Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Con la torpeza que lo caracteriza, Daniel Urresti anunció que su escuadrón de inteligencia (sic) está tras una obra de teatro que hace apología del terrorismo. Se trata de "La Cautiva", obrita que se presenta en el teatro La Plaza de Larcomar, en Miraflores. Es verdad que Daniel Urresti es hoy un personaje más cercano al delirio de Daniel Abugattás que a la efectividad de Marco Miyashiro, pero no deberíamos ser tan apresurados en tirar al tacho la denuncia calificándola de cortina de humo.
Los abogados se han encargado de hacer que la figura legal de "apología del terrorismo" sea en la práctica inservible. Tampoco se vería bien que estemos censurando el teatro. Lo que sí debemos hacer es salirle al frente y ocuparnos del mensaje que la obrita trata de lanzar, ya que es claramente pro senderista. Hasta un ciego lo puede ver. No hace falta siquiera advertir que se basa en el informe de la CVR, como lo hace su autor, a pesar de asegurar que se trata de una "obra ficcionada". Tan ficcionada es que los actores afirman haber viajado a Ayacucho no sé para qué exactamente, porque a estas alturas ya no hay nada allá. Pero así es la sensibilidad artística. Otros elementos de juicio son que el progresismo en pleno le ha rendido pleitesía a la obrita en todos sus medios, al punto de calificarla como "la mejor obra del año". Sesudos columnistas progres y caviares le han dedicado más de un artículo para llenarla de loas. La prensa progre no solo la ha promovido sino que ha entrevistado a cuanto personaje ligado existe. ¿Cuál es pues el interés del progresismo en esta obrita? ¿Por qué se excitan tanto?
Bastaría con resumir su argumento en una linea: una niña de 14 años, hija de un senderista, asesinada por el ejército está en la morgue, donde es preparada para ser violada por la tropa. ¿No es fino? Lo demás es solo parafernalia, luces y voces en medio de actuaciones forzadas que procuran recrear con gritos y gestos un escenario macabro, con un militar abusivo y ebrio frente a su inocente víctima. El propio autor del drama, artista plástico que decidió debutar como dramaturgo, afirma que su ficción se basa en hechos reales contenidos en el informe de la CVR. El artista PUCP en sus entrevistas afirma que la violencia vivida se debió a la desigualdad, y que mientras esta se mantenga la historia se puede repetir. Por su parte la directora dice que su intención, para variar, es crear conciencia en el público y promover el debate sobre cuestiones vitales de nuestra historia. En suma, es todo un montaje caviar que sigue al pie de la letra la mentalidad de la CVR. Vayamos pues al debate.
La cultura es un campo sin puertas donde cabe cualquier cosa. Así que se puede meter allí todo lo que uno quiera. Por eso es que al socialismo le interesa tanto la cultura, pues mediante el cine y el teatro, básicamente, han estado tratando de meter sus mensajes políticos. Y por eso mismo luchan por la "Ley del Cine" para que el propio Estado financie sus mamarrachos fílmicos bajo el pretexto del "apoyo a la cultura". También Sendero Luminoso explotó la veta de la cultura mediante el teatro y el canto. No es nada nuevo en la mentalidad progresista. Está en su libreto.
La Cautiva quiere, una vez más, reforzar la carga de responsabilidad sobre las FFAA, que fue la misión de la CVR y es el predicamento de la izquierda en pleno. EL truco mágico es fraccionar la realidad y mostrar solo aquello que les interesa. No están interesados en narrar la historia completa, desde el delirio inicial de la izquierda ladrando rabiosa sus consignas por la guerra popular y la toma del poder mediante la lucha armada, su entrenamiento en Cuba y Chile, su financiamiento desde la URSS y otras potencias comunistas, su coordinación continental y mundial para formar parte de la guerra contra el imperialismo norteamericano sirviendo como tontos útiles a los intereses de la URSS y China, el lavado cerebral de los jóvenes universitarios idiotizados con la prédica marxista. No, nada de eso quieren mostrar. La izquierda oculta bajo siete llaves las verdaderas causas de la violencia que fueron su enajenación mental, su alienación ideológica y la miseria intelectual en la que cayeron penosamente desde la posguerra hasta el fin del comunismo. Nada tuvo que ver la desigualdad.
La izquierda está más interesada en lavar su culpa, ocultar su responsabilidad y desaparecer su aporte en la locura senderista y emerretista. Andan más preocupados por culpar a las FFAA y al Estado. Por eso nos cuenta siempre la parte final de la historia: la respuesta brutal del Estado. Si, pero fue una respuesta a la insanía brutal de la izquierda. Hay que decirlo también. Sendero Luminoso fue solo la punta de lanza de lo que era la izquierda peruana. No debemos olvidarlo. El MRTA fue una alterativa creada para remediar el fracaso de SL en la tarea de ganarse a la población rural. Lo dijo el mismo Javier Diez Canseco en Nicaragua, en una reunión del Foro de Sao Paulo. Pero nada de eso se quiere recordar ahora. Toda la estrategia de la izquierda está volcada en ocultar sus culpas, esconder su rol y exhibir tan solo la responsabilidad de las FFAA y el Estado.
La Cautiva, obra mediocre que el progresismo en pleno se ha parado a aplaudir, se luce en Miraflores, sede de la caviarada, lugar de residencia de la izquierda marxista promotora de la violencia de los 70. Porque hay que recordar que toda esa violencia terrorista de izquierda no fue obra de campesinos ni obreros sino de la clase alta resentida, de los niños bien de apellidos sonoros que se creyeron la vanguardia intelectual del Perú desde sus mansiones miraflorinas. No me extraña para nada que Larcomar sea la sede de la caviarada que paga sus S/. 65 soles para gozar con los gritos aturdidos de la niña víctima de las FFAA. No hay nada nuevo bajo el sol. La historia tiende a repetirse, pero es necesario desenmascarar a los farsantes que hoy quieren ocular sus manos ensangrentadas y lavar sus conciencias.
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