«Habría amado la libertad, creo yo, en cualquier época, pero en los tiempos en que estamos me siento inclinado a adorarla». Alexis de Tocqueville
Escribe: Erick Flores
El gobierno de Vizcarra, en una de sus ya características metidas de pata, viene desarrollando reuniones de alto nivel con los famosos “científicos sociales”, una especie de “élite intelectual” que ha sido reclutada para ofrecer sugerencias sobre la nueva convivencia social que el presidente considera necesaria en el marco de la lucha contra el virus chino.
¿De qué trata exactamente esta medida? No es otra cosa que imponer una serie de protocolos que debemos de incorporar a nuestra vida diaria. Quizá una pequeña muestra de lo que nos espera la podemos ver en la actitud de los oficiales del Estado frente a la gente que sale a trabajar para poder llevar el pan a sus hogares. El desprecio hacia estas personas se ha traducido en una persecución legal que trata como criminales a ambulantes e informales, los que -a los ojos de Vizcarra, su gabinete y sus admiradores- son vistos como los nuevos enemigos de la sociedad.
Este es el peligro que se esconde detrás de esta nueva convivencia social, el autoritarismo de quienes pretenden imponer una forma de vida al resto. ¿Cuál es la base de este criterio?, ¿creen acaso que un grupo de “expertos” puede cuidar mejor de la salud de la gente que la propia gente?, ¿desde cuándo la vida en sociedad debe regirse de acuerdo al designio de algunas personas en una oficina del Estado? Estamos hablando de lo que Friedrich von Hayek, ilustre académico y uno de los precursores de la Escuela Austriaca de Economía, llamaba La Fatal Arrogancia.
El argumento de Hayek se basa en que es imposible que el Estado pueda hacerse con toda la información necesaria para poder planificar desde arriba, desde el poder. Y aunque su obra está centrada en aspectos económicos, se puede aplicar la misma lógica para advertir no sólo el fracaso anticipado de cualquier diseño político como el que hoy nos quieren vender como la nueva y necesaria convivencia social, sino también los peligros inminentes que vienen detrás de esto. Si estamos ante una situación de excepción que amerite medidas de urgencia, lo que jamás debemos olvidar es que no hay nada más permanente que una medida transitoria del gobierno.
En este sentido, creo que las señales son claras. Existe una intención bastante agresiva por parte del Estado para colonizar la vida de las personas. Lo peor de todo es que esta intención no está a la vista de la mayoría, una mayoría paralizada por el miedo al virus chino y a la vez adormecida por medios que han creado una realidad paralela donde Vizcarra es Dios y la creencia de la infalibilidad del gobierno está cada vez más generalizada. Y si a esto le sumamos que cualquier información que circula en las redes y que genere pánico en la población, está penada hasta por 6 años de cárcel según el artículo Nro 315-A del código penal, es evidente que estamos ante un grave atentado en contra de la libertad de las personas.
En la praxis, comenzamos a vivir una pesadilla orwelliana. La primera piedra de la tragedia social que tuvo que vivir Winston Smith, protagonista de la famosa novela de Orwell, 1984, ha sido puesta ante los ojos de una sociedad ciega. De este escenario al ideal del Gran Hermano, no queda mucho trecho por recorrer. Los últimos bastiones de una sociedad medianamente libre están por ceder y en medio de esta delicada situación, es imperiosa la necesidad de confrontar esta afrenta a través de la historia y la evidencia que esta ofrece. Los enemigos de la libertad han dado un gran paso, en la espalda de quienes defendemos la libertad del hombre recae el peso de contener su avance.
Muy interesante, es cierto que la libertad se ve restringida en general, pero afirmar que el estado se ciega ante la existencia del comercio ambulatorio e informal, creo que está por más decirlo que esa variable siempre desde inicios de la República ha existido. No obstante, también se busca la forma de combatir la informalidad, es relevante mencionar que esta, es una de las grandes causas por la que nuestro país muestra estas grandes cifras de contagio. ¿Que hacer para combatir la informalidad? Creo que muchos enfáticamente creen haber encontrado la respuesta, pero esto abarca una infinidad de causas. Saludos mi estimado, Interesante artículo.
ResponderEliminarLa nueva convivencia, en España se llama "la nueva normalidad", todo esto me hace recordar a los comunistas cuando hablaban de "la nueva libertad" o sus planes para "la nueva democracia"...
ResponderEliminarCada vez que los comunistas le ponen el "nuevo" adelante, significa todo lo contrario.
Pero en este país, donde la gente insulta a los empresarios y aplaude a los militares que van por las calles golpeando ciudadanos... Habéis obtenido lo que os merecéis.
Saludos.
PS: olvidáos de la libertad, esa batalla ya está perdida, solo queda pelear por la supervivencia.