miércoles, 30 de octubre de 2013

Elogio de la locura


Por: Aldo Mariátegui

No entiendo a aquellos que elogiaron ayer la presentación de Karp en el Congreso. Si portarse como una atorrante irrespetuosa, hacerse la viva y, reiteradamente, evadir contestar nada sustantivo es “hacer una estupenda faena” y “pasearse”, pues, eso denota que o están comprados o tienen un muy serio problema mental o de valores al ensalzar la criollada.

Esos me son tan raros como aquellos que están celebrando “la gesta de Locumba”, un acto muy extraño en donde Montesinos estuvo llamando a ese cuartel desde la nave donde huía, y que consistió en robarse unos camiones y dar vueltas cojudas por las breñas serranas. Si eso es “una gesta”… 

Al ‘electarado’ se le advirtió mil veces de esa injerencia montesinista (así como de Madre Mía, los pagos venezolanos, la intromisión brasileña), pero a ese ignorante 30% revanchista no le importó, como tampoco a la atorrante izquierda local, cuyo hambre de poder la hizo hacerse la ciega y poner de relieve, una vez más, su doble estándar moral (¡no saben el placer que siento cada vez que recuerdo esa patada en el poto, o cuando leo a Wiener, Manrique, Sinesio y Lévano gimotear al respecto!). 

Y si de actos atorrantes típicos hablamos, a la cabeza me viene el caricaturista Álvaro Portales. Es un tipo muy talentoso, pero tan marginalmente resentido, tan excesivamente coprolálico, tan infantil con esa actitud desfasada de rebelde adolescente metalero alpinchista siendo ya un cuarentón. Temas como la higiene personal ya es asunto suyo, y espero que no se gane nunca un juicio por difamación (que perdería por sus excesos), pero estos Peter Pan rojos son unos perdedores marginales, que encarnan perfectamente en su microcosmos individual lo que es nuestra penosa izquierda como grupo.

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