Este par de sinvergüenzas y aventureros de la política, Salvador del Solar y Martín Vizcarra, deberían terminar presos por haberse atrevido a dar un golpe de Estado, solo para favorecer los intereses de la mafia caviar, impidiendo el cambio del TC que tenía mayoría de izquierda. Pero hicieron mucho más que solo eso. Pervirtieron toda la política.
Con el cierre del Congreso de mayoría fujimorista, la mafia caviar consolidó su poder luego de haber capturado previamente la Fiscalía de la Nación, donde colocaron a su tonta útil Zoraida Ávalos, tras la furiosa campaña mediática de demolición del fiscal Pedro Chávarry. Eran los tiempos en que los fiscales Vela y Pérez campeaban como héroes de la lucha anticorrupción liderada por Martín Vizcarra y aplaudida por la prensa prostituida, pero reducida a la persecución política de Keiko y Alan, y a la guerra contra el Congreso "fujiaprista".
Así se consolidó el plan siniestro de la mafia caviar que consistió en destruir al fujimorismo y al Apra persiguiendo a Keiko y Alan, cerrar sus partidos, disolver el Congreso "fujiaprista" y capturar todos los poderes del Estado. Para eso sirvió el referendum amañado en el que el propio Vizcarra -descaradamente- aleccionaba a la población en cómo votar, incluyendo afiches aleccionadores en los mismos locales de votación. El resultado "Si,Si,Si,No" expresó el nivel de borreguismo al que un fantoche convertido en dictador había llevado a la sociedad, con su permanente discurso de lucha contra la corrupción, el circo montado por los fiscales de la mafia que defendió a capa y espada, sus poses y ademanes de salvador de la patria. Luego impuso las reformas políticas destinadas a destruir a la clase política y a los partidos. Por eso tenemos hoy al Congreso que tenemos: con puros improvisados que al no tener ningún futuro político se dedican a las fechorías. Vizcarra se encargó de que en el Perú no hubiera ninguna carrera política y, por tanto, ninguna clase política. Los partidos fueron convertidos en jardines de infantes financiados y supervisados por el Estado en el más mínimo detalle, desde su doctrina y sus gastos, hasta sus planes de gobierno, los que deben incluir -necesariamente- la agenda del progresismo.
Todo eso ocurrió -hay que decirlo- gracias a la ignorancia y cobardía del fujimorismo, ya que nunca supieron ejercer el poder que tuvieron con una aplastante mayoría en el Congreso. Hoy el TC acaba de ratificar algo que siempre estuvo claro en la Constitución: la cuestión de confianza es para defender políticas públicas y no puede ser usado para cuestiones propias y privativas del Congreso. Cuando Martín Vizcarra empezó a apabullar al Congreso con cuestiones de confianza por cambios a la Constitución y convocatorias a referendum, el Congreso pudo y debió rechazarlas por impertinentes. Pero el fujimorismo agachó la cabeza y admitió todo lo que el patán de Vizcarra les llevaba caminando desde palacio en medio de un show mediático alucinante. Ese Congreso fue una vergüenza por su incapacidad política. Por eso terminaron arrojados a la calle de un puntapié. Nunca supieron darle batalla al aprendiz de dictador. No estuvieron a a altura de la historia. Se acobardaron.
Ahora el TC puso las cosas claras. El Ejecutivo no puede interpretar a su antojo ni una "negación fáctica" ni un "rechazo de plano" como trató de hacer Pedro Castillo bajo la guía de Aníbal Torres, cuando el Congreso de Williams rechazó la cuestión de confianza presentada por Anibal Torres aduciendo que era impertinente. Eso mismo debió hacer el Congreso fujimorista: no admitir a debate la cuestión de confianza por cambios a la Constitución por impertinente e inconstitucional, y la historia hubiera sido diferente.
Esperemos que con este fallo del TC y el antecedente de Williams se cierre de una vez ese agujero dictatorial que abrió Vizcarra con su "negación fáctica" y su golpe de Estado. Ahora lo que correspondería -si nos queda algo de dignidad republicana- sería perseguir jurídica y políticamente a este par de fascinerosos de Salvador del Solar y Martín Vizcarra, que actuaron como peones de la mafia caviar para permitirles capturar todas las instituciones, destruir a la oposición y envilecer la prensa y la política. Hay que intentarlo todo para que paguen. Debemos copiar el estilo de la izquierda y apelar a toda clase de recursos para sentar un precedente y darles una lección a esta clase de farsantes de la democracia.
Si el congreso en ese entonces no supo qué hacer, el pueblo en su mayoría estaba perdido y dudaba que ese "cierre" del congreso era constitucional o no, sin embargo hoy, con el dictamen del TC está todo más claro. Ahora a recurrir a la justicia para que haga lo que tenga que hacer y que nunca más se pisotee la Constitución!
ResponderEliminarEl pueblo no tiene nada qe ver. El pueblo es ignorante. El Congreso tenía que usar a Constitución como herramienta para rechazar las patanerías de Vizcarra en lugar de allanarse a sus caprichos.
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