Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Me encanta contradecir a la gente porque la mayoría solo vive de creencias sin fundamento y defiende causas que no pasan de ser quimeras idealistas. La posición peruana frente a la frontera terrestre con Chile me parece uno de esos temas donde el apasionamiento idealista y patriotero secuestra la razón y oculta las evidencias.
El tratado de 1929 fija en el papel la frontera entre Perú y Chile señalando un punto ideal en la costa llamado "Concordia", pero luego agrega que esa frontera será señalada con hitos sobre el terreno por una comisión mixta. Esta comisión se constituyó meses después y al cabo de ciertas dificultades estableció esa demarcación con hitos, tal como era su mandato y como lo establece el tratado. Hecho esto la frontera empieza en el hito 1, como es lógico. Con lo cual desaparece el dichoso punto ideal llamado "Concordia", pues ya no hace falta más. Ya existen los hitos que se señalan en ese mismo tratado. Lo que vale en adelante es la demarcación con hitos.
Es cierto que el hito 1 está a unos 250 metros del mar para protegerlo de las mareas. Es una precaución práctica que adoptó la comisión demarcadora y que no debería alterar la frontera por su insignificancia. Años después se firman los acuerdos de límites marítimos o de pesca, como quieran llamarlo, estableciendo el paralelo como el límite en el mar, siendo el hito 1, como no podía ser de otra forma, el que sirve de referencia para trazar dicho paralelo. Esto ha sido ratificado por la Corte Internacional de La Haya en su reciente fallo.
Para mi está claro que la frontera empieza, para todos sus efectos, en el hito 1, como producto de la aplicación sobre el terreno del tratado de límites y de la autoridad que ambos estados confirieron a la comisión demarcadora binacional. Poner eso en duda me parece delirante. Insistir en el punto imaginario "Concordia" es desautorizar el trabajo de esta comisión demarcadora y el acuerdo que se firmó entonces. Y eso no me parce correcto.
Mantener este absurdo litigio con Chile no tiene mayor sentido, y menos por un pedazo de arena sin mar que es constantemente invadido por las olas y que no tiene ninguna utilidad práctica. La posición peruana me parece ridícula y contraproducente, ya que lejos de avanzar en nuestras relaciones sigue creando puntos de conflicto. Lo peor es que la opinión internacional se nos pondrá adversa pues el patrioterismo puede cegar a los peruanos pero afuera la gente no es estúpida.
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