el NO a la revocatoria fue la más escandalosa de la historia. Nunca se utilizaron tantos paneles publicitarios, ni se involucró a tantos personajes con tan sofisticada logística. El copamiento caviar fue total. Además, ya estaban en el poder, tanto a nivel de gobierno nacional como del municipal. Por eso pudieron hacer lo que les vino en gana.

A tanto llegó el poder de la caviarada que fue cuando iniciaron la compra de medios de prensa sin rubor. Su primer golpe fue sacar a Aldo Mariátegui de la dirección de Correo sin dar ninguna explicación. Luego empezó a crecer el presupuesto de publicidad estatal en medios a niveles de espanto. De alguna curiosa y extraña manera, una multitud de artistas caviares y pituprogres aburguesados se unió a la campaña a favor de Susana Villarán, creando adhesiones importantes en los jóvenes. Ahora nos preguntamos si todo ese entusiasmo fue gratuito. 

Claro que siempre hay tontos útiles. La principal de todas fue sin duda Lourdes Flores, quien no tardó en posar junto a la alcaldesa con los brazos cruzados. Todos los colectores de izquierda vomitaron a sus personajes estelares para sumarse a la campaña por el NO, empezando por los perturbados mentales de los nakos y las oenegés pro terrucas. Las marchas, camisetas, canciones y lemas que se corearon estuvieron bien aceitados con dinero de la mafia brasilera, la misma que en esos mismos días se aseguraba las más grandes concesiones de la ciudad, empezando por meterse los peajes al bolsillo por treinta años.

Si alguien creyó que tan tremenda campaña era gratuita, pecó de idiota. Ahora resulta que quienes repiten a cada rato que es imposible que Fujimori no supiera nada de lo que hacía Montesinos, han salido a decir que no sabían nada de lo que hacía Susana Villarán. Incluso esta ha salido a decir que ella no sabía nada de lo que negociaba Favre o Salomón Lerner. Ahora resulta que nadie sabía lo que pasaba ni de dónde salían los millones. Ahora todos se hacen los cojudos.

Lo bueno de todo esto es que se les ha caído la máscara a estos farsantes que siempre se presentaban como los incorruptibles, como los defensores de la moral, los luchadores contra la corrupción, los que vivían señalando con su dedo acusador al fujimorismo, los perseguidores que metían preso a todos y luego investigaban. Esos son los que ahora están señalados como corruptos. Si, señores: los progres, caviares y rojimios son unos corruptos. La única diferencia es que mientras Montesinos se compraba políticos por 50 mil dólares, los brasileños se compraban caviares por millones de dólares.

Esperemos que la Fiscalía sea tan presurosa y diligente para investigar a Susana Villarán y a toda su gavilla de corruptos, como lo es para investigar a Keiko. La gran diferencia con Keiko es que ella nunca fue funcionaria pública pero Villarán sí. Otra diferencia con Keiko es que no existen indicios claros y directos de aportes a su campaña, como si lo hay en el caso de Villarán. Ya es hora de que los caviares dejen de ser intocables. Queremos ver si en este país hay justicia o solo vendetta contra unos y agüita tibia para otros.

sábado, 18 de noviembre de 2017

La mermelada debe terminar definitivamente


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Al fin tenemos un proyecto de ley dirigido al propio Estado y no a la sociedad, como es ya costumbre de nuestros políticos. El proyecto de ley presentado por Mauricio Múlder que pretende prohibir la publicidad del Estado en medios privados, es una gran novedad legislativa que puede tener un gran impacto en nuestra realidad sociopolítca. 

Desde luego que estamos completamente a favor del proyecto de Mulder. Es bueno desde todo punto de vista. En primer lugar es bueno porque evita despilfarrar fondos públicos es publicidad. ¿Para qué necesita publicidad el Estado? Ese es el primer punto a debatir. 

La publicidad está destinada a promover el consumo y dar a conocer algún nuevo producto o servicio con los mismos fines de consumo. En tal sentido, no hace ninguna falta que el Estado haga publicidad pues no vende nada y sus servicios son obligatorios y monopólícos, como es el caso las licencias y documentos, o son alternativas voluntarias, como en la salud y educación. No tiene pues sentido que el Estado haga publicidad. 

Es inmoral gastar el dinero de los contribuyentes en una publicidad insulsa destinada únicamente a recordarle a la gente que tal Ministerio existe. Todos hemos sido testigos de la ociosa publicidad estatal que se oye en las radios, destinada a recordarnos que existe un Ministerio de la Mujer o del Ambiente, por ejemplo, pues no hay otra forma de que la población se entere.

