Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
El progresismo mundial sigue alborotado por el retiro de los EEUU del Acuerdo de París, de la mano del presidente Donald Trump, quien no está dispuesto a seguir malgastando dinero público y frenando el desarrollo económico e industrial de su país en aras de un delirio socialista. El famoso Acuerdo de París es un club de políticos poseros cuyo único interés es figurar retratados en la estampita oficial de "salvadores del planeta". Eso es todo. Más allá de tal pose, les interesa un comino malgastar dineros públicos de sus respectivos países en proyectos estrafalarios y delirantes como "salvar el planeta" o "detener el cambio climático".
El progresismo mundial ya no sabe cómo meter más cuento con el "cambio climático". Como lo han hecho siempre, apelan a la ignorancia y al miedo de la gente. Lo que hacen es sembrar el pánico con un falso "peligro inminente" y luego venden su sebo de culebra como la única cura milagrosa. Como ya es sabido, tras la debacle del comunismo mundial a principios de los 90, la izquierda estuvo tramando una nueva forma de capturar la política mundial, y encontró en el ambientalismo una buena cabecera de playa donde desembarcar. Utilizando todo su poder en los organismos internacionales, en especial en la ONU, desarrollaron una fina estrategia que involucró la prostitución de la ciencia, reclutando investigadores a quienes se les prometía fondos de investigación para probar el calentamiento global y sus horribles repercusiones.
Naturalmente, solo seguían recibiendo estos fondos quienes iban en la dirección correcta del cambio climático, y solo se hacían públicos los hallazgos favorables al apocalipsis climático. Luego vino el despliegue de conferencias climáticas, documentales y hasta películas, incluyendo, para variar, el activismo fanático de progres comprometidos, como Michael Moore y Leonardo Di Caprio, entre muchos otros que pugnaban por detener el "capitalismo salvaje" y reclamaban por implantar un "nuevo orden mundial". El show estaba completo. La cereza del pastel fueron los políticos que se sumaron a la "causa del planeta" en costosas conferencias anuales desplegadas por todo el mundo, con el fin de detener el extractivismo petrolero, la quema de carbón en los países más pobres y comprometer miles de millones de dólares públicos en estrafalario proyectos.
El recurso del miedo es un viejo truco que se ha usado a lo largo de toda la historia de la humanidad. Hoy ese cuento se llama "cambio climático". Para empezar, es una frase que encierra una redundancia ridícula porque si hay algo que cambia en este mundo es el clima. Este es cambiante por su propia naturaleza, y eso es lo que ha hecho siempre el clima: cambiar. El clima ha estado cambiando desde que este planeta apareció con atmósfera en medio del universo. Nada cambia tanto como el clima. Está cambiando desde antes de que apareciera la especie humana, y siempre cambiará, sin que los seres humanos puedan hacer absolutamente nada al respecto. Somos hormigas ante el clima que cambia influido por factores tremendos como el Sol, los océanos y la propia fuerza geotermal del planeta que se difunde a través de volcanes, tanto en la superficie como debajo de los mares, etc.
El cuento del "calentamiento global" fue el primero en caerse solo porque la data mostraba que la temperatura dejó de subir por sí sola a fines de los 90. Entonces adoptaron el nuevo discurso de "cambio climático", con predicciones terroríficas basados en modelos matemáticos manoseados, documentales de horror climático y películas tenebrosas. El terrorismo climático se puso de moda y llegó a las más altas esferas de la política, donde los políticos no tardaron en aprovecharlo para posar como benefactores -ya no del país o de los pobres sino del planeta- con el lema "salvemos el planeta". Se sumaron a la huachafería anual de la "Hora del Planeta" para apagar las luces y otras poses por el estilo, incluyendo sacar dinero de los fondos públicos para regalarlo a tan noble causa.
Por fortuna Donald Trump le ha puesto fin a tanta payasería. Seguramente el show continuará a cargo de actores de reparto que desean seguir con el espectáculo político. Pero la causa está herida de muerte. Trump ha autorizado las inversiones en el sector petrolero que Obama había cancelado. El mundo aun tiene mucho petroleo que puede seguir usando como combustible barato por más de tres siglos, tiempo en el cual, el propio capitalismo desarrollará novedosas tecnologías que harán más limpias la emisiones. Si hay que cuidar el planeta, debemos hacerlo principalmente de las toneladas de basura que se arrojan a los mares y ríos. Es más importante desarrollar políticas de reciclaje y manejo eficiente de basura y deshechos industriales, que armar circos climáticos en los que muy poco o nada podemos hacer. El planeta hay que cuidarlo pero sin farsas, cuentos ni aprovechamientos políticos.
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