sábado, 28 de diciembre de 2019

La mafia no perdona


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

A estas alturas hay que ser muy tonto para creer que la persecución fiscal de Keiko Fujimori tiene algo que ver con la justicia o con la lucha contra la corrupción. O muy tonto o parte de esa legión de gente enferma de antifujimorismo, que por lo general se ubican en las izquierdas y en jóvenes que han sido adoctrinados en los últimos 20 años con la sostenida campaña de antifujimorismo desatada por las izquierdas. Para una persona ajena al escenario nacional es evidente que la obsesión del fiscal José Domingo Pérez con Keiko Fujimori va más allá del celo estrictamente profesional. 

Para entender la situación habría que revisar la historia de persecución fiscal que acumula Keiko en estos últimos 18 años, en los cuales ha sido investigada por la Fiscalía en diversas oportunidades bajo las más inverosímiles sospechas. Bastaba una portada difamatoria de La República para que de inmediato la Fiscalía le abriera una "investigación preliminar". Keiko Fujimori ostenta el récord nacional de citaciones ante la Fiscalía. Nadie ha sido más investigada ni citada por la Fiscalía, y eso no es pura casualidad. No hay que ser tan bobos.

La actual campaña de persecución fiscal contra Keiko tiene su origen en los resultados electorales del 2016, cuando Fuerza Popular ganó mayoría absoluta en el Congreso, y Keiko por poco es elegida presidente, de no ser por el fraude mediático que desató la mafia caviar la última semana antes de las elecciones, cuando Cuarto Poder acusó a Keiko de narcotraficante y las redes sociales del rojerío iniciaron la campaña del "narcoestado". Como resultado de esa sucia campaña de difamación, Keiko perdió las elecciones por 35 mil votos, luego de estar favorita en las encuestas por 8 puntos de ventaja sobre PPK. Fue pues un fraude mediático urdido por la mafia caviar.

Pero el crecimiento del fujimorismo como fuerza dominante de la política nacional fue algo que la mafia caviar no podía tolerar. Allí fue cuando se planificó toda la estrategia para desmantelar Fuerza Popular y eliminar a Keiko Fujimori del escenario político. Esto incluía encarcelarla y cerrar el Congreso, objetivos que la mafia cumplió como se lo había propuesto, utilizando a sus peones y apelando a leguleyadas, como es ya costumbre en ellos.

Cuando hablamos de mafia nos referimos a ese conglomerado de izquierda conformado por las oenegés caviares que fueron fortalecidas por la presencia brasileña en el Perú a partir del 2011, tras el triunfo de Humala y la llegada de Odebrecht. Está liderada por la poderosa IDL y cuenta con una red de medios de información capturados por la izquierda caviar, a la que se suman radio IDL y sus portales de Internet: La Mula y Utero; además de grandes sectores del Estado infiltrados y dominados por la izquierda, como el Ministerio Público, el Poder Judicial y varios ministerios clave. Todos ellos actúan visiblemente como una poderosa maquinaria de aniquilamiento selectivo dirigidos por la tenebrosa IDL. No se puede pasar por alto la feroz lucha que libró la mafia caviar para recuperar el control del Ministerio Público, mediante el linchamiento mediático y político del Fiscal de la Nación Pedro Chávarry. Eso fue una evidente muestra de lo bien articulada que son las operaciones de esta poderosa mafia y de su ferocidad. 

La mafia caviar consiguió todo lo que se propuso: recapturar el Ministerio Público nombrando a una fiscal incompetente a su servicio, desmantelar Fuerza Popular, encarcelar a Keiko Fujimori, cerrar el Congreso a tiempo para salvar el Tribunal Constitucional e impedir que sea cambiado. Igualmente, la campaña para cerrar el Congreso fue otra muestra del poder y ferocidad de la maquinaria controlada por la mafia caviar. Al igual que lo ocurrido con Chávarry, los medios de la mafia se dedicaron por meses a desprestigiar al Congreso de todas las formas posibles. Incluso la izquierda dentro del propio Congreso la saboteaba. Así crearon el mito del "Congreso obstruccionista" y el "blindaje de corruptos". El presidente Vizcarra actuó como un operador de la mafia buscando con insistencia majadera una excusa para cerrar el Congreso. Para eso enviaba proyectos basura de reforma exigiendo cuestiones de confianza fuera de lugar. No olvidemos el papel de Vizcarra en el rescate de los fiscales de la mafia, cuando se compró el pleito y armó una campaña en contra de Chávarry y a favor de los fiscales de IDL. 

Pero ya cerrado el Congreso y salvado el TC, la mafia no contaba con un pequeño detalle. Creyeron que asegurando el TC se aseguraban que Keiko siga presa. Sin embargo, las disquisiciones jurídicas de los miembros el TC hicieron que uno de sus magistrados emitiera un voto singular inclinando la balanza a la liberación de Keiko, lo que provocó iras y desmayos en la caviarada, el progresismo y en toda la izquierda variopinta. Por supuesto, el fiscal José Domingo Pérez vomitó bilis, perdió el sueño, el apetito y el humor. De inmediato sonó su celular por el llamado del jefe supremo de la mafia quien, desde sus cuartel en San Isidro, lo adiestró para iniciar la venganza canina contra los miembros del TC que votaron a favor de Keiko y para preparar inmediatamente otro requerimiento fiscal de prisión preventiva contra Keiko. 