Pero más allá de la inmoralidad del gasto insulso de fondos públicos, está la abierta manipulación de la prensa a través de la compra de sus favores mediante la publicidad estatal. Es un hecho notorio que varias dependencias del Estado se han dedicado a repartirle dinero a manos llenas a los medios de comunicación para favorecer determinadas políticas. Tal fue el caso del Ministerio de Educación durante la gestión del maravilloso Jaime Saavedra. 

La compra de medios por parte del Estado a través de la publicidad, se ha convertido en los últimos gobiernos en una práctica mafiosa. Especialmente durante el gobierno de Ollanta Humala. Hoy la publicidad del Estado es una parte importante de los ingresos de los medios de prensa, tan venidos a menos por la aparición de la Internet, pero fundamentalmente por la penosa mediocridad en la que han caído todos, en particular el decano de la prensa peruana. Es sabido que medios como La República solo viven de la publicidad del Estado y poco más. 

En consecuencia, es momento de ponerle fin a la publicidad del Estado, no solo porque no la necesita sino porque es el vehículo perfecto de la corrupción. Los gobiernos se siente blindados por la prensa gracias al chantaje de su publicidad. Los ministros pueden disfrutar de fama y despertar cariño popular gracias a la publicidad con que riegan a los medios de prensa y a ciertos periodistas. Esto no puede seguir siendo parte del escenario político. Debe terminar.

Pero hay que dar la batalla porque los medios mafiosos no se quedarán callados. La República ya salió a engañar con falsos titulares que hablan de "atentado a la libertad de prensa". Hay que poner las cosas en claro. Este proyecto de ley no es una "ley de medios" como la están llamado mañosamente en la prensa mermelera. Es una ley de publicidad estatal. No restringe ninguna libertad, ni de prensa ni de expresión. Los medios pueden seguir publicando la misma basura de siempre, pero ya no lo harán financiados por dinero público. Esa será toda la diferencia. Así que su libertad de prensa y de expresión están garantizadas.

El Estado, como cualquier otro anunciante, es libre y tiene todo el derecho de determinar dónde y cómo coloca su publicidad, si es que la necesita. Si el Estado decide usar solo globos aerostáticos y paneles en las carreteras, nadie le puede reclamar. Es ridículo, desde todo punto de vista, que los medios salgan a llorar porque el Estado ya no les da su mermelada. Es penoso, además.

Lo mejor que le puede ocurrir al país es que al cortar la mermelada que el Estado les reparte a los medios en forma de publicidad, estos van a tener que ponerse a trabajar de verdad, tendrán que hacer verdadero periodismo y competir para ganarse el favor de la gente y de sus anunciantes. Por otro lado, el Estado ahorrará varios millones que pueden ser más útiles en la compra de medicamentos y equipos para los hospitales.

En resumen, aplaudimos el proyecto de ley de publicidad estatal presentado por Mauricio Múlder y esperamos que la bancada mayoritaria le de todo su apoyo. Es positivo para el país desde todo punto de vista.

El Perú en manos de la mafia del siglo XXI


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La corrupción y la mafia tienen muchas formas. En los últimos 16 años el Perú cayó en la más sofisticada mafia de su historia, con las más variadas formas de corrupción. Se ha consolidado un modelo perfecto, que combina no solo el poder político sino que tiene su propia ideología y programa de acción. Por eso se hace tan difícil de combatir: se ha mimetizado en el Estado y hasta en la mente de los ciudadanos. Es decir, los corruptos nos roban mientras nos hacen creer que luchan contra la corrupción.

El inicio de la podredumbre fue el derrumbe de los partidos políticos y el surgimiento de una nueva clase dirigente compuesta de puros saltimbanquis, improvisados y trepadores sin escrúpulos, que ambicionaban el poder y la gloria para sí mismos. No tenían nadie a quien responder, carecían de estructura partidaria. El partido fue cambiado por un club de amigos o algo peor que eso: un clan de chupamedias.

El primer espécimen de este tipo fue Alberto Fujimori. Nunca quiso tener un partido y su única doctrina fue luchar contra el terrorismo. El mayor problema para Alberto Fujimori fue que al remediar rápidamente el desastre económico del país y derrotar al terrorismo, se quedó sin excusas para continuar en el poder. Si la gente siguió votando por él fue porque además de gratitud carecían de alternativas más seguras. Hasta allí solo quedaba una competencia entre personas. Y en esa competencia Fujimori arrasaba electoralmente. La corrupción de su régimen estaba orientada básicamente a mantenerse en el poder, no en enriquecerse. El Estado no estaba rebosante de recursos, como sí lo estaría en el nuevo milenio.

