martes, 15 de octubre de 2013

El fracaso de la SUTRAN


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Los accidentes de tránsito están nuevamente en las portadas siendo ya un tema recurrente desde hace varios años. Alan García se sintió obligado a hacer algo frente a la oleada de accidentes que conmovió al público durante su gestión. Pero la reacción de su gobierno no pudo ser más patética, pues se redujo a la misma pose demagógica que caracteriza a la burocracia cuando no sabe cómo manejar un problema: creó un nuevo organismo público de nombrecito pomposo: Superintendencia de Transporte Terrestre de Personas, Carga y Mercancías (SUTRAN).

Si alguien pensó que mediante la creación de un nuevo adefesio burocrático las cosas iban a cambiar pues se equivocó. La realidad es inmune a estos mamarrachos burocráticos que los políticos suelen inventar como mecanismo de evasión y único recurso mental. Para colmo no tuvieron mejor idea que nombrar como conductora de ese paquidermo a la señora Elvira Moscoso, quien ya había demostrado ampliamente su incapacidad al frente del transporte de Lima durante las dos gestiones del alcalde Alberto Andrade. 

Los resultados del fracaso de la SUTRAN no pueden ser más evidentes. Desde el año de su creación no ha logrado reducir un ápice la siniestralidad en las carreteras. Si consideramos solo choques y volcaduras el  2009 acabó con 53,000 eventos, el 2010 con 53,400; el 2011 con 54,300; el 2012 con 60,000 y en lo que va de este año se va a alcanzar un nuevo record. O sea, la aparición de la SUTRAN con toda su parafernalia de GPS y aparatosas campañas de inspección en los terminales no ha servido para nada. De hecho, esa no es la forma de reducir los accidentes de tránsito.

El Perú es un país que incrementa cada año el número de vehículos y de viajes interprovinciales, no solo por el crecimiento de la economía sino de la población. Esto quiere decir que cada año hay mayor densidad en el tránsito de las carreteras. Sin embargo, el estado de las mismas no responde al incremento vehicular. La infraestructura vial del Perú es de las peores de Latinoamérica. La principal carretera del país, la Panamericana, en sus 2,500 kilómetros apenas cuenta con 500 Kms de autopista. El resto es una franja estrecha donde los vehículos deben invadir el carril contrario para adelantar. Y no hablemos del resto de las vías. La carretera central sigue siendo un pasaje a la muerte.

La reducción de los accidentes de tránsito depende básicamente del estado de las carreteras. Comprobar esto es muy simple. Cuando se construyó la variante de Pasamayo pasaron a la historia los permanentes y clásicos accidentes que se producían en el serpentín, y que llegaron a inspirar la letra de varias canciones, incluyendo una famosa de los "No sé quién y los no sé cuántos". La variante redujo drásticamente esos accidentes y hoy son muy esporádicos y raros. No hay prueba más contundente.

De manera pues que esa nefasta costumbre política de responder a todos los problemas con nuevas leyes, reglamentos o entidades públicas no es más que evasión y una declaración de incapacidad, como la que vemos en estos tiempos en Venezuela. Ahora Nicolás Maduro está pidiendo una ley habilitante para dedicarse a hacer más leyes como respuesta a los graves problemas que hunden a su país. No hay que hacer más leyes ni crear más monstruos burocráticos. Hay que ponerse a trabajar y a construir en los hechos. A veces lo que se necesita es más bien eliminar burocracia. Cualquiera que proponga más ministerios y nuevos reglamentos no pasa de ser un demagogo y un incapaz.

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