El fiscal Pérez nunca fue tan diligente y veloz para abrir investigación a un miembro del TC y citar a otro, solo para hacer gala de su poder de amedrentamiento, al mejor estilo de la mafia. Era un mensaje claro para que nadie interfiera en las acciones de la mafia. Los jueces y tribunos ya saben que pueden pagar muy caro su osadía de contravenir los deseos de la mafia. El nuevo requerimiento de prisión preventiva contra Keiko fue presentado en tiempo récord y con exigencia de darle prioridad, a tal punto que los peones del Poder Judicial al servicio de la mafia dispusieron la primera audiencia apenas para el día siguiente la Navidad. Los peones mediáticos de la mafia criticaron al TC por haberle dado prioridad al Habeas Corpus de Keiko pero no dijeron nada cuando el fiscal de la mafia exigió lo mismo al PJ. 

Así como están las cosas, nadie duda de que Keiko será devuelta a prisión. Es el designio de la mafia. Toda la pantomima de las audiencias se ha iniciado, aunque sin el despliegue morboso de la primera vez, empezando porque al fin Keiko decidió no darles opción para el morbo, desistiendo de estar presente en la audiencia. La abogada de Keiko ha denunciado que el ultra veloz nuevo requerimiento fiscal de prisión preventiva es una copia fiel del primero. Pero eso no importa. Todo es nada más que puro show y trámite. Al final se hará lo que la mafia quiere. Lo han hecho siempre. Hace años que la mafia caviar hace lo que quiere. Tienen el poder en sus manos y no tienen ningún recelo en demostrarlo. Y todavía hay tontos que creen que esto se trata de justicia.  

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Obsesión fiscal


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Ya deberían hacer un videojuego con el fiscal Pérez persiguiendo a Keiko por una serie de obstáculos que él allana con facilidad, hasta capturarla y meterla presa con ayuda de la fuerza oscura. La obsesión del fiscal Pérez da para eso y más. Su intención no es perseguir el delito. Eso está claro. No hay delito en los aportes de campaña del 2011. Pero invoca la figura del “lavado de activos” para justificar su cacería política.

El objetivo del fiscal Pérez es mantener presa a Keiko Fujimori sin juicio. Su estrategia es hacernos creer que no puede investigarla estando ella libre. Precisa que esté presa durante tres años, mientras él busca pruebas para iniciarle un juicio, cosa que muy probablemente nunca ocurrirá. El objetivo es solo uno: tener presa a Keiko y desmantelar Fuerza Popular. Ese es el objetivo político que la caviarada se trazó desde la CVR, y está usando todos sus recursos y brazos legales para llevarlo a cabo. La pantomima jurídica es un cuento para bobos.

El desquiciado fiscal Pérez es apenas el peón de toda una macabra organización cuyo objetivo es la aniquilación política del fujimorismo. Asistimos al montaje del espectáculo más perverso de persecución política de la historia, ofrecida como supuesta lucha contra la corrupción. ¿Qué clase de corrupción? No se sabe ni se entiende, pues Keiko Fujimori jamás ha ejercido cargo público alguno, no ha manejado presupuesto público ni ha firmado contratos ni adendas sobre obras públicas. Es decir, jamás ha podido robar ni malversar un solo céntimo del erario público. ¿De qué corrupción se le puede acusar? Es francamente alucinante y ridículo. Más es el dinero que nos está costando el fiscal Pérez con todas sus maquinaciones perversas.

Gracias a la magistral puesta en escena de la mafia, con todo su elenco, el público vive todos los días un episodio de la farsa fiscal anti Keiko, contada por la prensa como si se tratara, en efecto, de la captura de una de las organizaciones más peligrosas del país, y no de un simple partido político que jamás llegó al poder. Es asqueroso ver cómo engañan a la gente usando los aportes de campaña como si fueran crímenes. Se aprovechan de la ignorancia de la gente. Han llegado a perseguir y estigmatizar empresarios como si fueran delincuentes por haber dado aportes a una campaña política. ¿En qué clase de país nos hemos convertido?

El espectáculo bárbaro del fiscal Pérez citando gente por docena para interrogarlos como si se tratara de desbaratar una gran red criminal, es de lo más ruin que se puede vivir como país. Y nadie puede detener a este fiscal desquiciado que ha llevado su obsesión a niveles de locura, trasgrediendo los límites del decoro, el respeto a la dignidad de las personas y sus derechos. Ni siquiera respeta las jerarquías de su propia institución. Es un patán suelto en plaza que cree tener súper poderes para hacer lo que le viene en gana. Es un monstruo creado por la prensa que vive del antifujimorismo y que ya ni la fiscal de la Nación se atreve a llamar al orden. 

En el Perú se ha perdido todo respeto por la ley, el orden y la institucionalidad. Hay mafias que se han apoderado de las instituciones y actúan al amparo de una prensa prostituida por el poder. El presidente Vizcarra es solo un muñeco de ventrílocuo que sigue el libreto que le han puesto desde un inicio. No tiene la menor idea de lo que es gobernar un país. Todo lo que ha hecho hasta ahora es ejecutar el guión del progresismo mediante la farsa de la lucha contra la corrupción que no le compete, para arrinconar al Congreso hasta cerrarlo con leguleyadas baratas. Y todavía tiene el cuajo de hablar de democracia en sus discursos.