Tras la caída de Fujimori, emerge un nuevo escenario. Ya no había que luchar contra la inflación ni contra el terrorismo. ¿Cuál sería el fantasma al que habría que combatir? ¿A qué enemigo tendrían que enfrentar los políticos del nuevo milenio para motivar el apoyo del pueblo? Allí es cuando a Alejandro Toledo se le ocurrió que el nuevo enemigo sería el fujimorismo y que la nueva doctrina política sería el antifujimorismo. Ahora la tarea política se reducía a mantener la economía en piloto automático y luchar contra el fujimorismo. Eso era todo. Pan comido. La fórmula funcionó mejor cuando el Estado empezó a llenarse de recursos con el alza de los minerales. 

Toledo convirtió la política en un circo permanente con la captura de fujimoristas como una limpieza étnica; luego el juicio a Fujimori se transmitió como una gesta patriótica. La CVR oficializó el antifujimorismo como doctrina, la izquierda creó el circo callejero antifujimorista y luego usaron las redes sociales con éxito para regar su basura antifujimorista a los jóvenes. La arremetida fue total y una nueva realidad se instaló.

Mientras tanto, la mafia caviar se estableció con todo su poder extendiendo sus tentáculos a lo amplio del Estado. La crisis de partidos se consolidó con una de las más absurdas reformas electorales que le abrió las puertas a las mafias locales a lo largo y ancho del país, con el cuento de la descentralización. Mientras tanto la izquierda se extendía por toda Latinoamérica, desde Cuba y Venezuela hasta Argentina y Uruguay, pasando por el poderoso Brasil. No tardaron en sentar sus bases en el Perú, donde la izquierda ya se había encaramado en el poder. 

Mientras entretenían al pueblo con el circo callejero del antifujimorismo y los mitos de horror sobre los 90, la mafia establecía un nuevo modelo de corrupción en el Perú, más sofisticado y amplio, pues iba desde los megacontratos multimillonarios del Estado en obras que en, muchos casos, carecían de sentido y relevancia, como la carretera Interoceánica, la refinería de Talara o el gasoductor del sur, hasta una nueva modalidad de robo menor a gran escala compuesta por contratos de asesorías, estudios y consultorías. El dinero del Estado era usado para repartirlo entre los amigos del régimen de muchas maneras, incluyendo publicidad en medios de comunicación. 

Lo que hoy apreciamos con tristeza es que los peruanos fueron timados a lo largo de estos 16 años. Mientras les hacían creer que luchaban contra la corrupción montando el circo antifujimorista, en realidad extendían su propia red mafiosa instalando a sus compinches en cargos estratégicos, y utilizando los recursos del Estado para comprar los favores de la prensa y ciertas instituciones. Hoy es obvio que la mafia ha infiltrado instituciones y medios. Es público y notorio el descaro con que estos encubren a ciertos personajes, enredando los procesos y buscando formas de trabar la justicia.

Es hora de reconocer que estamos en manos de la mafia, que la mafia controla los resortes de varias entidades, que dirige medios de prensa y TV, y que no está muy dispuesta a dejarse derrotar. Todavía siguen empleando el show del antifujimorismo con absoluto descaro. No quieren hablar de los actos de corrupción de su propia gente. Se pasan la vida investigando los cocteles de Keiko mientras ocultan bajo siete llaves los fondos que financiaron la millonaria campaña de Susana Villarán, tanto en la revocatoria como en su intento de reelección. De eso no dicen una palabra. 

La “lucha anticorrupción” es un show dirigido básicamente a fustigar a los mismos personajes de siempre, mientras los corruptos del nuevo milenio siguen encubiertos y protegidos, sin ser siquiera mencionados por la prensa, y sin que ningún opinólogo se digne a dedicarles una sola columna. Andan muy entretenidos arrojando humo. Ya ni siquiera quieren ser investigados por el Congreso. En este nuevo escenario, el Congreso ha dejado de ser el primer poder del Estado para ser convertido en enemigo del Estado de derecho. La mafia se resiste a ser cuestionada. Los mismos que ayer montaban comisiones para investigar a sus enemigos, hoy exigen que el Congreso no investigue a la mafia instalada en el Estado.

viernes, 17 de noviembre de 2017

La inmunidad de la izquierda para insultar


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Ya estamos acostumbrados a los excesos de la izquierda. Los rojos son un sector de perturbados que creen que el fin justifica los medios. Por eso se sienten con libertad y hasta con derecho para apelar a toda forma de acción política, desde los insultos hasta las marchas violentistas, para no mencionar el terrorismo. Y para colmo se sienten plenamente justificados para actuar como lo hacen. Ellos siempre son los buenos de la película, los luchadores sociales que buscan la justicia.

