El servicio estatal de educación vive una crisis crónica desde hace medio siglo, y parece no tener solución. Desde luego, no sorprende que su calidad sea de la peor. Es la realidad del Estado en todos sus servicios. La responsabilidad del Estado solo asegura la mediocridad del servicio. No podemos cerrar más los ojos a esta realidad y menos esperar a que sea el mismo Estado, causante de la crisis, el encargado de remediar el problema. A los males de infraestructura precaria, la pésima gestión, los docentes semi analfabetos, las huelgas del SUTEP, los alimentos de Kali Warma, etc., ahora hay que sumarle el currículo educativo. A los genios que manejan las riendas de la educación desde el Estado, ahora se les ocurrió experimentar con el cerebro de los niños, buscando crear al “nuevo hombre” y la “nueva sociedad”, metas utópicas que hace un siglo persigue con obsesión diabólica el socialismo.
Pero esta vez no se trata de la consabida igualdad económica sino que han dado todo un salto hacia la igualdad sexual, o como dicen ellos, igualdad de géneros, porque para ellos no basta con decir sexo. Y he ahí el truco, pues el igualitarismo ahora va más allá del hombre y la mujer para incluir a todo aquel que no encajan en estas dos categorías biológicas elementales. Ahora hay que darle espacio dentro del igualitarismo social a cualquier cosa que resulte de esa famosa “construcción” del género, en una sociedad que anda cada día más caótica y socialconfusa. Se trata pues del buenismo social progresista penetrando nuestra cultura con sus falsos valores y contravalores, en aras no de hacer una sociedad mejor sino de crear un sancochado social ininteligible, que es la meta del marxismo cultural.
La búsqueda de la perversión cultural, destruyendo valores tradicionales hasta sembrar el caos y el desconcierto, es la estrategia seguida por el marxismo cultural. Y ahora el Estado peruano, manejado por una manga de incompetentes parásitos progresistas ideologizados, no solo pretende generar los alumnos palurdos que creen que Miguel Grau nació en Venezuela, sino también harán del activismo progresista escolar una práctica académica oficial, en aras de que cualquier aberración sexual sea vistas como otra forma de desarrollo normal que hay que asumir con total equidad. Si no estás a favor de estas nobles ideas de avanzada, pues eres un retrógrado homofóbico intolerante desfasado.
¿De dónde llegaron estas maravillosas ideas que hoy promueve el MINEDU con tanta diligencia? De los organismos internacionales a los que reverenciamos y rendimos culto y pleitesía, como buenos tercermundistas dominados. En estos organismos parasitan los grandes genios de la izquierda progresista académica y papeluchera, que se pasa la vida mirando estadísticas y alucinando con sociedades felices desde su escritorio. Ellos dictan con fervor sus recetas de éxito a los países atrasados, gobernados por una casta de ignorantes sin iniciativa propia, siempre dispuesta a posar como sabios y modernos blandiendo los planes y programas que reciben de sus amos de afuera. La izquierda siempre se ha esforzado por imponer contravalores con el pretexto del modernismo. Es una revolución silenciosa para ir descartando poco a poco el mundo que detestan por ser injusto y desigual. No lograron transformar el mundo a punta de pistola y dinamita, y ahora pretenden conseguirlo atacando la cultura. Si retrocedemos en el tiempo recordaremos que con esas intenciones de transformar la sociedad radicalmente la izquierda parió a Sendero Luminoso, dirigido por el demente “presidente Gonzalo” y su camarilla de criminales disfrazados de revolucionarios. Ahora han cambiado el método. Aprovechan nuestra democracia, copan y manipulan al Estado para imponer su ideología, mediante leyes y planes recubiertas de un meloso buenismo social: la igualdad.
La realidad sin embargo demuestra que ningún ser humano es igual a otro, desde su ADN hasta su circunstancia existencial en una familia, comunidad y estrato concreto, cada quien está dotado de particulares habilidades e inquietudes propias. La igualdad no pasa de ser un mito conceptual creado para confundir a los incautos, sensibleros y poseros. Claro que algunos admiten la diversidad y luego predican la “igualdad de oportunidades”, pero el truco es que para conseguir tal igualdad hacen leyes intervencionistas y draconianas que obligan a todos a dar determinadas ventajas y privilegios a los sectores considerados ”vulnerables” por la progresía. Ahora han llegado al currículo escolar para predicar esta ideología igualitaria dirigida a los que son diferentes por razones de su orientación sexual o "identidad de género". Ellos tienen que ser considerados “iguales” a la mala, por adoctrinamiento y más tarde por ley. ¿Cuál es la razón de que el Estado intervenga para regular la vida de la sociedad y alterar los conceptos y valores que priman en nuestra cultura?
Las pretensiones del MINEDU, como instrumento del progresismo internacional, chocan obviamente con nuestras formas, costumbres y valores socioculturales. Pero los ideólogos del igualitarismo se creen superiores, jugando a ser dioses para crear nuevos seres humanos, nuevas sociedades y nuevas culturas en donde cualquier diferencia sea neutralizada para que, por arte de hipnosis doctrinal, todos vean igualdad. Si triunfa el neo marxismo, la educación terminará pervirtiéndose, convertida en instrumento perfecto de los agresores a la libertad, para imponer su agenda y sus falsos valores, formando una generación de entes catatónicos incapaces de pensar por sí mismos, e incapaces de desarrollarse en este mundo de retos. Ya no será nuestra propia cultura la que desarrolle la mente de nuestros niños sino la ideología del progresismo impartido desde la escuela. Risible la actitud de los acólitos del Estado y de la cofradía caviar, de pedir argumentos científicos a quienes se oponen a la ideología de “igualdad de género”, y cuando se los dan, replican con sus adjetivos habituales: fachos, homofóbicos, cavernario, conservador, etc. No hay forma de admitir la igualdad desde un punto de vista científico ni cultural. No hay forma. El igualitarismo es solo un mito y un dogma ridículo.
La marcha del 4–M, si bien convocada por religiosos, ha sido un acto esforzado de muchos creyentes y no creyentes que han asistido a oponerse a la arremetida cultural del progresismo y del marxismo cultural. Puede que las razones de los creyentes sean otras, pero al final el rechazo es mayoritario. No queremos que el Estado se inmiscuya en la crianza de los niños. La escuela debe servir para educar, no para el activismo ni el adoctrinamiento ni la supuesta “promoción de valores”. Dejen que sean los padres de familia y la propia cultura quienes se ocupen de los valores. Dejen de pervertir los fines de la escuela y dejen de meterse con los niños para sus fines de diseño social.
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