Como parte de ese padecimiento mental, a la congresista izquierdista Indira Huilca no se le ocurrió mejor idea que inventar la estrambótica y deningrante frase "Perú, país de violadores", como parte de su indignación y activismo social en contra de las violaciones. Digamos que el exabrupto puede quedar allí y se entiende como una reacción no muy razonada. Sin embargo, en vez de pasarlo por alto y dejarlo en el olvido, los psicópatas de izquierda lo convirtieron en lema de campaña. 

Obviamente allí las cosas cambian. Hay que ser un verdadero pirañita para emplear semejante frase como un lema oficial de campaña, siendo tan brutal y ofensiva. Son muchos los peruanos que se sintieron ofendidos y protestaron por semejante atrevimiento. Pero, para variar, los angelitos del progresismo salieron en defensa de la barbaridad. Y es que los rojos son así. Ellos nunca se equivocan. Siempre harán frente común para defenderse como una jauría de hienas asustadas. 

Tanto la congresista Huilca como su colega Marisa Glave, persisteron en emplear esta frase como lema de campaña, pese a las críticas. Como consecuencia, han sido acusadas ante la Comisión de Ética del Congreso. Claro que esto ha indignado a la progrería en pleno. Ya salieron en manada a condenar la medida con los tradicionales argumentos de "atentado a la libertad de expresión" y "abuso del fujimorismo". Eso les indigna pero no la frase que ofende a los peruanos y denigra al país. Hasta El Comercio ha sacado un editorial en defensa de las agresoras progresistas.

El problema es que las congresistas no son como cualquier persona de la calle que puede dedicarse al vandalismo en las redes sociales. Como congresistas están sujetas a un código de ética. Ser parte de una institución ciertamente limita las libertades porque hay que sujetarse a los requerimientos que el cargo o la membresía exigen. Toda libertad se ejerce bajo responsabilidad. No existe ninguna libertad que sea total y desenfrenada. Las libertades tienen un límite, y es que ninguna libertad puede afectar los derechos de los demás. Nadie es libre para insultar a otro y menos para denigrar la imagen de nuestro país. Esto es lo que tienen que tener en claro las congresistas antes de ponerse a tuitear frases ofensivas y denigrantes.

Que ahora vengan a decirnos que su intención no era ofender sino "visibilizar el problema" carece de sentido. Es como arrojarle una pedrada a alguien con la excusa de llamar su atención. Los padres de la patria no pueden ofender a los peruanos. Deben tener una conducta mesurada y alturada, o serán sometidos a la disciplina de la institución. Así de simple. Hasta en un club de barrio hay normas que respetar. Con mayor razón en el Congreso de la República ejerciendo la representación nacional.

En lugar de salir a cacarear en defensa de las cuestionadas congresistas, harían bien los progres y caviares en reconocer que fue un exceso pregonar una frase tan infeliz. Estas congresistas por lo menos deberían reconocer su error y pedir disculpas. Pero eso es pedir peras al olmo cuando se trata de personajes de la izquierda esquizofrénica. Ellos jamás reconocerán un error. Lo que debe hacer la Comisión de Ética es suspender a esas congresistas aunque sea por 30 días para que aprendan a comportarse con sensatez y respeto a los demás.

martes, 14 de noviembre de 2017

La historia según la izquierda


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Una de las mayores virtudes de la izquierda ha sido siempre transformar la historia en historieta, mediante relatos que semejan guiones de telenovela, con villanos y héroes que sostienen peleas épicas para defender a la doncella, el pueblo, y donde el bien siempre triunfa sobre el mal dejando una moraleja. Desde la Revolución Francesa hasta el informe de la Comisión de la Verdad, sobre la violencia de los 80 y el gobierno de Fujimori, los relatos de izquierda están más interesados en crear una historia que en contarla.

En estos días en que se conmemoran los cien años de la revolución rusa, vuelvo a leer esas historias falseadas que han corrido como pólvora por las editoriales, tratando de dignificar esas revueltas sociales cuyos resultados fueron nefastos para toda la humanidad. Solo un examen minucioso de los hechos nos revela cuánta improvisación, irracionalidad y azar suelen mezclarse en estos episodios, que más tarde serán convertidos por los intelectuales de izquierdas en epopeyas idealistas guiadas por nobles valores. Todas esas historias están llenas de mentiras. 

Latinoamérica también está repleta de historietas de izquierda. Si bien el descubrimiento de América y la conquista han sido reescritas por la izquierda para convertir a los españoles en genocidas y a los pueblos nativos en víctimas, las mayores deformaciones de la historia moderna por parte de la izquierda se inician con la mal llamada revolución cubana, que desde su nombre es una farsa. Nunca se han dicho tantas mentiras sobre un hecho tan ridículo como la llegada al poder de Fidel Castro y sus barbudos, quienes en realidad nunca le ganaron a nadie. Es absolutamente falsa esa imagen de revolucionarios valerosos que, luchando a tiros, derrotaron a un ejército y asaltaron el poder. Todo eso es mentira.

Fidel Castro siempre fue un tonto de capirote, un revoltoso bueno para nada. Era hijo de un inmigrante gallego que hizo fortuna trabajando con la United Fruit. Fidel y Raúl Castro fueron hijos ilegítimos, por lo que vivieron en una casucha, a cierta distancia de la mansión de su padre. Esta situación debe haberles generado algún tipo de trauma social que derivó en revanchismo y su tendencia hacia la revuelta social. Fidel estudió derecho pero fue un fracasado profesional. Se casó con una compañera de estudios que resultó luego siendo hija de un ministro de Fulgencio Batista. Apenas cayó preso Fidel por participar en un ridículo intento de asalto al cuartel Moncada, su esposa se divorció de él.

Pero vayamos directamente al inicio de su aventura revolucionaria. Luego de recaudar fondos en Nueva York, en donde posó como un amigo de los EEUU que quiere implantar la democracia en Cuba, jurando no ser comunista (en realidad no lo era), Fidel compró un viejo yate llamado Granma, en el que 82 lunáticos tomaron rumbo a Cuba desde México. Fue allí donde empezaron las penurias de estos aventureros sin experiencia, pues se extraviaron una semana en el mar antes de llegar a las costas orientales de Cuba. El Che cuenta que eso fue más un naufragio que un desembarco. Pronto fueron diezmados por la enfermedad y el bombardeo aéreo. En pocos días solo quedaron 18 andrajosos escondidos en el monte, que generaban escaramuzas con las pocas tropas del gobierno, pero nunca lograron avanzar.

Las mentiras sobre la “revolución cubana” las empezaron a contar los reporteros del New York Times que buscaron a Fidel en la montaña. Lo habían conocido en NY cuando fue a pedir apoyo para su causa. Desde allí lo siguieron y lo pintaron como un valiente revolucionario que combatía al gobierno mafioso de Batista. Las fotos mostraban siempre a los mismos 18 andrajosos pero se hablaba de “cientos de hombres” en las montañas. Otra forma exitosa de mentira fueron las emisiones radiales de Fidel por “Radio Rebelde”. La principal arma de Fidel Castro fue un pequeño transmisor de radio por el que mandaba mensajes llenos de mentiras, anunciando triunfantes batallas que nunca se daban. Ya desde allí se dio cuenta del gran valor que tiene para la causa el uso intensivo de propaganda.

EEUU estaba harto del gobierno de Batista, no solo porque se había aliado con la mafia de EEUU que controlaba los casinos y hoteles de la isla, sino porque su gobierno abusaba de la fuerza para reprimir las revueltas callejeras. Lo cierto es que Einsenhower quería librarse de Batista. Resulta ridículo pensar que estos 18 andrajosos perdidos en las montañas al mando de Fidel, podrían siquiera inquietar al ejército de 35 mil hombres de Batista, que contaba con marina y aviación. La pura verdad es que quien sacó del poder a Batista fue EEUU. Primero, el Congreso de los EEUU le cortó el apoyo logístico militar a Batista. Acto seguido, el propio embajador de EEUU le exigió personalmente a Batista su renuncia. En respuesta, Batista tomó un avión y se fue de Cuba provocando que su régimen colapsara por sí mismo. 

Fidel Castro fue el último en enterarse de que el régimen de Batista había caído. Tras comprobar que los soldados se habían replegado, se dirigió a Santiago. Aun temeroso y desconfiado, el cobarde prefirió enviar a Camilo Cienfuegos a La Habana para corroborar la situación. Fue Camilo Cienfuegos quien, una semana después, entró triunfante a La Habana, sin oposición alguna. Varios días después llegó Fidel Castro para figurar como “vencedor” de una revolución que nunca existió. Simplemente el poder había quedado vacío y lo tomaron porque no había nadie a cargo. Pero no fue obra de los revolucionarios, de ninguna manera. Ni siquiera podría llamárseles revolucionarios. No eran más que aventureros vestidos de verde que se encontraron el poder. No tenían ideario ni plan ni idea alguna de qué hacer en el gobierno.

Lo que vino luego fue un saqueo generalizado, confiscaciones, abusos y la instalación de un gobierno que resultó más déspota y prepotente que el anterior. Empezó con el fusilamiento sin piedad de los funcionarios del régimen caído, para pasar a deshacerse de sus propios compañeros de aventura: Camilo Cienfuegos fue asesinado y Huber Matos encerrado por treinta años, por el delito de oponerse a las locuras de Fidel y su hermano. Poco después Fidel se instaló en la suite presidencial del Hotel Hilton para dar inicio a la época más negra de la historia cubana y latinoaméricana, disfrazada más tarde por los intelectuales de izquierda con el encanto del Caribe y la defensa heroica de los oprimidos, convirtiendo a Fidel Castro en el máximo líder revolucionario de la izquierda, portador de la antorcha de la justicia social, y al asesino del Che en portaestandarte de un idealismo barato y fracasado. 

Tanta improvisación y locura hubo en el régimen de Fidel Castro, que los EEUU decidieron darle la espalda, convencidos de que fue un error sacar a Batista. Sin el apoyo de EEUU la isla empezó a caer en crisis. La inteligencia soviética, que ya tenía contactos con Raúl Castro desde México, no perdió tiempo para hacerle una visita de Estado a Fidel y alimentar su megalomanía. De pronto Fidel acabó convertido al comunismo de la noche a la mañana. Se entregó de lleno a los rusos y puso la isla a disposición de los intereses geopolíticos soviéticos en la Guerra Fría. Cuba pasó a ser un parásito de la Unión Soviética durante casi treinta años. La dictadura castrista llevó a la isla no solo a la miseria sino al terror. Pero nada de estos se cuenta así en los textos. La mayor parte de lo que uno lee sobre Fidel Castro y su "revolución" es falso. En especial si lo escribe un intelectual de izquierdas.

domingo, 12 de noviembre de 2017

El circo del antifujimorismo se desborda


Escribe; Dante Bobadilla Ramírez

El escenario político del Perú no varía en nada desde hace 16 años, cuando Alejandro Toledo se puso la vincha en la frente y empezó a arrear a la chusma con el cuento de la "lucha contra la corrupción", el cual en esos tiempos se refería a combatir al fujimorato que acababa de caer. Toledo ganó la presidencia y dio inicio a la mayor cacería de brujas de nuestra historia, metiendo presos a todo el que podía, sin juicio alguno. Muchos inocentes purgaron cárcel por años sin tener condena ni ser culpables de nada. Pero el circo de la lucha contra la corrupción quedó marcado en las mentes colectivas como una lucha contra el fujimorismo. 

Dieciséis años después Fujimori está preso al igual que todos sus compinches. Sin embargo, el fujimorismo se renovó con nuevas caras lideradas por Keiko Fujimori, quien fundó su propio partido y consiguió el apoyo de un pueblo que no olvida todo lo bueno que Fujimori hizo por este país. Hoy el fujimorismo es la fuerza más grande en el Congreso y ninguno de sus integrantes tuvo relación alguna con los noventas. Todos son políticos de una nueva generación que entraron al Congreso con la camiseta naranja, aunque más de la mitad no sean fujimoristas.

En estos dieciséis años quienes han estado en el poder no son los fujimoristas sino, básicamente, el antifujimorismo. Desde Toledo hasta PPK ha gobernado el antifujimorismo. Quienes nos gobiernan ahora mismo son los representantes del antifujimorismo. Pero resulta que ahora nos hemos venido a enterar de que estos dieciséis años han sido la época de la mayor corrupción de toda nuestra historia. La mayor corrupción no solo por el tamaño de lo robado en coimas comprobadas, sino en la mayor extensión de la corrupción a toda escala, que incluye no solo a miembros del gobierno central sino a los gobiernos regionales, empoderados artificiosamente por los genios del toledismo, pero además a otros organismos del Estado y fuera de él, como los medios de comunicación.

La mayor corrupción de nuestra historia está vinculada a la mafia brasilera de Odebrecht que salió a la luz cuando llegaron a montar el monigote de su candidato presidencial Ollanta Humala, con la asesoría exclusiva de Luis Favre, quien luego volvió a hacerse presente para apoyar a Susana Villarán en la revocatoria. Toda esta mega corrupción brasilera que contaminó partidos de izquierda, medios de izquierda, oenegés de izquierda, gobiernos de izquierda, hoy está asustada. ¿Y saben cual ha sido su principal mecanismo de defensa? Nada menos que volver a montar el circo de la lucha anticorrupción atacando al fujimorismo.

Es que esta gentuza de izquierdas cree que toda la gente es estúpida. Durante dieciséis años se han pasado cacareando sus odios al fujimorismo y a Keiko. Ya tenemos una generación y media de nerds que solo viven para odiar al fujimorismo. Ahora resulta que los corruptos del siglo XXI nos quieren volver a vender su circo anticorrupción atacando a Keiko. ¿Se puede ser más caradura y sinvergüenza? Pero el circo tiene acogida porque abundan los limítrofes que creen en esos cuentos.

La corrupción caviar hoy es aun mayor que antes. Ya han capturado incluso el diario El Comercio, la mayor del país. Ahora tienen más fuerza y llegada. Han convertido a El Comercio en un anexo de La República, lo han llenado de columnistas mediocres como Marco Sifuentes y Patricia del Río, para no decir más, y sus carátulas son tan chichas como los diarios de Montesinos. Ahora resulta que los progres y rojimios que antes criticaban, condenaban y marchaban contra la "concentración de medios" de El Comercio, ya están calladitos y contentos. Ahora aplauden las portadas, editoriales y columnas de la "concentración de medios".

En ese copamiento de poder de la corrupción del siglo XXI están los medios. Por eso es que seguimos viendo que toda la famosa lucha anticorrupción se queda apenas en combatir a Keiko, mientras los corruptos de gobiernos anteriores, de la fiscalía, contraloría, procuraduría y demás instituciones infestadas de corrupción respiran tranquilos. Nos quieren hacer creer que los cuestionamientos del fujimorismo a esas autoridades corruptas del TC y la Fiscalía son un atentado a la democracia. Ahora nos encontramos que la izquierda ha armado un Frente de Defensa de la Corrupción y están dispuestos a salir a marchar para protegerlos. 

¿Qué han hecho todas estas autoridades corruptas por traer a Toledo? Nada. ¿Por qué no se escandalizan de que PPK no quiera responder directamente ante el Congreso por los actos de corrupción del gobierno del que fue parte? ¿Se imaginan ustedes el griterío de los rojos y sus marchitas con lavadas de bandera si fuese Kieko la que no quiere responder? Pero como se trata del patrón que hoy les da de comer, están calladitos. Al contrario, atacan al fujimorismo por querer investigar. Ahora salen con que "debemos defender la institucionalidad". ¿Cuál institucionalidad? ¡Si todas están infestadas de corrupción!

Que quede claro para todos: hoy los farsantes de la lucha anticorrupción nos quieren tomar el pelo. La lucha anticorrupción no es contra Keiko sino contra los que nos gobernaron en estos dieciséis años. La lucha contra la corrupción pasa por investigar a toda la mafia antifujimorista que estuvo en los cargos de poder, en el gobierno central, sus instituciones, y el municipio. Allí es donde hay que apuntar si se quiere luchar contra la corrupción del siglo XXI. Basta ya de seguir mirando los 90 y montar el circo del antifujimorismo para engañar a los débiles mentales.

viernes, 10 de noviembre de 2017

La prensa basura se ahoga en su propia mierda


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Vivimos las épocas más duras de la verdad. Un conocido columnista progresista dice hoy que la verdad no importa sino quién tiene el mejor relato. Tristemente tiene razón. De eso vivimos hoy: del relato y de los cuentos que nos cuentan los diarios. La verdad pasó a ser solo un concepto teológico.

La portada de hoy del diario El Comercio califica perfectamente dentro de los cánones de la prensa basura, aquella que vive del psicosocial y utiliza su influencia para difamar y demoler adversario políticos. Ese era típicamente el estilo de la prensa de izquierda, pero desde hoy sabemos que también es la del decano de la prensa nacional. El enorme titular "Odebrecht afirma que financió campaña de Keiko" no hace más que mostrar el bajo nivel al que ha llegado este diario, pues no es verdad lo que afirman en el encabezado de su portada. Y ellos mismos lo aclaran.

Debajo de ese grotesco y sucio titular aparece un tímido texto que lo contradice: "tiene certeza que hubo aportes a campañas pero no recuerda detalles". La verdad simple y clara es que Marcelo Odebrecht no ha confirmado nada. Solo ha repetido lo que ya todos sabíamos: Odebrecht financiaba campañas electorales en todos los países donde operaba y los aportes eran para los principales candidatos. Eso y nada más que eso es lo que se sabe hasta ahora. Los detalles no los conoce Marcelo Odebrecht. Quien sabe con certeza a quiénes se apoyó en campañas y por cuánto es Jorge Barata, el representante de Odebrecht en el Perú. 

Solo Jorge Barata y nadie más puede declarar lo que todos queremos saber: hasta dónde alcanzaba la mafia de Odebrecht en el Perú. No solamente financiando campañas sino corrompiendo instituciones, medios, ministros, fiscales, jueces, contralores y procuradores. Eso es lo que queremos saber. Pero la cortina de humo preferida por la mafia es Keiko. Como si todo el asunto fuera Keiko. Los perros rabiosos del antifujimorismo patológico salen a ladrarle a Keiko todos los días, como si Keiko fuera la pieza principal de la corrupción y no los gobiernos pasados y, sobre todo, las instituciones del presente, donde aun subsiste harto mermelero corrupto. 

¿No es curioso que la propia Fiscalía de la Nación haya entorpecido el trato con Jorge Barata logrando que este se niegue a declarar? En pocas palabras, la Fiscalía lo ha asustado para que no hable. El único que puede tumbarse medio Perú está asustado por la Fiscalía. Pero de eso nadie dice nada. No. Acá es suficiente con dedicarse a atacar a Keiko para distraer a las masas de idiotas que se revuelcan como cerdos en la inmundicia de esas noticias falsas. Con eso se dan por satisfechos.

Lo que queremos saber es cuáles eran las verdaderas dimensiones de la mafia de Odebrecht. Que no nos vengan con cuentos anti Keiko. Queremos conocer la red completa de la mafia. Cada vez que cae una mafia bien organizada vemos que capturan no solo a los matones sino también a policía, jueces, fiscales, funcionarios ediles, etc. Toda esa maraña es la que componen las mafias. Acá nos hacen creer que el asunto acaba en el trato directo del funcionario de Odebrecht con el del gobierno que recibió la plata. No, no no... Momentito. Acá la mafia se extiende hasta instituciones enteras, funcionarios de varios organismos públicos que tuvieron que abrirles las puertas y ponerle los sellos, incluye también y desde luego a periodistas y medios enteros. 

¿O es que acaso nunca vieron esos famosos talleres de prensa que se dictaban a cada rato en diferentes lugares del país a cargo de ciertos personajes muy conocidos? En lo que me consta, me he topado con talleres de periodismo de toda clase a cargo de Rosa María Palacios, Augusto Álvarez Ródrich, Valia Barak, Milagros Leiva, etc. ¿Quién pagaba esos numerosos talleres de periodismo? ¿Quién financiaba los viajecitos con hoteles cinco estrellas? ¿Quien firmaba los cheques? Pues nada menos que Odebrecht. Hasta El Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) fue aceitada por Odebrecht.

La mafia de Odebrecht apesta a kilómetros. Hay muchísimos implicados. Acá lo que parece evidente es que han amedrentado a Jorge Barata para que no declare. Mientras tanto la mafia quema maleza para crear la cortinaza de humo de Keiko. Así es como le tiran su basura a los cerdos del antifujimorismo para que gocen y se revuelquen mordisqueando las carátulas de Keiko, mientras los corruptos se muerden las uñas rogando para que Barata no declare. 

La que menos tiene que ver en toda esta red mafiosa de Odebrecht es Keiko Fujimori. Ella es solo el chivo expiatorio de la mafia. Keiko no ha sido gobierno. Barata tendrá que probar que financió las campañas que dicen haber apoyado. El único que conoce bien toda la red mafiosa y sus implicados es Jorge Barata, el mismo que está amenazado por la Fiscalía. Así que ya es hora de ponerle freno a toda esa prensa basura de dos por medio y sus psicosociales baratos. Basta de utilizar a Kieko para esconderse. Está bien que engañen a tantos por tanto tiempo, pero no nos pueden engañar a todos todo el tiempo. Dejen que hable Jorge Barata y que señale a todos los miembros de la mafia. Veamos quiénes quedan de pie.